Decía un profesor cuando yo era estudiante que una política sin presupuesto no es una política. A ello cabría añadir que es necesario alinear los objetivos con las dotaciones presupuestarias. Esto es, dotar de coherencia al conjunto de las actividades a desarrollar durante el curso presupuestario con relación al volumen de financiación que se destina a los distintos objetivos perseguidos y que se deben alcanzar a través de las políticas que se consideren adecuadas en cada caso.
Esto es una máxima casi evidente, pero no por ello suele ser tenida en cuenta en numerosas ocasiones. En la descripción de los objetivos marcados para 2015 publicados por el Gobierno, el primer párrafo dice textualmente: “Con este presupuesto el sector de la Defensa pretende contribuir a la reconducción de la situación financiera del país, a mantener las capacidades operativas mínimas e imprescindibles de las Fuerzas Armadas para cumplimentar las misiones y a ejecutar los compromisos adquiridos, tanto por nuestra pertenencia a una serie de organizaciones militares internacionales, como por nuestra participación en los grandes programas internacionales de armamento y material”.
Vayamos por partes. La contribución a la situación financiera del país se centra en el objetivo de reducción del déficit público, por lo que con un incremento nominal del presupuesto de defensa inferior al 0,4% puede suponerse que la aportación –un aumento de unos 25 millones de euros- a la mejora de las cuentas públicas es absolutamente simbólica. Sin embargo, no hay que olvidar que la presentación del presupuesto, sobre el que debaten los miembros del Congreso de los Diputados, tiene algunas lagunas, como se deriva de la información transmitida a la sociedad. Una de ellas es la que tiene que ver con la financiación de los Organismos Autónomos dependientes del Ministerio de Defensa, cuyo presupuesto supera los 1.000 millones de euros. Así como la ejecución del gasto que supone que al final del período, sumando diversas partidas –misiones en el exterior, cuya cifra se contiene en las previsiones presupuestarias, pero no se incorpora al presupuesto, o el pago a las empresas de otra importante cuantía que ronda los 800 millones de euros que se financian a través de crédito extraordinario– supera ampliamente los 1.500 millones de euros adicionales.
Por todo ello, si el presupuesto de defensa se plantea en términos de apoyo a la situación financiera del país, creo que hay ciertos errores de concepto.
Por lo que respecta al segundo de los grandes objetivos, centrado en mantener las capacidades operativas “mínimas e imprescindibles”, es lo que se lleva haciendo durante los últimos años. La distribución de los capítulos de gasto muestra que tan sólo dos partidas importantes elevan su porcentaje respecto de 2014: el gasto en bienes corrientes, un 8%, y las inversiones reales, un 1,7%. Efectivamente, este objetivo se alinea con el presupuesto. Se sigue a mínimos. Mínimos en horas de vuelo, de mar o de maniobras terrestres. Se entiende, por tanto, que las aportaciones de España a las nuevas misiones sean realmente “low cost”.
Y aquí continuamos con las aportaciones derivadas de nuestros compromisos internacionales -OTAN, UE,…-. Obviamente, ya hemos reducido en los últimos años nuestro papel en estos y otros organismos a causa de la restricción presupuestaria. Incluso a riesgo de ser llamados al orden por los importantes retrasos en dicha aportación. Sin el cumplimiento estricto, y a veces generoso, de nuestros compromisos, la credibilidad como país se viene abajo. Esto conlleva problemas relativos al papel que desarrolla España en el contexto en el que se desenvuelve, las posibilidades de ser miembro del Consejo de Seguridad de NNUU, etc.
Por último, la importancia de participar en programas internacionales de armamento y material es difícil de obviar. Desde hace años hay compromisos de aportación financiera que han sido negociados y renegociados en varias ocasiones. Nos han llamado la atención por dilaciones importantes en los pagos durante los últimos años. La cuestión es: ¿Con estos presupuestos se va a conseguir hacer frente a dichos pagos? El incremento mencionado de 25 millones de euros no da para mucho cuando hay que responder a temas como el A400-M, el Eurofighter,...
Continuando con el planteamiento de los objetivos marcados para el próximo año, se programa otro conjunto de actuaciones que se centran en mejoras en la captación, selección, formación, preparación y empleabilidad del personal; en la gestión y en la innovación realizadas por el Ministerio de Defensa; en la consolidación de la protección social; en el aumento de la sostenibilidad ambiental y la eficiencia energética y, por último en el fomento de la cultura de defensa. Mucho tienen que dar de sí los 25 millones.
Antonio Fonfría es profesor de Economía Aplicada y director del Máster en Logística y Gestión Económica de la Defensa en la Universidad Complutense de Madrid.