El Ministerio de Defensa acaba de recibir el visto bueno del Gobierno para la adquisición del misil antibuque Naval Strike Missile (NSM) de la firma noruega Kongsberg Aerospace & Defense (KDA). La Armada eligió este misil hace unos meses para sustituir a los veteranos Harpoon, al final de su vida útil, después de analizar las opciones existentes en el mercado, y ahora el Consejo de Ministros ha aprobado un contrato con un valor estimado de 125 millones de euros para la compra de un primer lote.
El NSM será incorporado tanto en las actuales fragatas F-100 como a las futuras F-110. El departamento que dirige Margarita Robles apostó por un misil europeo en el proceso de selección para facilitar, según destaca Defensa, “el apoyo durante todo su ciclo de vida”. El RGM-84 Harpoon, hay que recordar, es un misil de la estadounidense Boeing.
Al final, la Armada seleccionó el NSM de KDA, que obtuvo las máximas puntuaciones en las cuatro áreas de criterios de selección: operación, costes, plan de mantenimiento durante el ciclo de vida y retorno industrial. Respecto a este último punto, está prevista la participación de varias empresas españolas como Sener, el consocio misilístico SMS y Navantia en la producción e integración de componentes del misil.
Capacidad de ataque a tierra
Con este misil, las fragatas de la Armada obtendrán además la capacidad de realizar ataques selectivos a objetivos en tierra. El NSM cuenta con un sistema de navegación con GPS militar y un altímetro láser que le permiten sobrevolar tierra haciendo lo que se conoce como Comparación de Terreno. En este modo, adquiere el blanco con el mismo sistema de identificación por imágenes que emplea contra buques.
Se trata de un misil de última generación, con un alcance superior a los 300 kilómetros y una velocidad de 0,9 Mach. El NSM selecciona su objetivo mediante un novedoso sistema de identificación inteligente de imágenes infrarrojas que emplea unas sofisticadas cámaras y procesa las imágenes con un complejo algoritmo de reconocimiento del objetivo.
Este sistema le permite discriminar al blanco deseado entre otros buques o señuelos y sortear cualquier obstáculo que se encuentre en su trayectoria, lo que evita impactos ciegos o adquisiciones de blancos no deseados, cuestión de vital importancia, resalta la Armada, en un arma del tipo “dispara y olvida” como son los misiles antibuque.
Su fuselaje, con diseño furtivo y materiales que absorben la radiación, junto con su perfil de vuelo roza olas, hacen de este misil un blanco muy difícil de detectar y neutralizar. Destaca también su capacidad de generar daños en el objetivo gracias a una cabeza de combate de alto explosivo revestida con una carcasa de titanio y una espoleta de última generación configurable según el nivel de penetración en función del blindaje y los daños deseados en el blanco.