La oferta de la compañía Navantia para el programa australiano de fragatas SEA 5000 es la más barata y menos arriesgada. Las de la británica BAE Systems y la italiana Fincantieri son por otra parte las que ofrecen unos buques más capaces. Estas calificaciones forman parte de las conclusiones de un informe elaborado por el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI) sobre el programa SEA 5000, estimado en 35.000 millones de dólares australianos, una cifra equivalente a día de hoy a algo más de 22.500 millones de euros.
Los tres astilleros europeos citados compiten en este concurso abierto por Canberra para dotarse de nueve buques con los que reemplazar las ocho fragatas de la clase Anzac con las que actualmente cuenta la fuerza naval del país. El think tank (laboratorio de ideas) de Canberra ha publicado su estudio en vísperas de que se conozca el nombre del ganador, lo que está previsto que ocurra antes de julio. Algunos medios han publicado incluso que el resultado del concurso se conocerá esta misma semana.
A principios de 2018 Canberra anunció que los tres candidatos seleccionados para competir en última instancia por el programa SEA 5000. Se trata de la compañía española Navantia, con su diseño F5000, basado en las fragatas F100; de BAE Systems Australia, que presentó su buque de combate del Tipo 26, y de la firma italiana Fincantieri, que compite con un diseño basado en la fragata Fremm.
ASPI considera el diseño del buque Tipo 26 presentado por BAE Systems como “el diseño más moderno” de los tres, aunque al mismo tiempo es la opción menos probada, ya que aún no existe ningún buque completado de esta clase. El Fremm, de Fincantieri, representa por su parte un “diseño relativamente nuevo pero probado”, lo que permite evaluar algunas de sus características sobre una base real.
En cuanto al diseño de Navantia, basado en las F-100 de la Armada española, “probablemente será el más eficiente de implementar en los astilleros de Australia debido a la similitud con los AWD (destructores antiaéreos) y es probable que sea la opción menos costosa, a menos que haya cambios significativos en el diseño para lograr ASW (buques antisubmarinos) de alto rendimiento”. Australia ha botado precisamente esta semana su tercera fragata AWD.
Las autoridades australianas se han propuesto desde el principio aprovechar el programa SEA 5000 para restablecer su industria de construcción naval. De ahí que los candidatos han sido exhortados a demostrar cómo piensan crear una nueva capacidad en el país para este sector y una industria duradera para respaldarla.
El Gobierno australiano lanzó en el verano de 2015 este programa SEA 5000 para sustituir a los ocho buques de la clase Anzac con los que actualmente cuenta su Armada. Los Anzac fueron construidos en el país por Tenix Defence, actual BAE Systems Australia, entre los años 1993 y 2000. Además, al ganador del programa se le abrirán las puertas para construir otras dos unidades más para la Armada de Nueva Zelanda, a la que en su momento se dotó con otros dos buques Anzac y se especula con que los acabará sustituyendo por el mismo modelo que elija ahora Australia.
El primer Anzac alcanzará el final de su vida operativa en 2020, de ahí que el antiguo Gobierno laborista ya recogió en 2009 en su Libro Blanco de Defensa el requisito de un sustituto. Las necesidades iniciales contempladas para este encargo se centran en buena medida en las capacidades de guerra antisubmarina (ASW), ante la proliferación de sumergibles en toda la región. Se trata de un componente con el que la Armada australiana contó tradicionalmente, pero que decayó al final de la Guerra Fría y durante su desempeño en las prolongadas campañas del Golfo.