Las autoridades australianas tienen previsto anunciar antes de julio quién se encargará de suministrarle las nueve fragatas previstas en su programa SEA 5000. Los candidatos, entre los que figura Navantia, se juegan un acuerdo estimado en 35.000 millones de dólares australianos, lo que equivale a cerca de 22.000 millones de euros al cambio actual.
Hace ahora dos años el país anunció que los tres candidatos seleccionados para competir en última instancia eran la compañía española Navantia, con su diseño F5000, basado en las fragatas F100; BAE Systems Australia, que presentó su buque de combate del Tipo 26, y la firma italiana Fincantieri, que compite con un diseño basado en la fragata Fremm.
El Gobierno australiano lanzó en el verano de 2015 este programa SEA 5000 para sustituir a los ocho buques de la clase Anzac con los que actualmente cuenta su Armada. Los Anzac fueron construidos en el país por Tenix Defence, actual BAE Systems Australia, entre los años 1993 y 2000. Además, al ganador del programa se le abrirán las puertas para construir otras dos unidades más para la Armada de Nueva Zelanda, a la que en su momento se dotó con otros dos buques Anzac y se especula con que los acabará sustituyendo por el mismo modelo que elija ahora Australia.
El primer Anzac alcanzará el final de su vida operativa en 2020, de ahí que el antiguo Gobierno laborista ya recogió en 2009 en su Libro Blanco de Defensa el requisito de un sustituto. Las necesidades iniciales contempladas para este encargo se centran en buena medida en las capacidades de guerra antisubmarino (ASW), ante la proliferación de sumergibles en toda la región, de acuerdo con la publicación local sin ánimo de lucro Australian Defence Business Review (ADBR). Se trata de un componente con el que la Armada australiana contó tradicionalmente, pero que decayó al final de la Guerra Fría y durante su desempeño en las prolongadas campañas del Golfo.
Pero el proyecto SEA 5000 no se limita a la búsqueda de un nuevo modelo de fragata para adquirir nueve unidades, sino que las autoridades australianas se han propuesto desde el principio aprovechar el programa para restablecer su industria de construcción naval. De ahí que los candidatos han sido exhortados a demostrar cómo piensan crear una nueva capacidad en el país para este sector y una industria duradera para respaldarla.