El Consejo Europeo en su reunión extraordinaria de 30 y 31 de mayo ha aprobado nuevas medidas de apoyo a Ucrania y ha debatido los tres problemas prioritarios para la Unión: seguridad alimentaria, energía, y defensa. En este último ámbito el comunicado final recuerda la declaración de Versalles de marzo de este año, cuando se aprobó la brújula estratégica y se acordó incrementar las inversiones y promover la colaboración en defensa incluyendo su componente industrial. Avanzando en esta línea el Consejo incide en la necesidad de invertir más y, sobre todo, mejor que es hacia donde apuntan las conclusiones de la reunión.
Europa considera que la OTAN sigue siendo la base de la defensa colectiva. La potenciación de las capacidades europeas irá en beneficio mutuo y servirá como refuerzo del vínculo transatlántico. Veremos en Madrid si esta idea se refleja en el futuro concepto estratégico de la Alianza. En su visión hacia una defensa común más sólida, Europa avanza en tres ejes. En primer lugar, por el lado de la demanda, pidiendo a “muy corto plazo” una coordinación de las necesidades para reconstituir las reservas consumidas en el apoyo a Ucrania. Además, y esto parece más relevante, plantea desarrollar una programación estratégica de adquisiciones coordinada. Para la industria, las medidas inmediatas deberán servir para reforzar las capacidades europeas a través de adquisiciones conjuntas “voluntarias”, sin olvidar medidas para potenciarlas “en especial las de las pymes”. Un tercer eje menciona incentivos como la exención del IVA para proyectos que se incluyan en un “posible programa europeo de inversión en defensa conjunto”, y la necesidad de que el Banco Europeo de Inversiones apoye la defensa común, aspecto largamente demandado y donde se están venciendo reticencias.
Las conclusiones del Consejo respaldan el informe presentado por el Alto Representante Borrell el 18 de mayo sobre carencias en defensa y propuestas para reducirlas, en el que se reconocía como punto de partida que los años de desinversión han reducido las capacidades militares y el potencial industrial europeo. Desde 2016 los presupuestos de defensa agregados de los países de la UE han crecido hasta alcanzar los 220 mil M€. Sin embargo, todavía no nos hemos recuperado de la crisis iniciada en 2008 que afectó especialmente a los créditos de equipamiento que en su nivel más bajo (2015) llegaron a un mínimo agregado de 27 mil M€. En paralelo muchos países abordaron procesos de reducción de fuerzas, inventarios y capacidad logística. Como reconoce el Consejo, la situación llevó a limitar la capacidad de operar en especial en los escenarios más exigentes, haciendo que los europeos seamos más dependientes de terceros. Entre 2007 y 2016 el 60% de las compras de sistemas se realizaron fuera de la UE. Solo un 11% de las inversiones se realizan en colaboración, muy por debajo del 35% acordado en el marco EDA.
Para cambiar la situación se pide a las naciones que los incrementos de presupuesto refuercen la capacidad de disuasión ante cualquier tipo de amenaza y contribuyan a construir una base industrial más sólida. Pero se avisa que si no nos coordinamos aumentaremos la fragmentación del sector, limitaremos la capacidad de apoyo logístico y pondremos en riesgo la interoperabilidad. Nuevamente el mensaje es invertir mejor corrigiendo duplicidades, ineficiencias y dependencias.
Es un momento crítico para que Europa se dote de capacidades operativas e industriales más potentes. El sector de defensa europeo puede proporcionar la mayor parte de las capacidades necesarias. Su facturación anual es de 84.000 millones y genera más de medio millón de empleos (directos e indirectos). Es un sector competitivo y generador de riqueza, pero fragmentado, con duplicidades y también carencias en algunos equipos o tecnologías críticas. Para las autoridades comunitarias, Europa tiene que promover la competitividad de su industria a largo plazo, por lo que es necesario una reconversión del sector, garantizar el suministro, aumentar capacidades de producción y tener mejor capacidad de respuesta.
Además, es necesario orientar a la industria a través de una demanda más predecible. Las prioridades que se citan como más urgentes se dirigen a reponer niveles, sustituir sistemas obsoletos y reforzar las capacidades en sistemas críticos. A medio y largo plazo, se proponen prioridades concretas en los cinco dominios: aéreo (drones, abastecimiento aéreo y aviones de combate), terrestre (mejora e incremento de flotas de carros y vehículos de combate, artillería, misiles, y armamento de precisión), naval (capacidad de proyección de poder, protección de líneas de comunicación y plataformas no tripuladas), espacial (comunicaciones seguras, cifrado cuántico, capacidades de observación, protección de infraestructuras y alerta temprana) y ciber (toda la gama de capacidades tanto defensivas como ofensivas). Las lecciones de Ucrania llevan a concluir que en todos los dominios hay que considerar la importancia de contar con esquemas de apoyo logístico robustos y eficientes.
Las iniciativas actuales, fundamentalmente EDF y PESCO, respaldadas por mecanismos de otras políticas comunitarias, servirán de base a las medidas futuras entre las que se indican:
- Creación con carácter inmediato de un grupo de trabajo para promover la cooperación, y racionalizar la demanda.
- Creación a corto plazo de un instrumento, dotado con 500 millones hasta 2024, para recuperar de forma colaborativa los niveles empleados en la ayuda a Ucrania.
- Establecimiento de un marco para adquisiciones conjuntas, exentas de IVA, cuya regulación debe presentarse durante el tercer trimestre de 2022, para favorecer la interoperabilidad, el apoyo logístico común y obtener economías de escala. Debe incluir criterios para fomentar “consorcios de capacidad”.
- Avanzar hacia una estrategia de adquisiciones conjunta, como objetivo a más largo plazo. Aunque no se cita detrás de esto podría estar la creación de un órgano de adquisiciones europeo, sobre la base de estructuras actuales o de otras nuevas.
En cuanto a refuerzo de capacidades industriales, como punto de partida se pretende elaborar un mapa de las actuales y de otras que haya que desarrollar. Otras medidas de apoyo están dirigidas a facilitar el acceso a materias primas críticas, favorecer medidas de capacitación técnica de profesionales, y abrir la financiación de todas las herramientas comunitarias a proyectos de defensa.
Aunque muchas de las iniciativas planteadas están por desarrollar, para la convocatoria EDF 2022 ya se apunta en alguna de las directrices políticas citadas. En el campo de la innovación tecnológica se ha anunciado la creación de un marco, el EUDIS, que contempla un fondo limitado, y que complementa la iniciativa HEDI aprobada por los miembros de la EDA a mediados de mayo. La convocatoria seguirá previsiblemente los criterios de años anteriores, pero lo que se conoce del programa de trabajo refleja una mayor concentración de las actividades, en cuanto a número de proyectos a financiar. Es especialmente significativo que para orientar a la industria se incluye una perspectiva que refleja las prioridades en el horizonte 2027, con porcentajes de esfuerzo por categorías, descritas de forma general y donde se indican los resultados que se esperan de las propuestas industriales.
Las instituciones europeas están concretando sus objetivos políticos, avanzando en actuaciones de carácter organizativo, para coordinar la demanda y reforzar la oferta, buscando una mayor implicación de agentes financieros no tradicionales, y una mejor orientación hacia la industria para que encamine sus actividades en las líneas operativas prioritarias. El principal desafío será contar con la voluntad política de las naciones para colaborar.
Las líneas de actuación planteadas son perfectamente extrapolables internamente para España. Europa va avanzando golpe a golpe y no debemos perder el paso. Es también cuestión de voluntad.