Aukus, más allá de los submarinos
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Aukus, más allá de los submarinos

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El acuerdo en materia de seguridad y defensa entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, dado a conocer el pasado 15 de septiembre quizás sea uno de los más relevantes de las últimas décadas. El Aukus constata el cambio de centro de gravedad político, estratégico y económico hacia el escenario indo-pacífico.

El comunicado de los dirigentes anglosajones menciona la necesidad de establecer una asociación con visión de futuro, basada en la confianza entre países que según Biden son "los más sólidos aliados de Estados Unidos". El nuevo acuerdo añade valor a otros como el Quad o el Five Eyes donde participan otros países como Japón e India, o Canadá y Nueva Zelanda. La intervención de Biden, aludió a la importancia de la colaboración con "los países europeos" y concretamente con Francia.

El primer caso de colaboración derivado del acuerdo es un programa para la construcción de ocho submarinos de propulsión nuclear entre Estados Unidos y Australia, que ha supuesto la cancelación por parte australiana del contrato firmado con Francia para la fabricación de 12 submarinos por valor de más de 50.000 millones de euros. Conviene señalar que, desde el punto de vista de capacidades militares, la entrada en servicio de los nuevos submarinos se produciría, en el mejor de los casos, allá por 2040. "Cuán largo me lo fiais, amigo Sancho". 

Las razones para reconsiderar el contrato con Naval Group por extracostes y retrasos quedan en entredicho puesto que Australia dispondrá de menos submarinos, a mayor coste, y más tarde, supuestamente en aras de una mayor capacidad operativa. El primer ministro australiano ha aclarado que no se pretende alcanzar el estatus de "potencia nuclear" en un mensaje dirigido a la opinión pública australiana y también hacia el exterior. Pero es significativa su afirmación de que con la firma del acuerdo "we recommit ourselves", lo que puede interpretarse como una especie de vuelta al redil, tras casi dos décadas de reorientación de su política de adquisiciones hacia socios industriales europeos.

El acuerdo no se centrará sólo en submarinos y se extenderá a otros ámbitos. Sin embargo, su alcance e implicaciones sobrepasan la colaboración en programas concretos. El mensaje que se envía desde Washington va dirigido hacia China y hacia Europa. Huyendo de referencias a la UE en conjunto, Biden viene a decir que mantiene su compromiso en Europa pero que su prioridad está en el Pacífico. Así materializa los reiterados avisos de Washington, independientemente de quien esté en la Casa Blanca, para que Europa actúe de forma más contundente en materia de defensa colectiva.

La reacción china no ha sido evidentemente favorable. Su iniciativa "belt and road" se ve afectada por el nuevo acuerdo, que se interpreta como una acción propia de una nueva guerra fría ya que afecta a su estrategia de ganar sin combatir. Para China la salida de Afganistán permitía acortar el camino de la nueva "ruta de la seda" hacia Turquía y Europa. Una ruta que afecta a Rusia que, aparentemente, se mantiene a la espera de acontecimientos, y que es complementaria de las imprescindibles salidas comerciales al mar condicionadas por dos círculos. El primero, entre Japón, Taiwan y Filipinas para salir al Índico por Indonesia, estaría soportado para Estados Unidos por la alianza con Japón. El segundo, trascurre más al sur entre Nueva Guinea y Australia, y su posible bloqueo dependería de la posición australiana, en la que Estados Unidos no puede admitir dudas. Ambos son esenciales para el comercio chino hacia el Golfo Pérsico, Suez, Madagascar y la costa oriental africana.

Quad

La lógica de cerco estratégico puede estar también detrás de la intención de Biden de impulsar el Quad en el que participan India y Japón y que celebró su última cumbre el pasado 24 de septiembre en Washington. Se trata de una iniciativa japonesa que se remonta a 2007 y que ha estado relativamente dormida. No se trata de un acuerdo de defensa, pero pudiera derivar en acciones de colaboración en este ámbito.

Es importante considerar los factores geoeconómicos que quizás sean más importantes. China es el principal acreedor a nivel mundial. Sus relaciones comerciales con Australia son muy importantes. Pero también hay que considerar el peso de capital chino en la deuda pública norteamericana. Los temores de colapso de la economía americana pueden estar detrás de la reorientación en las prioridades estratégicas, máxime cuando hay un intenso debate entre demócratas y republicanos sobre el aumento de la deuda pública y cuando, en medio de una guerra comercial, hay voces que insisten en que las economías de Estados Unidos y China están obligadas a entenderse si no se quiere llegar a la confrontación.

Si esta se llegase a producir, el potencial conflicto sería preferentemente aeronaval. En este ámbito China viene realizando desde hace años una política de potenciación de su Armada y Fuerza Aérea para estar en condiciones de romper el primer cerco y asegurar la libertad de acción en el segundo. Los recientes ejercicios con la participación de grupos aeronavales británico, japonés y americanos son un claro aviso para disuadir acciones hostiles.

Europa promulgó su estrategia hacia el Indo-Pacífico el 16 de septiembre, un día después del anuncio del Aukus. Una estrategia que para algunos es demasiado blanda. La reacción al acuerdo ha reflejado las diferencias internas en la Unión. Von der Leyen criticó duramente la postura de Australia, mientras que el presidente del Consejo lo hizo a Estados Unidos. El propio Michel ha afirmado que 2022 será el año de la defensa europea, aunque en la cumbre de Eslovenia no se hizo referencia al Aukus y casi ni se mencionó el refuerzo de la colaboración en Defensa.

Para Francia el acuerdo ha sido una "puñalada trapera". Más allá del orgullo y el bolsillo heridos, nuestros vecinos son protagonistas en el Pacífico, con casi dos millones de habitantes en sus DOM/TOM y unos 8.000 efectivos desplegados en la zona. Sus capacidades aeronavales son considerables, y últimamente han reforzado sus relaciones militares con Japón e India. Como antigua potencia colonial mantiene importantes relaciones con Vietnam. La posible implicación francesa en la potenciación de la Armada vietnamita, con mediación norteamericana, apuntada por Kamala Harris en Hanoi a finales de septiembre, podría ayudar a recomponer relaciones con Francia y acercar a Vietnam siempre receloso ante el poderío chino.

No cabe duda que la reacción francesa puede afectar a la OTAN y a la política de defensa europea. Veremos cómo, pero de entrada Francia pudiera bloquear la participación de terceros en iniciativas Pesco y EDF. Algo a lo que no se ha opuesto hasta ahora, y en lo que no coincide con las visiones de otros países europeos. Es probable que Francia reclame, en un futuro inmediato un mayor esfuerzo de poder duro europeo, que solo París puede liderar. Será importante ver los objetivos para defensa de la presidencia francesa de la UE que comienza el 1 de enero de 2022, y sobre todo estar atentos al resultado de las elecciones presidenciales en Francia previstas para el mes de abril.

La visión europea no es homogénea y está condicionada por otros factores: el futuro de la posición alemana, las especiales relaciones de Italia con China en materia comercial y tecnológica, la preocupación en países del Este por mantener un fuerte vínculo con Estados Unidos, y la actitud de Rusia de quien podemos ser rehenes energéticos.

España está físicamente fuera del Pacífico desde Cavite. Sin embargo, la situación que se plantea no nos debe resultar ni distinta ni distante. Madrid albergará la cumbre de la OTAN en 2022. En el segundo semestre de 2023 España presidirá la UE. Como muy tarde en noviembre de ese año deben celebrarse elecciones generales. España puede jugar un papel relevante sobre la evolución de la Alianza, las relaciones con Estados Unidos y la defensa común europea. Deberíamos fijar una posición propia.

El juego de las superpotencias nos afecta directamente. No incidiremos en la especial alianza militar entre Estados Unidos y Marruecos. Pero conviene recordar la aproximación argelina hacia China, que ha superado a Francia como primer inversor en Argelia que es el principal mercado chino en el Magreb. La confrontación entre Marruecos y Argelia, respaldada o no por las superpotencias, tiene una influencia directa sobre nuestros intereses políticos, estratégicos y económicos.

Joseph Nye ha alertado sobre la posibilidad de que caminemos como sonámbulos a una guerra con China. Desde España hay que estar atentos a lo que puede producir el síndrome del sonámbulo en nuestro entorno.





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