Rusia decidió intervenir en la guerra de Siria con un objetivo claro, conseguir una base naval permanente en el Mediterráneo para su Armada. Tras las negociaciones con el régimen Bashar al-Asad, el Gobierno ruso consiguió el visto bueno para establecer una gran base en el puerto de Tartus, al sur del país árabe donde amarrar hasta buques de propulsión nuclear. La respuesta de la OTAN ha sido el despliegue, cada vez más frecuente, de su fuerza naval en aguas del Mediterráneo en la parte oriental de este mar para seguir de cerca los pasos de los buques rusos que entran y salen de Siria.
Al frente de esta agrupación está actualmente la fragata más moderna de la Armada española, la F-105 Cristóbal Colón. La fuerza naval, conocida como SNMG2 (Standing Nato Maritime Group), representa la primera línea de actuación de la Alianza Atlántica ante cualquier incidente que se produzca en esta zona. El buque español comenzó este exigente despliegue el pasado mes de noviembre y tiene previsto regresar a su base en el Arsenal de Ferrol a principios de abril.
El capitán de fragata Juan Bautista Payá Martínez comanda el buque español. En una conexión por videoconferencia con Infodefensa.com, explica las operaciones que lleva a cabo esta fuerza naval y cómo es la vida a bordo del buque en tiempos de pandemia. Entre misión y misión también hay tiempo de salir a cubierta y coger un poco de aire. "Estamos en el Mediterráneo oriental. Hoy después de bastante tiempo tenemos un día casi de verano. El invierno en el Mediterráneo también tiene su dureza, aunque parezca que no. Salir y tomar un poco de vitamina D siempre viene bien", comenta el comandante de la F-105, nada más comenzar la conversación.
La OTAN dispone de cuatro Standing Naval Forces: dos en el Mediterráneo y otras dos en el Atlántico. En ambos escenarios hay una fuerza de fragatas y otra de cazaminas. El capitán de fragata español subraya que estas agrupaciones "proporcionan una fuerza de reacción inmediata para hacer frente a cualquier situación que puede producirse en la mar". Las fuerzas navales están preparadas para intervenir incluso en acciones de combate.
En el caso concreto de la SNMG2, detalla, tiene asignadas misiones de disuasión y defensa; gestión de crisis; seguridad cooperativa con países aliados en la zona; y seguridad marítima, que incluye un amplio abanico de acciones como lucha contra el terrorismo, tráfico de armas o inmigración. Antes de iniciar el despliegue, la dotación y el buque pasan un proceso de certificación muy exigente que les preparada para lo que vendrá. En España, el despliegue debe ser autorizado por el Consejo de Ministros, lo que pone de manifiesto la importancia del mismo.
El contraalmirante español Manuel Aguirre lidera esta agrupación desde julio del año pasado. Él y su estado mayor, formado por personal español y de otros países aliados, están a bordo de la fragata Cristóbal Colón. El mando de este tipo de agrupaciones es rotatorio y tiene una duración de un año. Como destaca Payá Martínez, esto implica un mayor esfuerzo puesto hay que proporcionar durante doce meses un buque de mando permanente, pero también aporta una mayor visibilidad de España en la OTAN.
Las ventajas de este tipo de despliegue son diversas. "Colaboramos con los barcos de otras marinas aliadas, lo que se conoce como interoperabilidad. También permite depurar las tácticas que tenemos en la OTAN, mejorar la coordinación y aporta experiencia en operaciones a las dotaciones. Y, sobre todo, es un orgullo mostrar nuestro pabellón haya por donde vamos en el Mediterráneo".
Para esta misión, la fragata Cristóbal Colón tiene a bordo a 233 personas. Por un lado, la dotación, formada por 185 marinos, y el Estado Mayor, casi 20 personas. A esto hay que sumar un helicóptero SH60-B con una unidad aérea embarcada y personal de mantenimiento, otras 20 personas más, y un equipo operativo de Infantería de Marina, compuesto por 11 efectivos, que proporciona seguridad en las cercanías de la costa y en los puertos. Junto con el buque español, navegan ahora mismo otras tres fragatas de Grecia, Turquía e Italia.
Aunque el área de actuación abarca todo el Mediterráneo, la zona más caliente es la parte oriental por la guerra en Siria, además del mar Negro. “Son las zonas más complicadas”, reconoce el comandante. Las misiones en estos escenarios implican una mayor concentración y un nivel de alistamiento y preparación especial. No obstante, añade, "trabajamos en niveles de amenaza bajos contra unidades de la OTAN, y, en cualquier caso, las políticas actuación son siempre de 'desescalatorias', simplemente mostrar presencia y recolectar inteligencia".
En el Mediterráneo oriental, por ejemplo, las principales misiones son mostrar la presencia de la Alianza en aguas internacionales y seguir los patrones de movimiento de los buques de Rusia en la zona o el tráfico mercante sospechoso de cometer actividades ilegales. “Al final y al cabo, patrullamos la zona y tratamos de obtener toda la información que sea posible", resalta Payá.
La Cristóbal Colón está inmersa en un despliegue más exigente de lo habitual a causa de la pandemia de la Covid. En los buques, el coronavirus ha trastocado especialmente el ritmo de vida. "Como nosotros decimos el barco es el paraíso para este virus. En 150 metros de eslora y 18 de manga convivimos casi 250 personas. Esa convivencia estrecha hace que sea muy fácil la transmisión del virus. Las superficies metálicas y las tomas de aire hacen que puedan propagarse rápidamente".
Para evitar esto, las medidas preventivas y los protocolos son exigentes. Tras realizar un test, pasar una cuarentena y repetir de nuevo el texto, la tripulación embarca y sale a navegar. Una vez realizado el embarque, hay que estar entre 10 y 15 días a bordo utilizando mascarillas y con medidas de distanciamiento social, comiendo, por ejemplo, separados. "Después de 15 días en la mar, sin ningún caso y sin ningún síntoma, podemos declarar el barco Covid free", explica.
Pero la cosa no acaba aquí. El buque tiene que entrar en puerto, continúa Payá, y recabar víveres, por lo que hay un protocolo para minimizar los contactos con el exterior. "Cuando por ejemplo el practico embarca a bordo para la maniobra de salida del puerto hay un protocolo muy estricto para evitar que el bicho como le llamamos nosotros pudiera entrar". Todo ha cambiado mucho. "El día a día no son las navegaciones de antes donde podías viajar a puerto y visitar la ciudad, tenemos que estar a bordo, nos organizamos bien, la dotación es disciplinada, y tenemos herramientas para mantener la motivación alta, y sobrellevar las largas navegaciones".
El comandante tiene la misión de gestionar los ánimos de la dotación. "Hay que detectar humos antes de que se conviertan en incendios. Intentar resolver los problemas normales que puedan surgir después de cinco meses en un espacio confinado. Estoy muy orgulloso de la dotación, estamos preparados para estas cosas y otras mucho peores", subraya el capitán de fragata.
Antes de regresar a casa a principios de abril, la fragata Cristóbal Colón todavía tiene por delante un apretado calendario de ejercicios y misiones. Aunque los movimientos de este tipo de agrupaciones son confidenciales, el buque y la fuerza naval estarán un tiempo en la zona del Mediterráneo oriental y a finales de febrero participarán en el principal ejercicio de guerra antisubmarina de la OTAN que tendrá lugar en Italia. Tras estas maniobras, entrarán en el Mar Negro.
“Después seremos relevados por el siguiente buque de mando, la fragata Méndez Núñez e iniciaremos el tránsito a casa donde tenemos previsto llegar en torno a Semana Santa. Descansaremos unos días para preparar la siguiente navegación muy exigente por delante antes del verano. Nosotros tenemos un ciclo operativo con un año de preparación para después estar un año de alta disponibilidad en el que estamos”, señala Payá.
Si bien, la presencia de buques españoles en las agrupaciones SNMG no es la misión más conocida de las Fuerzas Armadas en el exterior, el comandante de la Cristóbal Colón recuerda, antes de despedirse, que la Armada participa en estas agrupaciones desde hace 30 años, con el objetivo de estar "siempre en guardia permanente para mejorar la seguridad en Europa y en el mundo".