La presentación de la Agenda Sectorial de la Industria Aeronáutica española coincidió en fechas con el anuncio formal de la intención del Ministerio de Defensa de participar como socio industrial en el programa franco-alemán de futuro avión de combate europeo. Una intención que es relevante no solo desde el punto de vista operativo sino también desde el punto de vista industrial.
La industria aeronáutica actúa como motor de otros sectores industriales y del desarrollo de tecnologías avanzadas con fuertes implicaciones transversales. La importancia de los programas de defensa para el desarrollo del sector aeronáutico quedó bien patente durante la presentación de la agenda. En España el programa FACA propició, gracias a un eficaz esquema de compensaciones, el desarrollo y transformación del sector durante la década de los 80. Un desarrollo que sentó las bases para la participación en otros programas como el EF2000 o el A400M que consolidaron nuestro sector en torno a nuestra participación en Airbus, aunque no de forma exclusiva.
El programa de desarrollo de un nuevo caza europeo parte del objetivo político, impulsado sobre todo desde París y Berlín, de conseguir una mayor autonomía estratégica. Eso se traduce en que el futuro sistema proporcione capacidad de disuasión y de proyección de poder. Para Francia eso se relaciona específicamente con la capacidad de portar armamento nuclear y de operar desde portaaviones.
Desde el punto de vista de desarrollo tecnológico el sistema debe propiciar avances en cuatro áreas fundamentales: plataforma, sensores, procesado de información y comunicaciones y, evidentemente, armamento.
En el ámbito de las plataformas el desarrollo debe acompasarse con el programa Euromale y con otras iniciativas en materia de UCAVs, puesto que los nuevos conceptos plantean la actuación cooperativa de sistemas tripulados y no tripulados. En el ámbito del armamento se deberá propiciar sistemas con cada vez más precisión y la integración de sistemas no letales. En el desarrollo de nuevos sensores se deberá tener en cuenta la necesidad de una mejor capacidad de discriminación de fuerzas hostiles y propias, y sobre todo, de disponer de una conciencia situacional cada vez más completa a diferentes niveles. Este último factor obliga a actuar sobre los sistemas de proceso de información para mejorar la capacidad de respuesta y de seguimiento de las operaciones en tiempo real.
La alternativa a la propuesta franco-alemana se presenta en el programa Tempest británico al que se han unido Holanda e Italia. Tres países que son a su vez usuarios del sistema norteamericano F35 que ha sido elegido también por la Fuerza Aérea belga para relevo de sus F16, y que compite con otras plataformas europeas para relevar a los Mig 29 y SU22 polacos.
La iniciativa a la que ahora se suma España afronta no pocos desafíos relacionados con requisitos, costes y plazos razonables. En cuanto a costes para España el esfuerzo será considerable. Las estimaciones para el desarrollo del concepto plantean una contribución nacional que rondaría los 25 millones de euros en los próximos dos años.
En cuanto a plazos se pretende firmar el memorándum de entendimiento trilateral durante la próxima edición de la feria Le Bourget y finalizar el concepto en 2020. En los siguientes 5 años se deberá disponer de un demostrador que permita cerrar las especificaciones de serie en 2030 y disponer de las primeras unidades operativas en 2040.
Este calendario presenta algunas incógnitas desde el punto de vista operativo ya que las previsiones españolas contemplan la operatividad de la flota de F18 hasta el horizonte 2030 como máximo. El problema de la aviación embarcada es especialmente singular puesto que los actuales AV8B deberían relevarse en el entorno de 2025. En ese caso la fecha de 2040 puede ser demasiado lejana, sin contar con previsibles retrasos en el nuevo programa que no deben descartarse.
Previsiblemente estas incógnitas se irán despejando en los próximos meses en los que habrá que perfilar las condiciones de participación industrial y las soluciones operativas interinas que sean necesarias. Así la participación española en el programa es sin duda una buena noticia siempre que se establezcan adecuadamente los objetivos que permitan dar un nuevo salto cualitativo en términos operativos e industriales.