A principios de 2018 nos asomábamos con esperanza al año que empezaba. Es momento ahora de repasar los acontecimientos más significativos y levantar la vista hacia 2019. Señalábamos, en primer lugar, la importancia del ámbito europeo en materia de cooperación para la defensa. Durante el año que termina se ha materializado el impulso a la Pesco y, en concreto, a su derivada del Plan Europeo de Defensa (Edap) para cuyo desarrollo España ha jugado un papel relevante. En el primer ámbito se ha materializado el liderazgo español en uno de los proyectos más significativos como es el de mando y control estratégico. En el desarrollo del Edap, se han impulsado desde Bruselas diferentes iniciativas que tendrán que materializarse durante 2019 y en los que la cooperación entre administraciones e industria será fundamental para concretar la posición que España debe jugar en el futuro.
El desenlace final del Brexit y las próximas elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de mayo son factores que habrá que seguir de cerca por su previsible impacto en el desarrollo de la política exterior y de defensa común. El papel estratégico europeo y, en especial, el refuerzo a la cooperación parecen más necesarios que nunca, en el mundo convulso que se presenta en el que además la actual posición de la Administración norteamericana debería obligar a una reflexión europea en materia estratégica.
En clave nacional iniciábamos el año con presupuesto prorrogado. Una situación similar a la actual. La situación presupuestaria es verdaderamente incierta, como lo es la situación política nacional. Los hechos políticos parecen alejados del llamamiento reiterado a la necesaria estabilidad para establecer un panorama financiero para la defensa. Esta situación no ha impedido que durante 2018 se hayan tomado las decisiones políticas iniciales que son necesarias para abrir nuevas inversiones. El nuevo ciclo inversor, anunciado a principios de 2018 por el equipo de gobierno del PP, ha dado paso a un nuevo paquete de programas para recuperación de capacidades operativas e industriales, auspiciado por el actual gobierno liderado por el PSOE.
Una continuidad en el fondo de la cuestión que nos permite abrir nuevamente una puerta al optimismo, que se confirmará o desmentirá durante los primeros meses de 2019, conforme se vayan materializando los diferentes programas, especialmente los incluidos en el paquete de casi 7.500 millones de euros aprobados en Consejo de Ministros del pasado 14 de diciembre, que se añaden a los aprobados con anterioridad y que ascendían a una cifra cercana a los 6.000 millones de euros. Las nuevas inversiones en total rozan los 15.000 millones en un horizonte de 15 años. En conjunto cuando se materialicen, permitirán la generación de un volumen de actividad superior a los 30.000 millones en ese periodo, lo que equivale a alrededor del 3% del PIB español.
La clarificación de la demanda, derivada de los nuevos resultados de planeamiento militar que se esperan durante el primer semestre de 2019, permitirá orientar la actividad industrial de un sector que ha acogido con ilusión las medidas políticas anunciadas. Desde el ámbito de la industria se venía reclamando la necesidad de reactivar el mercado interno. Las fortalezas tecnológicas y agilidad de nuestras empresas para responder en los mercados internacionales han quedado demostradas en la última década. Feindef será un escaparate de lo que somos y es una oportunidad que debe aprovecharse al máximo como herramienta para mostrar nuestras capacidades.
Pero debemos ser conscientes de nuestras debilidades. En primer lugar, hay que incidir en la confianza que deben tener nuestras Fuerzas Armadas en los productos que la industria española puede proporcionar. En el exterior, dependemos excesivamente de determinados sectores o mercados concretos. La participación española en, por ejemplo, futuros programas aeronáuticos europeos es una necesidad puesto que estos son tractores de actividad transversal. Europa es un mercado preferente como lo es también Oriente Medio y Norte de África, cuya importancia debe ser reconocida y asumida sin complejos ni prevenciones a nivel político.
Es precisamente en ese plano político donde se ven las grandes incertidumbres que afrontamos y aparecen nuevamente las dudas que presenta una situación interna ciertamente compleja y que condiciona cualquier política de estado y, por supuesto, la de defensa.