Fueron cerca de cinco horas de discusión entre los diputados mexicanos quienes, con 326 votos a favor y 119 en contra, aprobaron la creación de la Guardia Nacional (GN) propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador como el cuerpo de seguridad que se encargará de enfrentar a la desbordante delincuencia organizada en México, para retirar al grueso de las Fuerzas Armadas Mexicanas de las labores de seguridad pública. La GN contará con 50.000 efectivos provenientes de las policías militares, navales, federal y civiles voluntarios.
A menos que algo cambie durante la noche, la GN ha quedado definida como una Policía Civil, dependiente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, liderada por un mando civil, cuya jerarquía estará por sobre una junta de jefes provenientes de Sedena, Semar y la Secretaría de Seguridad para resolver efectivamente la anterior confusión entre mandos civiles militares. La Sedena, Semar y Policía Federal se encargarán de reclutar, entrenar y liderar las operaciones designadas por el mando civil.
Entre otras modificaciones destaca el retiro de facultades para que la GN haga labores investigativas, aparte de que los delitos en los que incurran sus miembros serán juzgados en el ámbito civil, mientras que las faltas disciplinarias serán atendidas por el fuero militar.
Las discusiones particulares, aún en curso, son relativas a su mando, adscripción, mecanismo de evaluación, la presencia de las fuerzas armadas en sus filas, sus mecanismos de coordinación con los niveles de gobierno estatal y municipal, así como la capacitación de su personal hacia un esquema mas civil. Aunque el resultado que se tiene hasta ahora es aplaudible en el sentido de que organizacionalmente un cuerpo de seguridad de caracter militar, finalmente estará al mando de un civil en México quien, a su vez, tendrá debajo de él a una junta de jefes de Estado Mayor.
Este tipo de organización existe en la mayoría de las fuerzas armadas modernas y de naciones democráticas, por el equilibrio y el grado de control que otorga a los representantes civiles contra los grandes gerarcas militares supeditados a él; por lo tanto, representa un paso histórico en la democratización y modernización de las Fuerzas Armadas Mexicanas y, deja en contraste a las estructuras de la era posrevolucionaria de la Secretaría de la Defensa y Marina, (Sedena y Semar).
Pese a esto aún hay una minoría de legisladores que continúan oponiéndose a esta iniciativa, primero por haber sido propuesta con un mando militar y ahora por el tema de la junta de jefes, quienes promoverán que el Senado mexicano, rechace la iniciativa.