Una vez comprometido el envío de armas desde Occidente, el gran problema es cómo hacerlas llegar a Ucrania. La ruta final pasa por Polonia y la coordinación por la OTAN y la Asociación para la Paz. Hungría también es un punto clave, y al menos una parte del material ya está concentrando en la zona gracias a aviones de transporte húngaros.
Hay al menos dos viajes constatados con imágenes de sendos aviones Boeing C-17 pertenecientes al Ala de Transporte Aéreo Pesado de la OTAN, ubicada en la base de Pápa (Hungría). Uno de ellos, según la prensa local, transportó un envío de Países Bajos, integrado por 200 misiles antiaéreos Stinger, 100 rifles de francotirador con 30.000 balas, 50 lanzacohetes anticarro Panzerfaust 3 con 400 cohetes, 30 detectores de metales (antiminas) y dos robots con cable para minas marinas, además de cinco radares de localización de armas, dos de vigilancia de campo de batalla para buscar artillería enemiga, 3.000 cascos de combate y 2.000 chalecos antifragmentos.
El otro, también según la prensa local, voló desde Hungría a Noruega primero y a Lituania después con equipo militar del país escandinavo, supuestamente con los 2.000 lanzagranadas anticarro M72 o al menos una parte.
Avión de la SAC (Capacidad de Transporte Aéreo Estratégico). Foto: OTAN.
En su respuesta a la aparición de las fotos que confirmaban estas noticias, el Gobierno de Viktor Orbán reconoció la existencia de tres aeronaves húngaras destinados a tareas relacionadas con la Capacidad de Transporte Aéreo Estratégico (SAC) en la que cooperan diez países (Bulgaria, Estonia, Hungría, Lituania, Países Bajos, Noruega, Polonia, Rumania, Eslovenia y EE UU) miembros de la OTAN y dos (Finlandia y Suecia) de la Asociación para la Paz (PFP por sus siglas en inglés). Según Hungría, cada país participante puede comprar horas de vuelo para sus propios fines y ni Hungría ni sus Fuerzas Armadas saben para qué se han usado las aeronaves. De hecho, Orbán sigue manteniendo que ni enviará armas ni permitirá que se envíen a través de sus fronteras.
Sea como fuere, las armas parece que están llegando. La Plataforma Multimedia Exterior de Ucrania (Ukrinform) ha replciado en su web un comunicado de la Agencia Alemana de Prensa (DPA) en el que se afirma que "las armas que Alemania otorgó a Ucrania han sido entregadas".
Que el material llega a su destino se desprende también de las declaraciones de ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, que incluso anunció en rueda de prensa el pasado miércoles que las rutas están abiertas al asegurar que “un cargamento grande de lanzagranadas antitanque Javelin y obuses, armas pequeñas, equipo de protección personal, sistemas portátiles de misiles antiaéreos, 5.000 lanzagranadas, sistemas antiaéreos, rifles de francotirador modernos, municiones, cascos, chalecos antibalas, un lote grande de Stringer fortalecerá nuestra defensa en las próximas horas".
Dos rutas desde Polonia
El paso por tierra más seguro sería a través de Polonia, donde se está concentrando una buena parte de ese material. En algún medio se ha especulado ya sobre que la OTAN utilice para introducir el armamento los mismos medios que usan los refugiados para salir del país, ya sea a través de los combatientes llegados del exterior para entrar, tanto milicias internacionales como ucranianos residentes en el extranjero que regresan para defender su país, o de los propios soldados ucranianos que salgan a por ellos.
No obstante, según ha explicado el investigador de Seguridad Europea del Instituto Real de Servicios Unidos Ed Arnold al periódico DW, hay otras opciones menos improvisadas que pasan por dos rutas, “una cercana a la frontera bielorrusa y luego hay otra ligeramente al sur”, ya que el cruce por Eslovaquia “es más complicado por las montañas” y Rumanía se ha negado a permitir el paso de armas por su territorio.
Un problema en todo esto son los tiempos. Los soldados ucranianos se quedan sin material, aunque se calcula que puedan aguantar aún entre cuatro y seis días más los que les sume el material ruso abandonado que puedan ir incorporando. Una semana a lo sumo, como mucho.
El otro problema es que Rusia no se quedará sentada viendo entrar ese material e intentará interceptarlo.