“La feria comienza a consolidarse como elemento esencial para la generación de un ecosistema público privado para la defensa”. La frase es del director general de Armamento y Material (DiGAM), almirante Santiago González, y la ofreció en la clausura de la Feria Internacional de Defensa Feindef 2021. Esa frase resume la feria en su totalidad. Ha crecido, en muchos aspectos aún es poco “cosmopolita”, por decirlo suave, pero el crecimiento y la mejora de calidad de los expositores son innegables, también el aumento de la afluencia, a rebosar todos los días incluido el último, que aunque se notó la bajada no fue tan grande como la que suele ser habitual en este tipo de eventos.
La mayoría de las empresas aguantó el tipo hasta el último momento, solo se fueron las más pequeñas y pocas. De la parte institucional solo sobrevivió el propio almirante, siempre el almirante, incombustible. No es algo nuevo, el DiGAM está siempre ahí, en Feindef y en cualquier otra feria del mundo donde la industria nacional necesite su apoyo o puede haber algo interesante para las Fuerzas Armadas españolas.
El balance final, si se pregunta a las empresas, ha sido muy positivo. Ha habido contactos importantes, negocios encarrilados, rúbrica de acuerdos de colaboración o de desarrollo conjunto de productos e incluso firmas de ventas.
La organización ha medido ese éxito en cifras: más de 12.000 visitantes, 75 delegaciones, 300 expositores y más de 100 medios de comunicación. De las compañías participantes, además, 220 empresas ya han confirmado su presencia en la siguiente edición, prevista para los días 17, 18 y 19 de mayo de 2023.
Un evento netamente tecnológico
La feria ha destacado por su carácter altamente tecnológico. La mayoría de los stands eran de bata blanca, más científicos que industriales y más de microchip que de chapa de acero. Había por supuesto grandes vehículos, como el VCR 8x8 Dragón español, expuesto tan cerca del Stryker estadounidense que podía verse la diferencia de tamaño, el español el doble de grande que el americano. Una curiosidad, ambos vehículos proceden de la barcaza del Piraña de General Dynamics, representada en Feindef por su filial española Santa Bárbara Sistemas, aunque entre ambos hay 20 años de diferencia que le han hecho crecer en tamaño. Uno es sin duda la evolución del otro o, al menos, dos formas diferentes de entender el mismo concepto.
También había grandes helicópteros y hasta lanchas, pero lo importante no eran esas enormes carcasas blindadas, sino lo que llevaban dentro. Sistemas de vigilancia de última generación, pantallas y más pantallas, radios irrastreables, estaciones de armas automáticas y kits de conducción opcionalmente tripulada, lo que quiere decir que el vehículo que los monte no necesita conductor. Drones, ropa inteligente, gafas de realidad aumentada o simuladores para aprender a conducir un pequeño vehículo, pilotar un avión o un buque del tamaño de un portaviones sin salir de una sala o incluso desde un mismo asiento. Y encima aprender así es divertido, y lo es gracias a joystic futuristas, sistemas de manejo por voz o incluso de seguimiento de pupila, sistemas todos ellos que volverían loco hasta a los fans más exquisitos del mundo de los videojuegos.
Armas como tal apenas había, pero sistemas de seguimiento de objetivos, radares o cámaras térmicas brotaban en cada stand. Hablar con cualquier empresa ha sido estos días empaparse de ingeniería en estado puro, de gemelos digitales para abaratar el mantenimiento y poder realizar reparaciones sin error posible, de avatares, de sistemas para eliminar lo máximo posible la huella logística y de ver palabras como “sostenimiento”, tan habituales en otros sectores, escritas en lo más alto de los carteles.
Por allí han podido verse hasta a los sindicatos, con líderes de la talla del Pepe Álvarez a la cabeza, disfrutando de la presentación de productos que llevarán empleo estable y de calidad a esas regiones de la España vaciada que todos quieren tanto cuando hay elecciones, pero que realmente solo levantan la cabeza gracias a la descentralización de estas empresas o a las bases y cuarteles que las Fuerzas Armadas se empeñan en repartir por el país en vez de concentrar en los grandes núcleos de población.
Pero si hay algo que ha mostrado que Feindef es ya una feria prácticamente consolidada no han sido las palabras del DiGAM, sino los intentos de los grupos antimilitaristas por boicotearla, con pirateos informáticos incluidos a la propia feria o a cualquier que estuviera relacionado con ella y con manifestaciones previas a la apertura del certamen al más puro estilo de los grandes eventos del resto de Europa. Eso… y las colas.