De puzles, mosaicos y ferias

Hace unos años, un grupo de ex directivos del Grupo Continente plasmaron en una breve obra titulada Comprometidos con la empresa su experiencia en la construcción de una compañía que se convirtió en líder en su sector y en referencia a nivel mundial. Por vicisitudes del destino la empresa hoy no existe pero su experiencia puede servir de ejemplo. Entre otras cosas, asimilaban su enfoque empresarial a la construcción de un puzle que requiere buscar los límites, clasificar las piezas y encajarlas. El resultado es un conjunto que tiene valor por la suma de los valores de sus partes.

En 2017, la agencia norteamericana Darpa publicó su visión sobre lo que denominaba Mosaic Warfare. Básicamente partía de la premisa de que la ventaja tecnológica de los Estados Unidos sobre sus competidores se estaba reduciendo progresivamente. Para mantener la superioridad, era preciso aprovechar el potencial de diferentes componentes tecnológicos, agrupándolos de forma coordinada y con mentalidad abierta y flexible para obtener sistemas y soluciones adaptados a las necesidades de cada momento. El ejemplo del mosaico servía a la agencia para contraponerlo con la rigidez de soluciones tradicionales.

En ambos casos, puzles o mosaicos, las partes individualmente no valen nada. El conjunto lo es todo manteniendo la singularidad de los componentes. Pero hay diferencias importantes. En un puzle las piezas solo encajan de una manera, para un caso concreto y si se pierde una se puede desvirtuar el conjunto y la pieza no se puede encajar en otro. En un mosaico las piezas se pueden integrar de diferentes formas y en diferentes lugares, si se pierde una el conjunto se mantiene, y las piezas aisladas pueden tener cabida en otros conjuntos.

En España siempre hemos sido buenos en construir mosaicos. Especialmente en el ámbito militar. Los Tercios eran la integración orgánica de capacidades parciales, puestas bajo un mando único, compartiendo visión y valores y orientadas a cumplir una misión determinada. Siglos después, en nuestras campañas coloniales, la constitución de 'columnas' integrando elementos de diferentes unidades de forma flexible en función de la situación táctica, respondía a la misma concepción de mosaico. Quizás la palabra española 'columna' tenga menos encanto que la inglesa 'battle group' pero la idea es la misma: integrar de forma coordinada y flexible piezas que por sí mismas tienen un valor reducido, pero que son sumandos de un conjunto que es el que tiene el verdadero valor, para cumplir temporalmente una función.

Trasladado a las adquisiciones de sistemas de armas el concepto permite integrar piezas de coste razonable y con alto valor tecnológico, en soluciones que puedan adaptarse fácilmente a los cambios en la situación y responder de forma flexible a los requisitos operativos.

Desde el punto de vista industrial, esta visión tiene su trascendencia sobre todo en casos como el español. Nuestro sector de defensa es, en general, muy complementario y permite integrar capacidades aportadas por diferentes empresas. Claro que hay áreas de competencia y solape, lo que no es necesariamente malo, pero quizás menos de lo que podríamos pensar. El ámbito público debe favorecer esa puesta en común de capacidades y no entrar en competencia con el sector privado.

Como recientemente se reclamaba desde una parte de la industria en un foro de prospectiva tecnológica para la Fuerza 2035, debemos pasar de la competición a la cooperación y el consorcio, buscando una verdadera comunidad que proporcione servicios y soluciones para satisfacer las necesidades militares.

La celebración de Feindef es una excelente oportunidad para mostrar esa capacidad de la que dispone la industria de defensa española para construir mosaicos con tecnología avanzada. Debemos aprovecharla para afrontar un futuro incierto que requerirá cada vez más la colaboración como norma de actuación.