El pasado 30 de junio la Comisión Europea dio a conocer los resultados de la convocatoria de propuestas del Programa Europeo de Desarrollo Industrial en Materia de Defensa (Edidp) realizada en 2020. La aportación total de la Comisión asciende a 158,3 millones de euros, 5,2 menos de los previstos, que se han adjudicado a 26 proyectos, en los que participan un total de 420 entidades. La Comisión había recibido un total de 63 propuestas, el doble que para la convocatoria anterior, en las que participaban un total de 717 entidades. De las 63 propuestas recibidas 30 se han recibido en la llamada específica para pymes, que en conjunto representan el 35% de las entidades participantes y han recibido un 30% de la financiación disponible. La Comisión ha abierto la convocatoria a entidades participadas por terceros países (India, Israel, Japón, Omán, Suiza y Estados Unidos) además de mantenerse la presencia de entidades británicas.
Por países se mantiene el liderazgo de Francia cuyas entidades coordinan siete consorcios, seguida por Italia con cuatro, y España con tres. El resto de proyectos están liderados por Portugal, Grecia, Dinamarca, Lituania, Finlandia, Suecia, Letonia, Eslovenia, Austria, Bulgaria, Bélgica y Alemania. Los países del sur europeo lideran un total de 16 consorcios, un 62% del total. Los escandinavos y bálticos lideran 5 (19%) y el resto otros 5.
España participa en 19 de los 26 proyectos y lidera tres a través de Everis ADS, Satlantis y DAS Photonics. Por número de entidades participantes, España con 23 se sitúa en segundo lugar después de Francia. La comparación entre convocatorias de los años 19 y 20 puede resumirse en el siguiente cuadro:
Desde el punto de vista de los objetivos de la Comisión, el resultado de la convocatoria muestra que la industria de defensa europea ha respondido de forma muy satisfactoria a las expectativas generadas por el proyecto, reflejado en un incremento de un 60% en las entidades participantes en las propuestas y en el número de entidades seleccionadas, que se ha triplicado con respecto a la convocatoria anterior. El nivel de cooperación transfronteriza ha aumentado ligeramente, en cuanto a la media de países participantes por proyecto, pero es significativo destacar la voluntad de colaboración de la industria, que viene reflejada por el promedio de entidades participantes por proyecto que ha pasado de 10 a 16.
Es importante destacar la actividad de las pymes que han presentado casi el 50% de las propuestas totales recibidas, concentradas en una línea específica donde la competencia ha sido muy importante. El nivel de financiación para impulsar este segmento quizás sea uno de los aspectos de mejora más reseñables y que debe llevar a una reflexión específica. Merece la pena destacar también que, a pesar de los temores desde países extracomunitarios, la Comisión ha abierto la participación a entidades controladas por terceros países incluyendo algunos que se sitúan incluso fuera del ámbito OTAN. Una apertura hacia otros países que debe llevar a potenciar la presencia europea en mercados de terceros de forma recíproca.
En otro orden de cosas, es importante destacar la importancia del triángulo Madrid-París-Roma que ya se había apuntado en la convocatoria anterior. Francia, España e Italia lideran un total de 14 proyectos. Estos países, junto con Portugal y Grecia, lideran casi dos terceras partes de los consorcios seleccionados. La presencia del eje mediterráneo en las iniciativas europeas, puede cuestionar de alguna manera el protagonismo del eje París-Berlín. En este sentido, como ocurrió en la convocatoria anterior, es llamativa la relativamente débil presencia alemana en las iniciativas comunitarias. En un análisis regional merece la pena destacar la participación de los países nórdicos y bálticos, que lideran un 19% de los consorcios, aunque a primera vista favorecen la colaboración entre ellos y están menos abiertos a la colaboración global que los latinos.
En España la industria no ha perdido fuelle. A pesar de la pandemia y de otras dificultades internas, la participación española sigue siendo sobresaliente. En número de entidades participantes somos los segundos tras Francia, por delante de Italia y Alemania. Nuestra industria se coloca por delante de la de países que realizan inversiones de mucho mayor volumen y con un apoyo público que, en general, es muy superior al que se recibe en España.
La participación española por entidades refleja, en nuestra opinión, con bastante claridad las características de nuestro sector. Hay que destacar la participación de Indra en siete consorcios y la de GMV en seis. Pero también la de otras empresas como Everis Aeroespacial y Defensa, Escribano y Deimos en tres cada uno; o la de Instalaza y Tecnobit en dos cada uno. De forma especial el empuje de nuestras pymes se pone de manifiesto a través de los proyectos liderados por Satlantis o DAS Photonics. Sin olvidar la presencia de otras empresas como Unmanned Technologies, Piedrafita, Aertec, DHV, Two Optics Systems, o D3 que previsiblemente serán actores a tener en cuenta en el futuro.
La participación de pymes españolas ha sido uno de los objetivos de la DGAM y debería hacer reflexionar a las autoridades de otros ministerios sobre el potencial de nuestras empresas si contasen con un apoyo más decidido que no se circunscriba al ámbito del Ministerio de Defensa, cuyas posibilidades materiales son limitadas. La representación industrial española en los consorcios seleccionados confirma la importancia de las pymes en nuestro sector, el impulso de la iniciativa empresarial privada, y la aparición de nuevos actores, y otros no tan nuevos, que necesitan un mayor cuidado desde el cliente doméstico.
No menos importante es la aportación de los consorcios liderados por entidades españolas a las capacidades operativas, industriales y tecnológicas nacionales. En el primer caso la importante presencia de empresas españolas en los consorcios e-Colorss y Fires apunta a que, siguiendo el camino europeo, se podrá cubrir, en un plazo razonable, carencias en capacidades de lanzacohetes que habíamos perdido y en donde la participación industrial española en un posible futuro programa será relevante. En el segundo ámbito, el industrial, el liderazgo en el proyecto Nemos, y la importante participación en consorcios para desarrollos en el sector espacial, incide en reforzar la posición española en un sector donde ya somos protagonistas. Finalmente, y en el ámbito tecnológico, el proyecto Signal puede permitir consolidar el liderazgo en tecnologías realmente disruptivas como es el caso de la fotónica, un campo en el que sería recomendable un apoyo más decidido a nivel nacional ya que aporta ventajas competitivas desde un punto de vista estratégico.
Tras el resultado de la convocatoria de 2019, desde DGAM y la industria se subrayaba que el éxito español era un éxito colectivo resultado de un trabajo bien hecho en colaboración entre la propia DGAM y la industria en su conjunto sobre la base de nuestras peculiaridades y capacidades específicas. El resultado de la convocatoria de 2020 parece confirmar ese éxito a pesar de las dificultades de la pandemia y de una situación interna ciertamente compleja. Alcanzar posiciones de liderazgo es complicado, pero quizás sea más difícil mantenerse. Dependerá de nosotros mismos y de la voluntad política de apoyar un sector industrial que puede, sabe y quiere jugar un papel relevante en la construcción de una Defensa europea de la que España no debe quedar ajena.