Después de 47 años de intachable servicio en la Armada, el almirante retirado Juan Rodríguez Garat es hoy un reputado analista de Defensa y dedicada buena parte de su tiempo a la divulgación. Acaba de publicar el libro Tambores de Guerra -La Esfera de los Libros- donde hace un repaso por el convulso panorama geopolítico mundial y pone el foco en dos asignaturas pendientes en España, la conciencia nacional y la cultura de defensa.
Rodríguez Garat recibe a Infodefensa.com en la que todavía es su casa, el Museo Naval de Madrid, que dirigió ya en la reserva. La entrevista discurre en la Sala del Patronato del museo, que como curiosidad alberga un pedazo de piedra lunar -regalo de Estados Unidos a España-, una muestra de los tesoros que guarda.
Dedicada la primera mitad del libro a lo que llama el Desarme Moral durante los dos últimos siglos, ¿es ahí donde surgen los problemas con la cultura de defensa y las Fuerzas Armadas?
Sí, buena parte de ellos están en nuestra historia. En España, hay falta de conciencia nacional por razones históricas; perdimos nuestro imperio seguramente en el peor momento histórico, cuando en Europa se construían los nacionalismos. En España, hay un nacionalismo antagónico, demasiados españoles no creen en la noción de España. A esto hay que sumar las guerras a partir del XIX, siempre poco populares y la mayoría internas. El resultado es un pueblo español dividido en lo militar, que muestra ingenuidad sobre lo que ocurre en el mundo, cree que, si no nos metemos con nadie, nadie se meterá con nosotros. Todo esto lleva a que el poder militar español, el conjunto de Gobierno, Fuerzas Armadas y pueblo, flaquee, sobre todo, por el vértice del pueblo, pero también por el de las Fuerzas Armadas sometidas a presupuestos bajos desde hace décadas y por el del Gobierno con falta de liderazgo que ve el mundo en clave interna, en lugar de acordar una política exterior.
En el libro fija como punto de inflexión en todo este proceso el desastre de 1898
Fue la clave para el repliegue de España en sí misma y la primera parte del drama. España abandonó los mares y no regresó hasta bien entrado el siglo XIX ya en la Alianza Atlántica. Después en el siglo XX continuaron los pronunciamientos militares, con Primo de Rivera o la Guerra Civil, por tanto, el resurgir de España tuvo que esperar a salir de esa crisis, de ese pozo. A partir de los años 60 o 70 comenzó la recuperación económica y, en la Transición, la política. Pero tenemos dos asignaturas pendientes, la conciencia nacional y la cultura de defensa.
También hace hincapié en que los españoles siempre se han empeñado en regar de nuestro pasado
Es un problema que viene de lejos. Cuando España era un imperio se crea la Leyenda Negra. Ocurre con todos los imperios. Pero aquí, los españoles han participado mucho más en la Leyenda Negra de España de lo que cabría esperar, a diferencia de otros países. Esto hoy todavía ocurre; hay quien pretende que no solo nos disculpemos de nuestros fracasos históricos, sino también por nuestros éxitos, como si Hernán Cortes hubiera nacido ayer y hubiera estudiado los derechos humanos.
Al final responsabiliza a los tres vértices de la trinidad de la guerra, los ya citados Pueblo, Gobierno y Ejército, de la situación actual
Sí, todos somos pueblo hoy en día. Ese triángulo de Clausewitz hoy es mucho más homogéneo, el pueblo forma al Ejército y elige a sus líderes que responden ante el pueblo. La fuerza militar y política de España reside en el pueblo español. Por esa razón es tan necesario recuperar la conciencia nacional y adquirir esa cultura de defensa si de verdad queremos jugar un papel en el mundo. Los ejércitos españoles participan en despliegues en el exterior liderados por otros pueblos menos acomplejados que el nuestro y con una idea más clara de lo que quieren conseguir. En cierto modo, por desinterés de los españoles, estamos empleando los escasos recursos militares, para servir a las ideas de otros pueblos, sencillamente, porque nosotros no aportamos luz a la resolución de los problemas.
Como militar, ¿parte del problema no cree que también está en el pasado reciente de las Fuerzas Armadas?
El recelo hacia lo militar ha caído mucho, pero es verdad que hay todavía división sobre las Fuerzas Armadas. En la última encuesta oficial en 2017 sobre la posición de los españoles respecto a las Fuerzas Armadas daba una nota relativamente alta pero demasiado divisiva, dependiente de si el encuestado era votante de izquierda o de derecho y también de la edad. A los militares nos gustaría que los españoles nos valoraran de una forma mucho más homogénea; que nuestro cinco por así decirlo no fuera el producto de muchos dieces que no merecemos, ni de muchos ceros que tampoco merecemos. Esto se va consiguiendo poco a poco, aunque sea por un camino un poco extraño, las misiones en el exterior y el servicio a los españoles en caso de crisis. Esto está bien, pero deja de lado que los españoles comprendan para qué sirve la fuerza en las relaciones entre naciones. Y, sobre todo, hace perder de vista el concepto de la disuasión, el único que mantiene en paz a la Alianza Atlántica, y esto es así porque es la alianza más poderosa sobre la tierra.
¿La solución es abrir los cuarteles, como suele decirse?
Aquí me gustaría decir una cosa. Recuerdo que cuando volví de la operación Atalanta en los peores momentos de la piratería, me comentaron en el Ministerio que habían recibido muchas peticiones de entrevista, y todas las denegaron. No es un problema de los militares, sino del ministerio. Hemos mejorado muchísimo, pero todavía existe la duda ‘que hablen lo menos posible no vaya a ser que digan algo que no gusta’. También es cierto que entrevistar a un militar en activo, sus ideas o lo que diga, representa en cierta manera al Ejecutivo. Pero todavía queda mucho por andar para que el Ministerio de Defensa permita el acceso de los militares a la opinión pública en el mismo nivel que los países anglosajones o Francia.
Llegamos al concepto cultura de defensa muy manido, pero de difícil aplicación parece
Para empezar, hay que entender que es la cultura de defensa. El pueblo español no debería hablar de las armas, sino de para qué usar las armas. Todos los gobiernos desde la Transición han escrito en sus directivas nacionales de defensa la necesidad de potenciar la cultura de defensa, pero, en realidad, no han hecho nada, porque se confunde con las armas y con la milicia, los militares. La que puede resolver el problema no es el Gobierno, es la sociedad que tiene que mostrar interés. De las dos asignaturas pendientes que hemos hablado la conciencia nacional tiene que crearse en la escuela, tiene que figurar en los programas de educación qué es España. La cultura de defensa requiere de más edad, hablamos del uso de la fuerza para el bien. Tendría que partir de las universidades y, en concreto, de ciertas carreras de humanidades, como las facultades de Ciencias de la Información, que deberían abrirse más al mundo militar para que entre los alumnos salieran perfiles de divulgadores y pensadores de este tema concreto de la cultura de defensa, ¿para qué queremos la fuerza?; no personas que expliquen las diferencias entre los Eurofighter y los F-18, que ya las hay, sino personas que le digan a los españoles para qué queremos Eurofighter y F-18.
Existe una paradoja, como hablábamos antes, las Fuerzas Armadas son una institución muy valorada, pero al preguntar por la inversión en defensa sigue habiendo cierto rechazo
Con la guerra de Ucrania y las presiones iniciales de la OTAN, el pueblo español ha asumido que hay que invertir más. Pero la realidad es que los españoles no lo han decidido, sino que la Unión Europea nos presiona para gastar el 2%.
También aborda en el libro la modernización de las Fuerzas Armadas y las necesidades, en el caso de la Armada, por ejemplo, toca renovar los cazas Harrier
Sí, solo hay un candidato que es el F-35. Cualquier posible alternativa sería a muy largo plazo y no llegaría a tiempo para satisfacer la necesidad. La Armada perdería una capacidad que considera muy importante para la proyección y operación en teatros lejanos que no es realmente viable sin ala fija, hoy por hoy. En todo caso, la primera capacidad que tenemos que recuperar es la de combate. Después de las restricciones presupuestarias y el enfoque de dos décadas sobre las operaciones de paz, con el convencimiento de que nuestro enemigo eran los estados fallidos, las Fuerzas Armadas necesitan una inyección de vitaminas antes de estar en condiciones, con lo que tienen, de operar en escenarios de alta intensidad. Es verdad que ya está produciéndose con la compra de repuestos, munición, misiles...Este es el primer paso para ponerse en la situación que demandan los tiempos. Y no me refiero solo al material, sino también al personal.
¿Llegará España al 2% que pide la OTAN?
Apostaría a que sí, porque no lo pide la OTAN, insisto, lo pide la Unión Europea. La referencia cuando pensamos en el rearme español es Borrell, militante socialista del partido que está en el Gobierno. Cuando lo pedía solo la OTAN parecía que los países europeos arrastraban los pies. No es algo nuevo, salió de la cumbre de Gales hace ya más de diez años. Ahora, la Unión Europea, la propia Comisión, ha visto en la guerra de Ucrania una oportunidad para ganar músculo militar y resolver el problema que ha tenido siempre: un gigante político sin músculo militar se convierte en un enano.