El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó un llamamiento urgente a todos los países miembros para que vacíen sus reservas de material y entreguen todo lo que puedan a Ucrania ante la posibilidad de que una ofensiva rusa este verano pudiera romper el frente, colapsar las defensas y plantarse en Kiev. Para comprender las necesidades, primero debemos realizar una evaluación correcta de los próximos acontecimientos.
El desarrollo de una guerra se decide por la combinación de cinco factores: la capacidad industrial, el refresco de personal, la logística, la táctica y la superioridad tecnológica. De estos elementos, tres dependen de Ucrania, pero de la capacidad industrial y la superioridad tecnológica depende de Occidente, y es además de estos dos elementos de los que depende el curso de la guerra.
Ucrania se está quedando sin munición, la gasolina de la guerra, especialmente de la de gran calibre que en una guerra de frentes estabilizados se consume en grandes dosis diarias. Podemos decir que con muchas dificultades Europa ha adoptado diversas iniciativas para dotar de munición de 155 mm a Ucrania en los próximos meses. Las fábricas de medio mundo trabajan a tres turnos para satisfacer la demanda, y parece insuficiente, lo que nos debería generar una reflexión profunda sobre la capacidad industrial que debe permanecer inactiva en paz para una rápida puesta en marcha. Pero el problema no solo está en los fabricantes de munición. Los sectores químicos, del metal, eléctricos son críticos en la cadena de suministro, y si no hay una intervención gubernamental, los precios podrían dispararse y asignar los elementos de la cadena a clientes menos productivos pero dispuestos a pagar más.
En el año 2024, Ucrania debe mantener las líneas, lo que siempre es una tarea más fácil que atacar, y para ello necesita antes de verano munición con la que disuadir a las tropas rusas del frente de atacar, sometiéndolas a un gran desgaste y dificultando sus movimientos tácticos. También son críticos, como ha señalado el secretario general de la OTAN los sistemas de defensa antiaérea para evitar el dominio del aire, que sería mortal en la logística y en la moral de la población. Finalmente son necesarios equipos de transporte, de ingenieros, hospitales de campaña y en general todo lo que gira alrededor del soporte al combate.
España dispone de camiones, vehículos tácticos, misiles Mistral, sistemas Roland y Patriot que serían muy efectivos en Ucrania en estos momentos y de carros de combate Leopardo 2 E y material de artillería autopropulsada M-109 que podríamos entregar rápidamente recordando que esta guerra es nuestra guerra. Pero esta ayuda de emergencia no servirá para cambiar el curso de la guerra.
Para ello las fuerzas armadas de Ucrania necesitan de material nuevo terrestre y de defensa antiaérea y de munición nueva y en abundancia. La solución pasa por que los gobiernos encarguen a sus industrias aquellos equipos que actualmente tienen en línea de producción y que no necesitan de una planificación de ingeniería, adquisición de utillaje y búsqueda de proveedores para satisfacer la demanda urgente. Solo se puede cumplir con los plazos que demanda la guerra aprovechando al máximo lo que ya está en producción. Si Rusia es derrotada, tendremos tiempo para reponer stocks, pero si vence en Ucrania, la tensión se incrementará y tendremos que entrar en guerra, por eso necesitamos ganar tiempo.
¿Qué podríamos entregar a Ucrania en un plazo de un año que saliera de las fábricas españolas?. La respuesta no es muy halagüeña ya que hemos perdido muchas capacidades en productos como armas cortas y personales, equipos de visión nocturna, visores etc. pero todavía disponemos de capacidades que serían de una enorme utilidad en Ucrania.
En mi opinión lo más urgente es reponer los tubos de los obuses. El desgaste de las ánimas de los tubos es enorme cuando se trata de alto calibre a gran distancia, y después de unos dos mil disparos los riesgos de implosión o de errores en la puntería se incrementan. Los tubos ucranianos se encuentran ya al límite y tanto España como Alemania disponen de capacidad para entregar centenares de tubos de 155 mm en diversos calibres a Ucrania y mantener los sistemas actuales operativos, lo que se me antoja crítico.
Los sistemas C-90 y Alcotán de la aragonesa Instalaza serían asimismo de una enorme utilidad, como ya lo están siendo y aumentar su producción no plantearía enormes problemas más allá de la dimensionamiento de los recursos.
Las estaciones remotas de Escribano de 12,7 mm que están en producción y que se pueden instalar en una variedad de plataformas serían asimismo de extraordinaria utilidad en el frente sin exponer demasiado a la tropa en las operaciones.
Algunos sistemas optrónicos y equipos logísticos como cocinas, material sanitario y quirófanos móviles también podrían entregarse en un plazo relativamente corto y disponemos de un conjunto de compañías con enormes capacidades para satisfacer esta demanda de forma perentoria.
Finalmente podría indicar los vehículos Pizarro en la versión inglesa del Ajax que Santa Bárbara produce en Trubia que con sus cadenas y su versatilidad tendrían un efecto demoledor en el frente.
Pero esto que parece fácil, no lo es tanto. Para conseguirlo hay que poner al país en economía de guerra. Hay que reducir burocracia y procedimientos, incautar la producción de aceros, de otros materiales críticos, muchos de los cuales no están en España. Hay que evitar cualquier riesgo tecnológico o retraso, en la guerra no hay margen para aventuras. Seguramente no hay otra fábrica en Europa con la capacidad de entregar vehículos de combate este año que la asturiana. Rheinmetall ha tenido que marchar a Australia para poder producir vehículos Boxer 8x8 para el Ejército alemán ante la incapacidad de las empresas alemanas de satisfacer este requerimiento, colapsadas por sus costes, su incapacidad industrial y la burocracia laboral alemana.
Se trataría de aplicar los mecanismos de la pandemia para esta situación y controlar la cadena de suministro y poner a fábricas civiles a producir materiales y equipos para las fábricas de Defensa. Ante esta situación de emergencia habrá que dejar a un lado regulaciones y procedimientos que pueden afectar negativamente al objetivo principal, hay cientos de ellos que se pueden obviar. Serán necesarios profesionales de otros sectores como soldadores, mecanizados, torneros etc. que deberán movilizarse con carácter urgente hacia las empresas de Defensa.
Con esta flexibilización y con equipos que ya están en producción, se pueden eliminar los costes no recurrentes y conseguir plazos y precios muy competitivos, y sobre todo satisfacer las urgentes necesidades ucranianas.
Se trataría además de crear empleo y actividad en la industria española con el consiguiente efecto beneficioso sobre la economía, en particular en zonas como Asturias, Andalucía y Aragón.
No tenemos mucho más tiempo y el gobierno español podría tomar esta capacidad y ponerla al servicio de Europa para que se financien contratos a la industria española no solo con presupuestos propios sino con comunitarios, en un claro ejemplo de colaboración europea.
Si lo conseguimos, no solo habremos derrotado a Rusia en Ucrania sino que habremos lanzado al mundo una imagen de capacidad industrial y de compromiso con la seguridad mundial que nos daría réditos para muchos años.