La empresa madrileña Escribano Mechanical and Engineering se ha metido de cabeza en el desarrollo de sistemas con capacidad de inteligencia artificial (IA) con un objetivo: la protección de la fuerza; y dos líneas principales de trabajo: la eficacia de la munición y la identificación de amenazas. Para conseguirlo, además de las instalaciones de diseño y producción que la compañía tiene en Alcalá, la empresa cuenta con el campo de pruebas de El Viso, lo que la convierte en una compañía vertical, capaz de desarrollar toda la cadena de producción, desde el diseño hasta los test finales.
A falta de la construcción del edificio que alojará a los clientes que acudan al cerro a ver sus productos, los circuitos, campos de prueba y galerías de El Viso ya están a pleno rendimiento (de hecho algunas partes ya llevan meses abiertas hasta el punto de que han acogido la visita de agregados militares de varios países y del JEME español).
Completado este proceso de verticalización de la empresa, la compañía trabaja ahora en dar un paso más en su proceso evolutivo con la inmersión en la inteligencia artificial. La hasta ahora última apuesta de Escribano para dotar a sus equipos de la capacidad de reconocer e identificar imágenes. Es decir, que un soldado pueda distinguir entre las imágenes que le muestra su cámara de conducción qué es una persona y qué una ventana o si hay alguien detrás con un arma.
Un Vamtac con la torre Aspis de Escribano.
El CEO de la empresa, Ángel Escribano, lo explica: “Queremos dotar a nuestros equipos de la suficiente información para que al usuario le sea útil. Nuestro cerebro no puede analizar de forma instantánea todas las imágenes que entran en nuestro campo visual, lo que queremos que nuestros sistemas informen de todo eso que se nos puede escapar”.
El análisis de imágenes permite identificar y advertir de amenazas que de otra manera podrían pasar desapercibidas, lo que supone un incremento importante de la seguridad del combatiente.
Esa aplicación de la inteligencia a sus productos no se queda ahí, sino que también la están aplicando a otros productos como la munición guiada. En este campo, Escribano ya ha logrado reducir el denominado círculo de error probable de un proyectil a entre 8 y 12 metros. Este desarrollo, en el que Escribano está apoyada por el Ejército de Tierra y la DGAM, estará listo según su presidente “este mismo año”.
Un 90% de exportaciones
La empresa está presente en todos los ámbitos de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil excepto en el Ejército del Aire, para quienes desde la empresa se explicó que tienen productos, como estaciones de armas como la que se diseñó junto a Rheinmetall y Airbus, y sistemas optrónicos, pero que todos requieren de una certificación especial que solo se logra volándolos, lo que implica tener acceso a al menos un avión. En el caso de Tierra y de la Armada la colaboración es mayor, ya que ambos dan acceso a sus vehículos para las pruebas de la industria nacional. Es decir, dejando fuera al Ejército del Aire, Escribano trabaja en casi todos los programas de relieve de las Fuerzas Armadas con estaciones de armas para la Armada (están incluso en su programa estrella, las F-110), los sistemas de ayuda a la conducción del Pizarro del Ejército de Tierra (donde también están en su programa estrella, el 8x8 Dragón) y dotando a la Guardia Civil de sus sistemas optrónicos, de hecho la mayoría de las cámaras que usa el cuerpo en el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) son de Escribano.
Torre naval Sentinel de Escribano.
Aún así, la mayor parte de la producción de Escribano sale fuera del país. El 90% de sus productos se reparten anualmente por Oriente Próximo, norte de África y Latinoamérica. De hecho, en la empresa destacan como una de sus características es que venden fuera productos que nos venden en su propio país, lo que en Defensa es sin duda una particularidad, ya que habitualmente la primera salida de los productos de un país son sus propias Fuerzas Armadas.
Estaciones para los carros de combate españoles
La próxima apuesta de la empresa podría ir encaminada a dotar de torretas remotas a los carros de combate españoles bajo una premisa: Ucrania. La invasión rusa del país y el modelo de guerra que se observado ha hecho que muchos países comiencen a dotar a sus sistemas de armas más pesados, como los carros de combate, de torres de armas con armamento más ligero para poder defenderse en situaciones de combate urbano con el mayor control posible de los daños colaterales. Obviamente, no es lo mismo defender un carro disparando el cañón de 120 mm que porta que hacerlo con una ametralladora que se maneja encima sin necesidad de sacar la cabeza por la escotilla, sino de forma remota desde el interior del carro.
Torre Guardian de Escribano.
Según explicó el propio Ángel Escribano, “hace poco participamos de unas jornadas donde se hablaba de esto y nosotros nos ponemos a disposición para lo que nos manden”. Para el presidente de la empresa, “lo que está claro es que todos los ejércitos del mundo lo están haciendo y creemos que es crítico que nosotros lo hagamos también, sobre todo porque tenemos los medios para hacerlo”.
Lo que está claro es que la guerra de Ucrania ha puesto en el punto de mira a empresas como Escribano, compañías que producen un producto perfectamente adaptado a los modelos establecidos en esta contienda, tanto el cercano con el armamento ligero al frente, como el lejano con la munición guiada a distancia.
La empresa madrileña ofreció esta semana su balance de situación desde su entrada de lleno en el sector de la Defensa. Desde esa fecha, 2019, la compañía ha logrado doblar su cifra de negocio hasta los 75 millones de euros en 2021 y ha duplicado su plantilla hasta los 500 empleados actuales.
En una visita para la Asociación de Periodistas de Defensa (Apdef), la empresa dio a conocer ayer alguno de sus productos estrella, como las torres Guardian (alguna armada con sistema C-UAS), Aspis de 7,62 y Sentinel (naval), así como sistemas optrónicos como el Oteos que usa la Guardia Civil.