La compañía Saab ya ha entregado la segunda sección del fuselaje de popa del avión de entrenamiento T-7A Red Hawk, que es el modelo elegido por la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) para sustituir a su actual flota de aparatos T-38 Talon. El envío tuvo lugar el pasado 24 de julio desde las instalaciones que Saab tiene en la localidad sueca de Linköping hasta la planta de Boeing (la otra socia del programa) en San Luis, Misuri.
La firma europea detalla en un comunicado que una vez completada la fase de producción de ingeniería y desarrollo de fabricación (conocida por las siglas en inglés EMD), las nuevas instalaciones de Saab en la localidad de West Lafayette, en Indiana (Estados Unidos), se encargarán de la producción de las secciones del fuselaje de popa para el programa T-7A Red Hawk.
Por su parte, Boeing se encargará de unir la sección de popa de Saab con la sección delantera, las alas, las aletas y el ensamblaje de la cola, de modo que se convertirá en un avión de prueba completo para su uso en el programa de prueba de vuelo del EMD. La sección de popa con subsistemas instalados (sistema hidráulico, de combustible y de potencia secundaria) forma la estructura central de la aeronave desde detrás de la cabina hasta el final de la aeronave.
La firma sueca arrancó hace año y medio el montaje del primer T-7A Red Hawk, y el pasado abril entregó su primera sección de fuselaje de popa para ensamblar como avión de prueba estructural en tierra.
La USAF adjudicó a Boeing en septiembre de 2018 un contrato de 9.200 millones de dólares para el suministro de 351 aviones de entrenamiento avanzado y 46 simuladores de entrenamiento en tierra asociados. La socia europea del programa, Saab, se encarga de proporcionar el fuselaje de popa del modelo. La USAF contempla ampliar su compra hasta 475 aeronaves y 120 simuladores. El Red Hawk se encuentra en una posición ventajosa frente a futuros concursos internacionales, dada la popularidad internacional del F-35, uno de los cazas cuyos pilotos se entrenarán en el nuevo modelo, y que en las próximas tres décadas está previsto fabricar en torno a 2.500 unidades.
Los nuevos entrenadores, del denominado programa T-X, se encargarán de preparar a los futuros pilotos para los cazas de quinta generación F-22 y F-35 Joint Strike Fighter (JSF). Al T-X también optaron la compañía italiana Leonardo y una coalición formada por Lockheed Martin y Korea Aerospace Industries (KAI). El modelo finalmente ganador de Boeing y Saab voló por primera vez a finales de 2016, como informó entonces Infodefensa.com.