Un país logra una conciencia marítima nacional cuando es capaz de dimensionar, en magnitud y profundidad, el alcance de los espacios oceánicos que le pertenecen, los beneficios que estos pueden brindarle y la responsabilidad que esto conlleva.
En este contexto, la conciencia marítima debe ofrecer un mar de posibilidades que permita el desarrollo regulado, armónico y equilibrado, de actividades de interés nacional, donde los distintos actores, ya sean académicos, científicos, tecnológicos, comerciales, ecologistas o económicos, logren una sinergia que permita maximizar los beneficios que este mar nos ofrece.
La Armada de Chile ha planteado la necesidad de contar con el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval, que dé respuesta en el largo plazo al proceso de renovación de sus unidades, proponiendo que éste se materialice en Chile con talentos nacionales. La construcción naval, corresponde a una actividad productiva inserta en la propia definición de la conciencia marítima, y en nuestro país se ejecuta en astilleros regionales, que se desenvuelven en los campos de la innovación, investigación, desarrollo, manufactura, sostenimiento y logística.
La intención de la institución es renovar la totalidad de sus buques de combate, auxiliares y marítimos, con embarcaciones íntegramente construidas en el país, previéndose que aquellos de mayor tamaño debiesen construirse en Asmar. De esta forma, se prevé que sobre el 50% de las unidades auxiliares y el 100% de las unidades marítimas, puedan ser construidas por astilleros regionales o en alianza con Asmar.
Considerando el volumen de unidades a renovar y la distribución de dicha carga entre astilleros nacionales mayores y menores, las externalidades positivas superan ampliamente las expectativas. A nivel nacional, destacan la diversificación de la matriz productiva, la transferencia de conocimiento y tecnología a través de la extensa cadena de productores y proveedores, la sinergia y potenciamiento de las actividades de estudio, investigación, desarrollo e innovación, el aumento de capital humano avanzado y una mejora en la resiliencia nacional.
A nivel regional se identifican cinco impactos inmediatos, el primero es el económico, que beneficiaría en las empresas relacionadas en el proceso constructivo; el segundo es el impacto en el mercado laboral a través de la generación de empleos y el aumento de la demanda de mano de obra calificada de los astilleros y sus subcontratistas; el tercero es el impacto en la inversión, tanto en infraestructura local como en maquinaria para materializar un proyecto constructivo de largo aliento; el cuarto impacto es el espacio disponible para la creación de nuevas iniciativas; y finalmente, la capacidad instalada disponible, la que permitiría satisfacer no solo la demanda de la Armada, sino enfrentar también las necesidades civiles del país.