El presidente de Argentina, Alberto Fernández, afirmó que “Argentina tiene que destinar sus recursos a cosas más importantes que a la compra de aviones militares. Estamos en un continente muy desigual, donde no hay problemas de guerra y la paz es el común denominador”.
El mandatario hizo estas declaraciones durante su participación en The Global Boardroom, organizado por el Financial Times. Las mismas se dan en las últimas instancias de análisis de las opciones que barajaba la Fuerza Aérea Argentina (FAA), el JF-17, el F-16 o el Tejas, opciones en la que Argentina buscaba incorporar un escuadrón de no menos de 18 aviones. Se esperaba que para el primer trimestre del próximo año la FAA le entregara su recomendación al Ministerio de Defensa para que el poder político tome una decisión final.
Es indiscutible que, por su basto tamaño, el octavo país más grande del mundo, y cantidad de recursos, la Argentina necesita una fuerza aérea capaz de cumplir su función de custodiar sus cielos. Lamentablemente, la FAA, como el resto de las fuerzas armadas, han sufrido una desinversión constante desde el fin de la Guerra de Malvinas, ya sea por decisión política, falta de visión estratégica o revanchismo en contra de los procesos militares. Esto ha afectado directamente diversas capacidades.
En retrospectiva
Desde hace años el país está en la búsqueda de nuevos aviones. Con la baja del sistema de armas Mirage, en 2015, tras 43 años de servicio y 131.000 horas de vuelo, se perdió completamente la capacidad supersónica de la fuerza. A la fecha, la fuerza está conformada mayoritariamente por aviones entrenadores y un puñado de A4 AR Fighting Skyhawk. Argentina ya no apunta a adquirir un caza de transición, sino a uno de 4°++ generación. Esto deja fuera la propuesta de Leonardo que ofreció su entrenador avanzado y caza de ataque ligero M-346 que compitió junto con el FA-50 de Korea Aerospace Industries (KAI), y el Yakovlev Yak-130.
A lo largo de los años los ofrecimientos no han sido pocos, principalmente aviones de origen occidental, usados, que además enfrentan restricciones políticas; y aviones chinos o rusos nuevos con tecnología avanzada. La elección que a priori parece sencilla debe tener en cuenta, además del costo de adquisición, también los costos de operación y el soporte logístico de las aeronaves y el armamento.
La empresa Israel Aircraft Industries (IAI) ofreció en varias ocasiones sus Kfir, en 2006, 2009, 2014/2015, entre 12 y 14 unidades en sus variantes C-10, C-12 y TC-12, planes de pago e incluso transferencia de tecnología, pero el gobierno apuntó a buscar nuevas opciones.
La Argentina intentó incorporarse al proyecto de los Gripen de Brasil, cuestión que fue tomada con cautela por la sueca Saab, quien quería evitar problemas con una corona amiga, en referencia a Reino Unido, cuya respuesta no se hizo esperar con su veto, ya que un gran número de productos y sistemas del Gripen NG elegido por Brasil es producido por empresas británicas.
En 2016 comenzaron las negociaciones con la firma KAI para la adquisición de su avión de entrenamiento avanzado y caza ligero supersónico FA-50. La indecisión política impidió concretar un acuerdo, se replantearon las condiciones, pero la cuestión económica volvió a postponer un acuerdo. Luego del cambio de gobierno el FA-50 seguía siendo la opción favorita para remplazar a los Mirage. Todo cambió a finales de 2020 cuando se dio a conocer el veto del Reino Unido sobre seis componentes del FA-50 Fighting Eagle, descartando la opción. Para el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, el embargo británico no fue una sorpresa, y es algo que se plantea a todo aquel que ofrezca sus productos.
Varias delegaciones visitaron la Argentina para presentar sus propuestas. Una comitiva de la empresa china Catic (China National Aero-Technology Import & Export Corporation) profundizó su ofrecimiento de los aviones Chengdu JF-17, de desarrollo conjunto entre China y Pakistán. En 2017 una comisión de Fuerza Aérea fue a verlo a Pakistán, aunque hoy en su versión Block 3 es otro avión. En una serie de reuniones se estudió y evaluó en detalle la aeronave: la logística, el radar, el sistema de comunicaciones y su armamento, además de discutir el financiamiento, la realización de cursos para pilotos y mecánicos y la posibilidad de una transferencia tecnológica. En 2022 su incorporación dentro del presupuesto 2022 aparentaba una decisión tomada, pero fue rápidamente desmentido y corregido por el ministerio de Defensa.
Con la Federación Rusa ha habido varios acercamientos en materia de defensa. Xavier Isaac, jefe de la Fuerza Aérea, se reunió con el embajador ruso, Dimitry V. Feoktistov, con quien trató las perspectivas de cooperación técnico-militar bilateral entre ambas naciones. Las ofertas fueron variadas, desde el avión de entrenamiento YAK-130 hasta los Mig-29, Mig-35 y los Su-30. Junto con las aeronaves se planteó la posibilidad de la participación de la Fadeaen su ensamblado, pero hasta el momento únicamente se ha planteado la intención de vender el avión y algunos datos sobre precios y costos operativos, lo que dificulta avanzar en las negociaciones. Finalmente, el contexto geopolítico actual descartó la opción de los cazas rusos, oferta que en cualquier caso nunca llegó a convencer del todo a las autoridades argentinas.