Saab y Airbus lo tienen algo más difícil en el concurso canadiense para dotar a la fuerza aérea de ese país de 88 nuevos aviones de combate. EEUU guarda la carta de la certificación de los nuevos aparatos que le permite influir en que la decisión final pase por la elección de uno de sus candidatos en el proceso (Boeing y Lockheed Martin).
Las cuatro empresas citadas, que son las que optan a este programa, tienen hasta final de año para presentar sus ofertas para la sustitución de la actual flota de aviones CF-18 canadienses, después de que a finales de este mes las autoridades del país lancen su solicitud de propuestas (RFP, por sus siglas en inglés), de acuerdo con el cronograma previsto. La firma francesa Dassault también se encontraba entre las compañías con opciones de fabricar el futuro caza, pero el año pasado optó por retirarse alegando que las compañías estadounidenses no tienen posibilidades en este proceso.
La información publicada ahora por el medio local The Canadian Press confirma en buena medida los recelos de Dassault. En ella se explica que Estados Unidos deberá certificar que el avión elegido pueda conectarse a sus sistemas de inteligencia de máxima seguridad. Esta premisa no equivale a que Washington tenga la potestad de elegir el futuro caza canadiense, pero sí podría utilizarla para dejar fuera a los candidatos no estadounidenses, especialmente dado el enfoque comercial de la administración estadounidense del presidente Donald Trump, apunta el citado medio.
Canadá reveló hace algo más de un año los nombres de los cinco fabricantes que contemplaba como candidatos para este programa, que por otro lado eran los mismos a los que en 2013 ya consideró en un proceso que resultó fallido. Se trata de las compañías estadounidenses Lockheed Martin y Boeing, fabricantes de los aviones de combate F-35 y F/A-18 Super Hornet; respectivamente; del consorcio europeo Airbus, socio junto a BAE Systems y Leonardo en el desarrollo del Eurofighter; de la francesa Dassault Aviation, responsable del caza Rafale, y de la firma sueca Saab, artífice del modelo Gripen. De ellos únicamente ha quedado fuera Dassault, como se ha explicado.
El borrador de solicitud de propuestas que lanzó el pasado 25 de octubre la entidad de Servicios y Adquisiciones Públicas de Canadá (PSPC, por sus siglas en inglés), para que los cinco fabricantes potenciales que había designados en aquel momento pudiesen revisarla y hacer sus comentarios, ya evidenció que el futuro caza deberá poder compartir información confidencial con Estados Unidos. De momento Eurofighter, nombre de la empresa conjunta liderada por Airbus que desarrolla el avión del mismo nombre, y Saab continúan en la carrera pese a la desventaja que presenta la premisa.
La intención del anterior gobierno conservador de adquirir el avión norteamericano F-35, proyecto en el que Canadá es socio, fue fuertemente criticada por una supuesta manipulación de los requerimientos del concurso inicial en su favor. Así, hace dos años y medio el nuevo Gobierno, encabezado por el primer ministro Justin Trudeau, que emprendió una profunda revisión de la defensa del país, optó por reabrir el concurso tras la cancelación de los planes de compra previstos de 65 F-35 Joint Strike Fighter. Trudeau ya adelantó durante su campaña que no compraría los aviones desarrollados por Lockheed Martin si ganaba las elecciones. Las dudas en torno al F-35 de Canadá son en todo caso anteriores. Antes de la llegada de Trudeau al poder una auditoria calculó que el coste de estos aviones de quinta generación sobrepasaría los 40.000 millones de dólares canadienses (en torno a 27.600 millones de dólares estadounidenses al cambio), lo que llevó al Ejecutivo de aquel momento a ampliar la búsqueda a los cinco fabricantes que ahora vuelven a optar al programa.
Curiosamente, el favorito aparente de aquel nuevo proceso seguía siendo el F-35, hasta que llegó Trudeau y reabrió el proceso, por segunda vez en tres años. Los 88 aviones previstos en este programa conforman la mayor adquisición realizada por la Fuerza Aérea canadiense en más de 30 años.
Los obstáculos que han ido surgiendo en la elección de los futuros aviones animaron a Ottawa a hacerse con aeronaves de segunda mano para no perder capacidades mientras se aclara la compra de nuevos aparatos del fabricante que resulte ganador.
Actualmente, teniendo en cuenta las dificultades de los candidatos europeos por cumplir con el requisito de compartir información confidencial con EEUU, ya que no pertenecen a la red anglosajona de intercambio de inteligencia, y el reiterado rechazo del actual Gobierno canadiense al F-35, la opción de Boeing, el F/A-18 Super Hornet se apunta teóricamente como actual favorito por hacerse con el mil millonario concurso.