Margarita Robles prometió esta mañana su cargo ante Felipe VI y lo hizo ante un ejemplar de la Constitución y sin símbolos religiosos. La fórmula utilizada fue la tradicional: “Prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de ministra de Defensa con lealtad al rey y guardar y hacer guardar la constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros”.
Robles mantiene su puesto desde que lo prometiera por primera vez en 2018 con uno de los pilares fundamentales del equipo de Pedro Sánchez. La ministra es, a sus 67 años, la política con más tablas del nuevo Gobierno después de 30 años en dos etapas, la primera con Felipe González y la segunda con el actual presidente.
Esta apuesta por la continuidad en Defensa no solo deja clara la confianza de Sánchez en Robles, sino en sus políticas interiores, de rearme e inversión, y en las exteriores, con dos conflictos declarados como son Ucrania y Gaza más los no declarados y misiones exteriores en las que España está presente de una u otra manera.
Más allá de esa confianza se puede hablar también de practicidad, pues después de seis años, la ministra se mueve con soltura en el panorama geoestratégico internacional, en el contexto de rearme europeo y en un nuevo ciclo inversor nacional que hace de la coyuntura un momento donde un cambio puede ser un reseteo poco deseable.
Ahora quedan por delante los retos que ella misma se ha marcado, por ejemplo aprobando una serie de nuevos programas inversores desde junio que están aún pendientes de firma, y enfrentándose a otros que aún están en el aire, como las renovaciones de los F18 y los Harrier, los misiles Patriot o el mortero embarcado. La renovación de la cúpula militar por edad también podría estar a la vuelta de la esquina, si bien el equipo trabaja perfectamente junto.