A principios del pasado diciembre saltó a los medios la alerta del Departamento de Defensa estadounidense anunciando el despliegue de al menos cinco brigadas del Ejército ruso a menos de 300 km de la frontera ucraniana, con profusión de pruebas satelitales que fueron interpretadas como evidencia de intenciones agresivas, naturalmente negadas por el Kremlin. Desde entonces, la evolución del despliegue, que en el caso de la ocupación de Crimea fue de 12 Batallion Tactical Groups (BTG) y, en la actualidad, frente a Ucrania se ha evaluado en 56 BTG, junto a las reacciones de occidente, hacen que la atención mundial siga con lógica inquietud y preocupación el desarrollo de los acontecimientos.
Hablar de la evolución del conflicto en el momento actual es tan incierto como predecir el resultado de un partido teniendo en cuenta solo las alineaciones y la trayectoria de los equipos enfrentados. Además se afronta el riesgo de que en la fecha de publicación la situación haya evolucionado en dirección significativamente diferente a la predicha.
La Estrategia, es el arte de concebir planes de operaciones coherentes con todas las finalidades propias de una colectividad, -las políticas, las sociales, las económicas, las judiciales etc…[1]. El ajedrez es un juego de estrategia en el que dos personas se desafían frente a un tablero. Si lo comparáramos con la presente crisis, Putin jugaría blancas y por tanto habría efectuado el movimiento inicial y llevaría la iniciativa, mientras que el objetivo de Occidente sería que se llegase a una situación en que Putin renunciara al jaque mate y propusiera las tablas, entendidas como el triunfo de la diplomacia. Para una gran parte de Occidente, ese sería resultado preferido, pero sin saltarse la reglas del juego, y confiando en que mañana no empiece otra partida.
Los objetivos rusos, representados en su documento de demandas, así como las respuestas estadounidenses y de la OTAN son sobradamente conocidas y difundidas por los medios de comunicación. Aparentemente son incompatibles, pero las respuestas occidentales tienen un elemento añadido que es la apertura al diálogo acompañada por las medidas mínimas de disuasión que muestren la determinación de no ceder a la amenaza.
En ambos contendientes[2], e incluso en los observadores interesados, legiones de matemáticos, analistas, investigadores y expertos están evaluando todas las posibles jugadas y elaborando los árboles de decisión que permitan anticipar y diseñar la respuesta perfecta que se ajuste a cada movimiento del adversario.
Si se excluye como antecedente el régimen de la URSS, todavía vivo en el consciente colectivo ruso, y la profunda convicción de pertenecer a una cultura superior [3]; como punto de partida más cercano, las demandas del Kremlin buscan soporte en el proceso que se dio en llamar Paz Fría tras las negociaciones para la incorporación a la OTAN de los tres de Visegrado rechazada por Rusia y proponiendo por su parte su reconocimiento como gran potencia en el marco de una arquitectura de seguridad europea integrada en la OSCE. La postura norteamericana ya quedó establecida por el presidente Bill Clinton en la cumbre de Budapest donde abogó por una “OTAN fuerte” que no podía rechazar a ningún país que aceptase sus principios, y por una OTAN que no iba a permitir que ningún país vetase su eventual ampliación hacia el Este de Europa.[4]
La posición norteamericana y en general de la OTAN sigue siendo congruente con ese concepto de soberanía, en tanto que algunos de sus miembros repiten su matización y se declaran firmes partidarios del diálogo, debilitando con ello el efecto de la disuasión. Además, Rusia demanda que la OTAN requiera su consentimiento para desplegar fuerzas en Europa Central y Oriental, que se abstenga de toda actividad militar en Ucrania, Europa Oriental, el Cáucaso Meridional, y Asia Central, así como interrumpir los ejercicios militares cerca de Rusia. En breve, supone un retorno a la Geopolítica del Poder[5]. Sin embargo, por ahora, lo que ha conseguido Rusia con sus amenazas es reforzar la cohesión entre los miembros de la OTAN, anteriormente afectada por la salida de Afganistán y por el Aukus.
La disuasión[6] que plantean la OTAN y la UE se basa en dos pilares principales: primero, el refuerzo de la presencia de fuerzas y medios militares, incluyendo apoyos contra amenazas híbridas, nuevos despliegues en los países de Europa Oriental, y transferencia de armamento a Ucrania; en particular los misiles anti-carro y contra-helicópteros de última generación que demostraron su eficacia en Afganistán; y segundo, sanciones principalmente económicas y de restricciones al comercio. Las próximas jugadas anunciadas por Rusia podrían incluir el despliegue de INF a Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo que en tiempos de la Guerra Fría provocó la crisis de los misiles en octubre de 1962, que colocó al mundo al borde de una guerra nuclear.
El tibio invierno, el despliegue de fuerzas rusas en Bielorrusia a escasos 300 km de la capital Kiev, la incorporación de unidades de sanidad al despliegue ruso en número equivalente al necesario para un conflicto de alta intensidad, las maniobras navales en aguas de la retaguardia aliada; son movimientos en el tablero de ajedrez que Occidente intenta contrarrestar con medidas militares y amenazas de sanciones, que deberían conducir a la aceptación de tablas en la partida, con el mensaje victorioso de Putin para su público de haber obligado a Occidente a sentarse a negociar, lo que en sí ya sería un reconocimiento de la recuperación de su condición de gran potencia. Por el contrario, una intervención en fuerza que no sea contrarrestada, por pequeña que pudiera parecer, como la conexión por tierra entre Donbass y Crimea, elevaría automáticamente el nivel de amenaza para Taiwán, entre otros.
Y por último, un final en tablas solo retrasaría el objetivo último de Putin de impedir que Rusia se vea invadida por la "decadencia moral de occidente"[7]; elevando el riesgo de provocar una nueva partida, esta vez doméstica y difícil entre Karpov y Kasparov.
[1] Instituto Español de Estudios Estratégicos. Documento de Análisis del IEEE 08/2010 Estrategia, Geoestrategia, Geopolítica (Agosto 2010)
[2] Contender: discutir, contraponer opiniones, puntos de vista, etc. RAE.
[3] The Most Culturally Chauvinistic Europeans. % agreeing that "our people are not perfect but our culture is superior to others". Statista. Highest: Russia 69%; Lowest: Spain 20%.
https://www.statista.com/chart/15942/our-people-are-not-perfect-but-our-culture-is-superior-to-others/
[4] Rusia en favor del proceso de Helsinki. Elia Cambón Crespo
[5] La geopolítica del poder en 2022. 07/01/2022 AEME. GD Jesus Argumosa Pila
[6] RAE: Inducir o mover a alguien a cambiar de opinión o a desistir de un propósito.
Mac Millan Dictionary: the idea that people will decide not to do something if they believe that something unpleasant could happen to them as a result.
In the classic phrase of deterrence, we want all such actors to wake up each morning and think: Not today. Bill Sweetman|November 3, 2014|Daily Beast
[7] Rusia ante la decadencia de Occidente. Sergio Fernández Riquelme. El Espía Digital.com; 05 feb 2015.