Los 12 aviones de combate F-35 japoneses no despegarán mientras avanza la investigación para saber qué le ocurrió el martes a uno de estos aparatos (el decimotercero operativo en el país) para acabar estrellándose en el océano Pacífico, frente a la ciudad norteña de Misawa. Se da la circunstancia de que la unidad siniestrada es el primer caza de este modelo ensamblado en Japón, por Mitsubishi Heavy Industries. Antes de él se entregaron otros cuatro a la fuerza aérea nipona, pero todos ellos habían sido montados en Estados Unidos por Lockheed Martin.
Es la segunda ocasión en la que se estrella uno de estos aparatos desde que comenzaron a volar por primera vez en diciembre de 2006. En concreto, el Cuerpo de Marines de Estados Unidos perdió una unidad de la variante F-35 B (de despegue corto y aterrizaje vertical) el pasado septiembre, sin que en aquella ocasión hubiese que lamentar daños para el piloto, que logró eyectarse.
Los equipos de búsqueda y rescate japoneses encontraron esta semana restos del caza accidentado ahora en el mar, horas después de que el control terrestre perdiese contacto con él, lo que ocurrió en torno a las 7.30 de la mañana, cuando realizaba un vuelo de entrenamiento acompañado de otros tres F-35 y después de que el piloto, que aún no ha sido localizado, emitiese un mensaje de suspensión del ejercicio al líder de la formación. Ante estos hechos, las autoridades del país han optado por suspender todos los vuelos previstos por sus F-35, mientras tratan de aclarar los motivos del accidente.
Alguno expertos señalan que la pérdida del aparato en el mar puede originar una importante operación de espionaje y contraespionaje submarino por hacerse con sus datos, por un lado, y tratar de evitarlo, por otro.
El F-35 accidentado es una unidad, la primera ensamblada por Mitsubishi Heavy Industries, entregada a las Fuerzas Aéreas de Autodefensa de Japón en mayo del año pasado, por lo que aún no contaba con un año en servicio.
Japón aprobó a finales de 2018 unas nuevas directrices para su estrategia de defensa que incluyen la compra de 42 nuevos F-35, en este caso de la versión B, que es la capacitada para realizar despegues cortos y aterrizajes verticales (STOVL), lo que le permite operar desde portaaviones sin catapultas de despegue. Además, el país prevé en sus nuevos planes adquirir otros 63 F35 de la versión A, que es la variante convencional, y con los que completará una flota total de 147 F-35.
El del F-35 está considerado como el proyecto militar más caro de la historia (se le calculan 400.000 millones de dólares de coste, incluido su ciclo de vida). En total está prevista la fabricación de 2.500 unidades.
El Joint Strike Fighter (como se bautizó el programa de estos aviones en origen) es una iniciativa liderada por EEUU a la que también se sumaron Gran Bretaña, Italia, Holanda, Australia, Dinamarca, Noruega, Turquía y Canadá. En la actualidad también se han comprometido a adquirir aeronaves de este modelo Países Bajos, Israel, Japón, Corea del Sur y Bélgica, y el Pentágono contempla como potenciales futuros clientes Singapur, Grecia, Rumanía, España y Polonia.