“El C295, para nosotros, es mucho más que un avión, es nuestra escuela de ingenieros, de nuestra gente de producción, es el gran representante de la aeronáutica española”, con estas palabras abría el vicepresidente de Airbus en España, Francisco Sánchez Segura, el acto de recepción del pedido número 300 del avión de transporte, íntegramente diseñado y fabricado en España
Con permiso del C212, el mayor éxito de la antigua CASA, el C295 se ha mostrado el mejor producto de la compañía y después de 25 años no solo no da muestras de fatiga sino que está en pleno proceso de evolución. “El gran reto ahora es la conversión en patrulla marítima”, explica la responsable del programa, María Ángeles Martí. Pero esa conversión no es la única evolución en la que trabaja Airbus con el C295, los desarrollos pasan también por hacerlo apagafuegos e incluso tanquero. La versatilidad del avión lo hace tan flexible que Airbus aún no ha visto límite a sus posibles adaptaciones y ese, según Sánchez y Martí, es el secreto de su éxito.
Según los datos que maneja la empresa, el C295 ocupa más del 80% de su mercado. Pero hay otro secreto, que esa flexibilidad se debe completar con la última tecnología. “Esto es como la Fórmula 1, sino haces evoluciones durante la temporada, pierdes”, resume Sánchez Segura. Y sentencia: “El futuro se prevé brillante”. Los 56 aviones encargados por la India y los 16 pedidos realizados por España son una prueba de ello. El español, además, será el punto de partida para el mercado internacional de la evolución a patrulla marítima en la que Martí y Sánchez insisten como principal reto en estos momentos para el programa.
El C295 número 300 se irá a Kazajistán, el resto se reparten sus 610.000 horas de vuelo entre otros 36 países además del estado centroasiático. En total son 41 operadores, 19 de ellos, encima, recurrentes, lo que quiere decir que el producto les gusta tanto como para repetir.
El comandante del Ejército del Aire y del Espacio, Luis Román, del Ala 35, lo tiene claro. “Para nosotros, la llegada del C295 fue una revolución, pasamos de cabinas llenas de relojitos a tener la información concentrada, a poder cambiar una configuración en 15 minutos en vez de en tres horas, a poder aterrizar en pistas sin preparar. Hay cosas que parecen tonterías, como el que la rampa baje hasta el suelo, pero gracias a eso cargar un vehículo es un segundo”, explica. Unos desarrollos tecnológicos que, además, afectan también a la seguridad. “No podemos atacar, pero nos podemos defender, tenemos alertador radar, dispensados de chaff y bengalas, alertador de misiles, blindaje de cabina…”, explica.
Esa evolución tecnológica ayuda a pilotos y misiones. “Si hay que volar bajo y de noche tenemos gafas de visión nocturna, damos a un botón y la cabina se hace compatible con esas gafas”, explica Román. Y eso tiene su reflejo en las operaciones. “Los cuatro niños que estuvieron perdidos en la selva colombiana 40 días fueron evacuados gracias a las gafas de visión nocturna a que el avión pudo aterrizar en una pista sin preparar”, añade Martí.