Luego de doce años con una Administración nacional del mismo partido político, aún no está definida la adquisición de un nuevo avión de combate, para reemplazar a los viejos Mirage III procurados en los 70 y cuya vida útil termino hace tiempo. Supremacía aérea ataque al suelo, multirol, la realidad indica que nada está resuelto, menos aún cómo y quién financiará esta adquisición.
En un proceso de toma de decisiones de esta naturaleza sería necesario en primer lugar preguntar ¿cuál es la visión de la situación y que respalda esta decisión? En otra palabras, cómo es la trama en las relaciones de identificación, poder y fuerza que condicionan al protagonista, en este caso Argentina, frente a diversos decisores en los escenarios actuales y posibles. La identificación como relación simétrica de cooperación o competencia entre dos decisores está basada en la coincidencia o discrepancia de sus fines. El poder solo importa cuando la identificación es competitiva y si falla el poder solo queda recurrir a la fuerza. Es evidente y no escapa al ojo de cualquier estratega, que el escenario más significativo para Argentina lo constituye el conflicto Malvinas.
Todo esto lleva a preguntarse ¿se justifica reponer una capacidad de estas características? y, en todo caso, ¿para qué fin? También cabe preguntar ¿será necesario comprar un avión de estas características para justificar la existencia misma de la propia Fuerza Aérea argentina? Asimismo es interesante saber si deben ser con tecnología NATO o quizás rusa o china. ¿Convendría que los aliados del Reino Unido sean los proveedores sabiendo que Londres influirá en la posible venta del avión y la postventa? ¿Se justifica la transferencia de esta ingeniería de detalle? ¿y para qué? ¿Argentina está hoy en condiciones de desarrollar un programa de mantenimiento correctivo para estos aviones? ¿Debería el país adaptar su requerimientos a los de otros países latinoamericanos en busca de una economía de escala? o en realidad lo que sucede es que necesitaría un testaferro para poder realizar esta adquisición. La realidad muestra que existen múltiples motivos por los cuales un país industrializado de Occidente no vendería al país una plataforma y sistema de armas de este tipo. Todos estos interrogantes surgen a partir de intereses, motorizados por los distintos grupos de poder, que intentan influir sobre un ministro cuando se menciona Kfir, Mirage, JF- 17C, Su-30 o Gripen.
Argentina enfrenta en el escenario del Atlántico Sur un conflicto que no tiene parangón con el de otro país de América Latina en la actualidad. Simplemente se puede expresar como la intención del Reino Unido de proyectarse, dominando el mar adyacente y ocupar, en el futuro, la porción del continente antártico entre los 20º y 80º de longitud oeste a partir de su presencia en las islas del Atlántico Sur, Malvinas, Shetland y Sandwich del Sur. Básicamente la misma porción que reclama el país.
En principio, a la hora de decidir una adquisición de este tipo sería primordial considerar dos parámetros, radio de acción y combate aéreo fuera del rango visual, Beyond Visual Range (BVRAC) (ver Infodefensa, La necesidad argentina de un verdadero fighter. Partes I y II).
Todo lo demás, posiblemente pase a un segundo plano sino se entiende en qué conflicto Argentina está involucrado. Frente a esto, una simple comparación de medios puede aclarar por donde podría pasar la operación de compra. (Cuadro Nº1)
En los últimos años, el análisis de opciones ha pasado por varias escalas. Primero fueron los Kfir y Mirage F-1, quizás esto respondería a la posibilidad que los pilotos argentinos puedan seguir volando con el know how actual, aunque haciendo caso omiso a la esencia de una verdadera decisión.
Luego se transita el camino de desarrollos occidentales u orientales. La búsqueda en Oriente se analiza con la mira puesta en el PAC JC- 17 C Thunder (Paquistán) o Chengdu FC-1 Xiaolong (China). Al igual que el Gripen, este es un avión multirol liviano con un solo motor. Ahora el tema en boga es la adquisición del Gripen sueco para compartir el objetivo de Brasil, que posiblemente no es el de Argentina.
La decisión de Argentina no debe centrarse en el mejor avión, ni en el más accesible por precio o desarrollador, ya que quizás no sea ninguno de los mencionados hasta ahora, sino en la posibilidad de patrullar en profundidad los cielos del sur (PAC) la mayor cantidad de horas posibles. No puede afirmarse rotundamente que el Mustang P-51 era mejor que un Bf 109, pero lo que sí está claro, es que su potencia y reserva de combustible lo mantenía en el cielo mucho más tiempo que un Bf 109.
Por tanto el Super Hornet, sin analizar profundamente su performance, posiblemente sea una alternativa más apropiada, que las opciones evaluadas por el Ministerio de Defensa argentino.
Las cartas están echadas, esta Administración se va y la nueva, quizás con mayor apertura al mundo, intente hacer que Argentina juegue la partida de igual a igual con el Reino Unido.