El Ministerio de Defensa británico se está planteando recortar el número de aviones de combate de quinta generación F-35 que tiene previsto comprar por el aumento de los costes que sigue sufriendo el programa. Sus planes actuales pasan por la adquisición de 138 unidades, pero la imposibilidad de conocer qué desembolso final será necesaria para la operación le llevará a hacer “ajustes en consecuencia en nuestro programa”. Así lo ha apuntado el ministerio a la Comisión de Defensa de los Comunes.
De momento, las autoridades británicas han contratado un primer lote de 48 aeronaves de la variante F-35B, que es la que empleará en sus nuevos portaaviones, por un coste total estimado en 9.100 millones de libras. Esta cantidad equivale a más de 10.240 millones de euros al cambio actual y supone 189,6 millones de libras por cada avión, más de 213 millones de euros.
Los datos revelados por el Ministerio de Defensa a los parlamentarios junto con la imposibilidad de calcular el coste total de todo el programa es lo que está llevando a los responsables de adquisición a cuestionarse por primera vez si acaban comprando finalmente los 138 aparatos en total previstos en su Estrategia de Defensa y Seguridad 2015. Reino Unido lleva desde 2001 comprometido con el desarrollo de este avión que lidera Estados Unidos.
El teniente general Mark Poffley, que es responsable de supervisar la capacidad militar del país, se ha mostrado comprensivo con las sospechas que existen entre los parlamentarios de que la adquisición prevista de aviones F-35 lleve el mismo camino que el del programa de destructores Tipo 45, que vio reducir su número de doce previsto a seis a finales de la década pasada.
En todo caso, informa The Times, no se tomará una decisión definitiva sobre la posible reducción de unidades hasta que no se cuenten con datos más firmes sobre el coste de sostenimiento y operación de los aparatos, según las explicaciones el teniente general. De optarse por un pedido menor, la medida perjudicaría directamente a Estados Unidos, socio principal del F-35, donde también participan Italia, Países Bajos, Australia, Dinamarca, Noruega, Turquía y Canadá.
El pasado mayo trascendió que el precio de cada F-35 sigue por encima de los 200 millones de dólares, a pesar de los intentos del Pentágono por bajar a 80 millones de dólares el valor de al menos cada F-35A (variante convencional y más barata del aparato). Está previsto fabricar un total de 2.500 unidades de las tres variantes desarrolladas. Un par de meses después se conoció también que el coste total del programa ya se estima en más de 400.000 millones de dólares, el doble de lo calculado a principios de 2000, cuando arrancó el proyecto.
Las tres variantes desarrolladas de este avión están diferenciadas por las letras A, B y C. El F-35A, el más ligero y ágil de los tres, está preparado para el despegue y el aterrizaje convencional (CTOL) en pistas habituales, y con él se prevé sustituir a los aviones F-16 y A-10.
La versión F-35B es la planteada para despegues cortos y aterrizajes verticales (STVOL) y, en caso de necesidad, es capaz de despegar verticalmente (VTO). Esta variante sustituirá a los cazas Harrier, como los que en una versión más antigua que los actuales empleó Gran Bretaña desde portaaeronaves en la Guerra de las Malvinas y actualmente utiliza España desplegados desde su buque LHD Juan Carlos I. Esta es la aeronave la que equipará a los dos nuevos portaaviones de la clase Queen Elizabeth encargados por la Marina Real británica (Royal Navy), cuya primera unidad está previsto que sea entregada el próximo 7 de diciembre.
Finalmente, el F-35C es una variante naval preparada para operar en grandes portaaviones, desde donde despega con ayuda de catapultas y aterriza en un corto espacio gracias a su resistente tren de aterrizaje y al gancho trasero con el que atrapa un cable de frenado anclado al buque. El F-35C, que está diseñado con alas de mayor tamaño y plegables, está pensado para sustituir al caza naval Boeing F/A-18 Super Hornet.