La presencia femenina en las Fuerzas Armadas de Chile tiene bastante antigüedad, si vamos a los inicios de este proceso, su presencia en diversos roles se remonta a las guerras contra la Confederación Peruano-Boliviana (1837-1839) y a la Guerra del Pacífico (1879-1884), donde trabajaban de lavanderas, cocineras y costureras, auxiliaban a los solados y les entregaban agua en el campo de batalla, sin embargo, si era necesario estaban dispuestas a morir, tomando fusiles y bayonetas para defender las posiciones del Ejército chileno.
Es importante destacar la gestión de la entonces ministra de Defensa de Chile y la actual presidenta de la República, Michelle Bachelet, que aceleró el proceso de incorporación de las mujeres a las FFAA con la publicación de una separata del Libro de Defensa Nacional en marzo del año 2015 y la creación del Comité de Integración de Mujeres en las Fuerzas Armadas, en septiembre de ese mismo año, cuando se dio inicio a la política de género en el sector Defensa.
A pesar de esto las cifras dicen otra cosa, en la Fuerza Aérea de Chile (FACh) recién en el año 2000 se eliminó las restricciones para que las mujeres se incorporaran a sus filas, logrando que 40 mujeres se registraran en su Escuela Matriz y tres años después egresaron las primeras oficiales de línea. En esta institución, las mujeres representan el 18%. Sin embargo, en la oficialidad son un 9,3% en la Línea y aumentan a un 22,8% en los Servicios. En el Cuadro Permanente, las mujeres de Línea son 3,91%, y suben al 15,37% en los Servicios.
Luego, en el año 2002, el Ejército de Chile permitió la incorporación de la mujer a la Academia Politécnica y un año después ingresaron las primeras oficiales a las armas de apoyo de combate. Esto se consolidó en el año 2006 cuando egresaron las primeras oficiales de la Academia Politécnica y la participación de la mujer en las Operaciones de Paz. El proceso continuó cuando en 2008 se recibieron las primeras postulaciones de mujeres oficiales a la Academia de Guerra del Ejército. En este caso, la presencia general femenina alcanza el 8,17%.
Por su parte, la Armada permitió el ingreso de mujeres a la Escuela Naval bastante más tarde, en 2007, egresando veintisiete oficiales en el año 2010. En 2009 ingresaron mujeres a la Escuela de Grumetes y en el 2011 La Esmeralda se embarcó con la primera dotación mixta incorporando oficiales a la planta institucional. A partir de entonces, la Armada ha continuado eliminando restricciones para el ingreso femenino a sus especialidades. Aquí las mujeres representan el 15,5% del total pero, si lo llevamos a su planta, su participación alcanzaría sólo el 9%. Si además revisamos los datos de su personal de Línea, las mujeres sólo representan un 1%, mientras que en la categoría de los Servicios bordean el 30%.
Las preguntas
¿Qué conclusiones podemos obtener de estos datos? En primer lugar una crítica a la tardía incorporación femenina a las ramas de las Fuerzas Armadas, a pesar de la sabida participación de la mujer en guerras históricas ¿Por qué se eliminan las restricciones recién en el siglo XXI?
Por otro lado, se puede deducir que el proceso avanza de forma asimétrica, aunque siempre es posible mejorarlo, estudiando lo que ha ocurrido desde el año 2000. ¿Es posible profundizar aún más este proceso de inclusión para que las cifras entregadas anteriormente aumenten?
Por otro lado, es importante recordar la noticia sobre nueve efectivos de un buque de guerra que fueron sometidos a un proceso por la Fiscalía Naval luego de ser acusados de instalar un sistema de cámaras ocultas para espiar a sus compañeras de la fragata FF–07 Almirante Lynch. Los uniformados habrían instalado dichos dispositivos en los dormitorios del personal femenino, en punto estratégicos para luego compartir las imágenes a través de un grupo de WhatsApp y redes sociales. Ante eso surgen más dudas ¿La inclusión de las mujeres a las Fuerzas Armadas es segura? ¿Se resguarda su privacidad? ¿Qué pasa con la discriminación y la diferencia al interior de las Instituciones?
Todavía hay mucho trabajo por hacer en este aspecto ya que, de acuerdo a datos generales, la participación de las mujeres en el conjunto de las Fuerzas Armadas bordea el 14%, los puestos de mayor poder, visibilidad y responsabilidad los siguen ocupando los hombres y se supone que tanto hombres como mujeres tienen las mismas habilidades para ocupar los mismos cargos, la diferencia de género no es una restricción para que una mujeres ocupe un cargo de alto rango dentro las Fuerzas Armadas de nuestro país, sin embargo al día de hoy aún existen y se marcan esas diferencias. Por lo tanto ¿dónde quedó el discurso de igualdad de género en Chile?