Los ataques que Moscú está realizando desde el 30 de septiembre en Siria, en connivencia con el gobierno de ese país, presidido por Bashar al-Asad, está permitiendo a su Fuerza Aérea ensayar en un teatro real con armas de alta precisión. Sus aviones están lanzando sobre objetivos bombas corregibles tras ser soltadas KAB-250 (proyectada originalmente para el caza de quinta generación T-50) y KAB-500, bombas contra búkeres Beta-500, bombas fragmentación Ofab-250 y misiles aire tierra Kh-25 y K-29.
La agencia estatal rusa Sputnik repasa el papel de estas armas que permiten a los aviones de la Fuerza Aérea rusa “operar a grandes alturas fuera el alcance de los sistemas antiaéreos portátiles de los terroristas”, según su información.
Entre las bombas se encuentran la KAB-250, pensada inicialmente para emplearse desde los cazas de quinta generación T-50 pero también preparada para su utilización desde otras aeronaves rusas, como el bombardero Su-34, “que las lanza sobre los objetivos del EI [Estado Islámico] desde alturas de 5.000 metros”. La versión KAB-500S, también empleada en estas incursiones, está preparada para acertar a multitud de objetivos en cualquier condición meteorológica y tanto de día como de noche. Cada una de ellas tiene un coste estimado de tres millones de rublos, casi 48.000 dólares o 42.000 euros al cambio actual.
Las KAB son artefactos cuya trayectoria puede corregirse una vez lanzadas mediante un sistema de posicionamiento a través del satélite Glonass. Su margen de error, según la agencia rusa, es de dos metros, lo que, añade, “permite eliminar con exactitud las infraestructuras de los militantes y evitar las pérdidas entre la población civil”.
La precisión es aún mayor en los misiles aire-tierra Kh-25 y Kh29, en los que se emplea un sistema de mira láser que les acerca a un margen de error de un metro sobre su objetivo. También ayudan a evitar fallos los sistemas de puntería inteligente equipados en los bombarderos Su-24 y Su-25 cuando sueltan bombas no dirigibles. Estos sistemas, explica Sputnik, “permiten a los pilotos lanzar las bombas con una exactitud total”.
En numerosos casos, continúa la información, los centros de mando del EI están excavados en búnkeres subterráneos de hormigón armado. Para destruirlos la Fuerza Aérea rusa está empleando la Betab-500, a la que denomina con el ilustrativo calificativo de “bomba asesina de búnkeres”.
Finalmente, se cita el uso de la bomba de fragmentación Ofab-250 para neutralizar blancos desprotegidos, como campos de entrenamiento y almacenes de armas.
Fotos: Ministerio de Defensa de Rusia