El Gobierno australiano ha anunciado la finalización de la “auditoría forense” –así la denomina en un comunicado su Departamento de Defensa– emprendida para “cuantificar el nivel de exceso de costes y de calendario” del programa de destructores AWD (Air Warfare Destroyer), basados en las fragatas F-100 de la Armada Española. El diagnóstico, divulgado oficialmente, es que se requerirán otros 1.200 millones de dólares australianos (equivalentes a 940 millones de dólares estadounidenses o más de 850 millones de euros) para completar el proyecto, y que se retrasarán las entregas casi tres años más de lo previsto.
Con las nuevas cifras, el programa supondrá al final cerca de 10.000 millones (casi 7.800 millones de dólares americanos o 7.100 millones de euros.
Las autoridades del país también han anunciado que el próximo viernes abrirán una licitación limitada para elegir un contratista que ayude en a la constructora de los buques, la compañía estatal australiana ASC Shipbuilding, a mejorar la gestión del proyecto.
El Ministerio de Defensa avisa en su nota que la “suma adicional de 1.200 millones” que sugieren “las estimaciones más fiables” tendrá que ser “financiado a expensas de otras adquisiciones de defensa”.
En cuanto al nuevo cronograma de entregas, Australia atrasa la del primer buque, que debía haberse realizado el pasado diciembre, hasta junio de 2017. El segundo barco, previsto inicialmente para marzo de 2016, no se espera ahora hasta septiembre de 2018. En cuanto a la tercera unidad, anunciada para junio de 2017, ahora alarga su fecha prevista de suministro hasta marzo de 2020.
El Departamento de Defensa atribuye los contratiempos de este programa “al legado de asuntos no resueltos que el Gobierno heredó del anterior Ejecutivo laborista”. Según el texto, “el proyecto Air Warfare Destroyer estaba en muy mal estado cuando llegamos al Gobierno, por lo que iniciamos una revisión independiente del proyecto”. Mientras se realizaba la investigación publicado ahora, se iniciaron otras actuaciones, como una serie de “mejoras en la alta dirección de ASC Shipbuilding” y la inyección de más capacidades constructivas por parte de las compañías Navantia, BAE Systems y Raytheon Australia, implicadas en el programa.
Así, Mark Lamarre, proveniente de los astilleros norteamericanos Bath Iron Works, fue nombrado consejero delegado interino de ASC Shipbuilding con el objetivo de poner en el liderazgo de la empresa a un armador competente y con experiencia.
Navantia aumenta su participación
El Gobierno espera dar a conocer un nuevo plan a largo plazo sobre la industria de construcción naval australiana a finales de año. En junio de 2014, Australia puso sobre aviso al sector ante las demoras y sobrecostes que ya acuciaban a este programa de destructores valorado entonces en 8.500 millones de dólares australianos. En aquel momento ya era conocido un sobrecoste de 300 millones de dólares australianos y una demora que alargaría la entrega del último buque a 2019.
Australia firmó en 2007 con el astillero español Navantia un contrato de 285 millones de euros para la adquisición del diseño, la transferencia de tecnología, la asistencia técnica y distintos equipos y servicios para la construcción de estos buques basados en las fragatas españolas F-100 (foto inferior). En los siguientes años Australia también contrató a Navantia la construcción adicional de distintos bloques de los barcos. Más recientemente, el pasado diciembre, la compañía española volvió a aumentar su participación en el proyecto.
Los AWD (foto superior) están siendo construidos por ASC y el contratista de defensa Raytheon Australia. La primera tiene como subcontratistas a las británicas BAE Systems y Forgacs y a la española Navantia.
Fotos: Navantia y Departamento de Defensa de Australia