El rompehielos 'Almirante Irízar' zarpa hacia la Antártida para iniciar las pruebas de hielo
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El rompehielos 'Almirante Irízar' zarpa hacia la Antártida para iniciar las pruebas de hielo

El Almirante Irizar en Ushuaia para realizar las pruebas de hielo. Foto: Armada Argentina.
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El ARA Almirante Irízar (Q-5) de la Armada Argentina ha zarpado este fin de semana del puerto de Ushuaia, la ciudad más austral del país, para poner rumbo hacia la Antártida, donde se someterá a las pruebas de hielo. El emblemático rompehielos comienza así la última fase del minucioso proceso de reconstrucción al que es sometido desde principios de 2010 en el Complejo Industrial Naval Argentino (Cinar), dependiente del Ministerio de Defensa, y que le permitirá volver a incorporarse a las campañas antárticas, tras una década inutilizado por un devastador incendio.

Los trabajadores dieron por culminadas las pruebas de mar que, tal y como publicó Infodefensa, arrancaron hace poco más de dos semanas. En ese periodo, se ha examinado el funcionamiento de la unidad, se ha exigido el máximo rendimiento de cada uno de los sistemas y se ha realizado el ajuste de las diferentes herramientas necesarias para operar durante la navegación.

Ahora, con un equipo de técnicos de Cinar -empresa de propiedad estatal (90%) y de sus trabajadores (10%)- a bordo, el buque atravesará el pasaje de Drake para “enfrentarse” a bloques de hielo de diferentes espesores, un proceso cuyo objetivo es verificar el comportamiento y la respuesta del buque durante la navegación en aguas frías.

En ese sentido, el jefe de pruebas de Talleres Navales Dársena Norte (Tandanor) -que, junto al astillero Almirante Storni compone Cinar-, José Luis Pérez Varela, informó que se realizarán dos tipos de exámenes, dependiendo de la profundidad de los bloques. El primero será el de "navegación en campo de hielo plano a velocidad y potencia constante" para determinar la "capacidad continua de rotura del buque hasta un metro de espesor uniforme". El otro es el denominado “de penetración por impacto o ramming”, cuyo objetivo es determinar la fuerza y capacidad de penetración en profundidades superiores a tres metros.

"Estamos entrando en la última etapa de un largo proceso. No fue fácil pero hoy puedo decir que estoy muy orgulloso por el trabajo y el esfuerzo realizado por todos los sectores que intervinieron en este desafío de recuperar este emblemático buque con medios nacionales", celebró el ministro de Defensa, Oscar Aguad.

Varios meses de pruebas previas

A comienzos de julio, tras realizar algunas navegaciones de ajuste en los alrededores del puerto porteño, el emblemático rompehielos regresó a aguas profundas por primera vez en una década para dirigirse a la Base Naval Puerto Belgrano -considerada la principal de la Armada y ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires-, donde permaneció 30 días para someterse a tareas de revestimiento externo o carenado. Según revelaron a Infodefensa desde Cinar, estos arreglos debieron realizarse en Puerto Belgrano porque tienen que ser en seco y el syncrolift de Tandanor no puede elevar más de 11.800 toneladas de peso, mientras que el Irízar supera las 14.000.

Posteriormente, regresó a Cinar, en el puerto de la capital argentina, donde pasó un mes. En ese tiempo, fue sometido a los trabajos y exámenes necesarios para iniciar las pruebas de mar y hielo.

Al mando del capitán de fragata Maximiliano Mangiaterra, el buque cuenta con una capacidad de alojamiento para 313 tripulantes, de los cuales 111 son miembros de la dotación y el resto son científicos y personal en tránsito o pertenecen al Grupo Aeronaval Embarcado y al Estado Mayor del Comando Naval Antártico.

Siete años y medio de reconstrucción

Desde principios de 2010, el equipo de Cinar asumió el “compromiso” de devolverle el rompehielos al Estado argentino, a quien pertenece desde finales de 1978, tres años después de que el Gobierno firmara un contrato con el astillero finlandés OY Wärtsilä, que se encargó de construirlo

Con ese objetivo, el buque atravesó en los últimos años un extenso proceso de reconstrucción y modernización, a través del cual incorporó tecnología de última generación, duplicó su capacidad de transporte gas oil antártico y aumentó la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica en un 600 %.

Todo ello ha costado 153 millones de dólares, a los que deben sumarse los otros 137 millones que ha supuesto el alquiler de buques de reemplazo en las campañas antárticas de la última década.

La tragedia que casi consume al Almirante Irízar tuvo lugar el 22 de abril de 2007, cuando una cañería que transportaba gasoil tuvo una fuga y causó un incendio en la sala de generadores, desatando un feroz incendio que destruyó el 75% de su estructura.



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