El ARA Almirante Irízar (Q-5) de la Armada Argentina continúa con éxito su proceso de reconstrucción de mano del Complejo Industrial Naval Argentino (Cinar), dependiente del Ministerio de Defensa, gracias al cual pudo volver a navegar en abril, tras haber permanecido diez años inactivo por un feroz incendio que casi lo envía al fondo del Atlántico. La pasada semana, regresó al puerto de Buenos Aires para que los técnicos de Cinar -firma de propiedad estatal (90 %) y de sus trabajadores (10 %), conformada por Talleres Navales Dársena Norte (Tandanor) y el astillero Almirante Storni- realicen las verificaciones finales de sus sistemas y equipos, el último paso antes de arrancar con las esperadas pruebas de mar y hielo.
Tal y como había publicado Infodefensa, tras realizar algunas navegaciones de ajuste en los alrededores del puerto porteño, a comienzos de julio, el emblemático rompehielos regresó a aguas profundas por primera vez en una década para dirigirse a la Base Naval Puerto Belgrano -considerada la principal de la Armada y ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires-, donde ha permanecido el último mes para someterse a tareas de revestimiento externo o carenado.
El Ministerio de Defensa reveló que, en concreto, en uno de los diques de dicha base se le realizaron mediciones que se deben cumplir cada 24 meses, según la reglamentación de la Armada. Además, se trabajó en el mantenimiento general del casco y el recorrido de sus válvulas, en la línea de eje y el timón y en el sistema de burbujeo que se emplea para romper el hielo.
Según revelaron a Infodefensa desde Cinar, estos arreglos debieron realizarse en Puerto Belgrano porque tienen que ser en seco y el syncrolift de Tandanor no puede elevar más de 11.800 toneladas de peso, mientras que el Irízar supera las 14.000.
Últimos arreglos antes de las pruebas de mar
Ahora, de vuelta en Cinar, se continuará con los trabajos y exámenes necesarios para que en unas cuatro semanas puedan realizarse las pruebas de mar, en las que se comprobará el funcionamiento del buque en dicho entorno y, según el Ministerio, se exigirá el máximo rendimiento de cada uno de sus sistemas.
“Es satisfactoria la respuesta del buque”, manifestó el proceso en Puerto Belgrano el comandante del Irízar, el capitán de fragata Maximiliano Mangiaterra, quien destacó que el buque "demuestra día a día que los sistemas se van equilibrando a su performance de trabajo y están alcanzando su funcionalidad para que entre en servicio en muy poco tiempo”.
Siete años y medio de reconstrucción
Desde principios de 2010, el equipo de Cinar asumió el “compromiso” de devolverle el buque al Estado argentino, a quien pertenece desde finales de 1978, tres años después de que el Gobierno firmara un contrato con el astillero finlandés OY Wärtsilä, que se encargó de construirlo.
Con ese objetivo, el rompehielos atravesó en los últimos años un extenso proceso de reconstrucción y modernización, a través del cual incorporó tecnología de última generación, duplicó su capacidad de transporte Gas Oil Antártico y aumentó la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica en un 600 %.
Todo ello ha costado 153 millones de dólares, a los que deben sumarse los otros 137 millones que ha supuesto el alquiler de buques de reemplazo en las campañas antárticas de la última década.
La tragedia que casi consume al Almirante Irízar tuvo lugar el 22 de abril de 2007, cuando una cañería que transportaba gasoil tuvo una fuga y causó un incendio en la sala de generadores, desatando un feroz incendio que destruyó el 75 % de su estructura.