Desequilibrio aéreo centroamericano a favor de El Salvador

(Infodefensa.com) Por Alberto López – Usados, descartados por la Fuerza Aérea Chilena (FACh) por obsoletos, con al menos cuarenta años en operación, o como quiera que sean minimizados por algunos medios de comunicación, inclusive salvadoreños, y que la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) no los vea como una amenaza o un desbalance aéreo en Centroamérica, los Cessna A-37B Dragonfly que recientemente adquirió la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) al Gobierno de Chile son los bombarderos turboreactores de ataque ligero en mejores condiciones de operación en la región.

Las autoridades salvadoreñas han reiterado que no se ha buscado propiciar un desbalance aéreo militar con esta compra de diez aeronaves por 8,6 millones de dólares, en lo absoluto propiciada por una tendencia armamentista bélica, sino por la necesidad de equipar a la FAS contra las amenazas del narcotráfico y el crimen organizado. Pero, bien, el desbalance se ha dado, si bien es cierto no inspirado en la confrontación con los vecinos, sino por decisiones particulares y necesidades coyunturales en El Salvador, con una optimización de su presupuesto, al sacrificar algunas áreas y destinar los casi nueve millones de dólares para dicha compra, sin necesidad de recurrir a préstamos, según argumentó el ministro de Defensa de El Salvador, general de división David Munguía.

Un desbalance que antes era encabezado por los otrora poderosos Northrop F-5 de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH), pero que hoy se encuentran fuera de servicio desde hace varios meses, pues el Gobierno de Honduras no cuenta con suficiente presupuesto para repararlos. Y aún cuando estuviera operativa una pequeña fracción (se cree que al menos dos o tres vuelan en ocasiones especiales y para disuasión por la reciente aprobada ley de derribo de aviones con sospechas de transportar ilícitos) de la flota de 11 aeronaves con que cuenta Honduras, desde que fueron transferidos por los Estados Unidos en la década de los 80 del siglo pasado, sería un verdadero lujo volarlos. Con los F-5, la FAH ha sido considerada por muchos años como la más poderosa en la región.

Se conoció hace pocas semanas que Honduras busca remozar y repotenciar la totalidad de su flota aérea militar, pero el obstáculo siempre ha sido el presupuesto, a pesar de que el país centroamericano cuenta con un impuesto especial para algunas empresas para financiar proyectos de seguridad y defensa nacional, con lo que se ha expresado que se piensa repotenciar los F-5, posiblemente con el apoyo técnico de la industria Israelí en el campo militar.

También se busca repotenciar sus Embraer EMB312/A-27 Tucano y los Cessna A-37B Dragonfly (hasta catorce aparatos) con Brasil. Aunque ha sido poco claro el tipo de cooperación, es decir si Brasil donará todo, tanto el trabajo técnico como los repuestos, que en el caso de los Tucano se ha hablado de casi 200.000 dólares por reparar hasta doce aeronaves, nueve sin funcionar y tres más en mediana operación. Inclusive se ha vuelto a hablar de una posible cooperación brasileña para que Honduras se haga de una flota Súper Tucano.

También se ha hablado de la posible donación a Honduras, por parte del Gobierno de Taiwán, de hasta cuatro helicópteros, posiblemente del modelo Bell UH-1H, como los que obsequió a la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG), hace más de un año.

Dicho sea de paso, Guatemala podría haber encabezado el desbalance aéreo militar en la región (producto de una mejor administración del presupuesto y decisión operativa de invertir en un equipo de largo plazo y no motivada por una tendencia bélica) con la adquisición de los Embraer EMB314/A-29 Súper Tucano, cuya compra fue suspendida por el presidente Otto Pérez, bajo el argumento de sobreprecio. Posteriormente, se buscó también la repotenciación de sus antiguos Aravá con Israel, pero se supo recientemente que tampoco hay presupuesto en el Gobierno guatemalteco para dicho proyecto.

En Honduras, los únicos aviones completamente operativos de la FAH, de reciente incorporación, son cuatro sencillos monomotores Maule MXT-7-180 que Estados Unidos donó en 2012.

En cuanto a Nicaragua, que solo cuenta en su grueso de Fuerza Aérea con los vetustos helicópteros rusos MI-17, donados en los 80 por la entonces Unión Soviética, solo hay anuncios del presidente Daniel Ortega que reforzará con mejores aviones y aún con la activa cooperación de Moscú no hay un proyecto concreto de modernizar la Fuerza Aérea nicaragüense, que se enlutó el año pasado con el accidente de un MI-17, donde pereció la mayoría del Estado Mayor de la Fuerza Aérea.

Mientras Costa Rica y Panamá, que no poseen como tal fuerzas armadas y por consiguiente una Fuerza Aérea, si han apostado a reforzar sus sectores aéreos de seguridad pública, si bien no en ala fija pero sí en rotativa, con la adquisición costarricense reciente de dos MD Helicopters MD600N y de los panameños con seis Agusta Westland AW139.

En todo caso, en el Triángulo Norte centroamericano (área geográfica formada por Guatemala, Honduras y El Salvador) y Nicaragua –zona con fuerzas armadas operativas en sus respectivos territorios, a diferencia de Costa Rica y Panamá, que son otros mundos– El Salvador sobresale, al menos en estos momentos, con la Fuerza Aérea mejor operativa. O, como algunos puedan nombrar, como la de mayor poderío en estos momentos, frente a sus vecinos con iguales problemas que enfrentó la FAS en el pasado reciente, pues no se disponía de defensa aérea efectiva por falta de repuestos o presupuesto para operar los pocos A-37 (a los sumo dos o tres) de que se disponía en su flota.

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