La Armada española ha puesto en marcha un nuevo capítulo en su proceso de modernización con la adquisición de un buque multipropósito de la Clase Carnota, el tercero ya, diseñado con capacidades avanzadas de remolque de altura y transporte logístico. Con un presupuesto estimado de 28 millones de euros, el futuro contrato busca reemplazar a unidades que superan los 40 años de servicio, obsoletas frente a las exigencias actuales del entorno operativo marítimo.
La operación, actualmente en fase de Consulta Preliminar de Mercado (CPM), tiene como objetivo recoger propuestas de empresas del sector naval —ya sea mediante construcción nueva o adquisición de buques existentes— con el fin de ajustar los pliegos de licitación a lo que el mercado puede ofrecer, tanto en términos técnicos como económicos. La entrega está prevista para el último trimestre de 2025.
Una flota veterana en proceso de relevo
En el corazón de esta renovación está el paulatino relevo de los antiguos remolcadores de altura de la Armada: el Mar Caribe (A-101), Mahón (A-51), Las Palmas (A-52) y La Graña (A-53). Adquiridos entre 1978 y 1988, todos ellos de segunda mano, han desempeñado durante décadas misiones vitales como el transporte logístico de escala media, el apoyo al adiestramiento, la vigilancia de espacios marítimos, la lucha contra la contaminación y, por supuesto, el remolque de unidades navales.
Sin embargo, su larga vida y sus limitaciones operativas, especialmente para el remolque de buques de gran porte como los LHD, LPD y BAC, han obligado a iniciar su sustitución.
El primero de estos relevos tuvo lugar a finales de 2023 con la incorporación del A-61 Carnota, que permitió la baja del A-51 Mahón. En junio de este 2025 está prevista la entrada en servicio del A-62 Cartagena, que reemplazará al A-52 Las Palmas.
Estos nuevos buques han demostrado ser más que simples sustitutos: su diseño multipropósito permite integrar funciones logísticas, de remolque, apoyo al adiestramiento y respuesta ante emergencias, lo que se traduce en una mayor eficiencia operativa para la Fuerza Conjunta.
Consolidación de una clase versátil
La intención de la Armada es clara: consolidar una clase homogénea de buques multipropósito, la Clase Carnota, que permita afrontar con garantías los retos operativos del presente y del futuro. Esta estrategia persigue un doble objetivo. Por un lado, dotarse de unidades modernas capaces de actuar con agilidad y autonomía en entornos complejos, como las misiones permanentes de la OTAN, los despliegues en el Mediterráneo o el apoyo a operaciones internacionales. Por otro, optimizar el mantenimiento, la formación de las tripulaciones y la interoperabilidad entre plataformas.
Los buques de la Clase Carnota están diseñados para cumplir una amplia gama de misiones. Su capacidad de remolque de altura —con una potencia mínima certificada de 50 toneladas de tiro a punto fijo— los convierte en herramientas estratégicas tanto para auxilios en alta mar como para el movimiento de buques averiados desde zonas de operaciones hasta arsenales nacionales. Además, su cubierta de carga de más de 350 m², preparada para contenedores refrigerados, y la capacidad de transporte y suministro de agua y combustible, los posiciona como nodos logísticos móviles al servicio de la Armada y de aliados.
También está prevista su capacidad para intervenir en desastres naturales, con espacio para transportar víveres, botes de rescate, equipos de salvamento y elementos de ayuda humanitaria. Su papel en este tipo de escenarios —como ya ocurrió con misiones pasadas de la Armada en el Caribe o en África— resulta crucial para reforzar el compromiso español con la gestión de crisis internacionales y la asistencia humanitaria.
Requisitos técnicos y enfoque operativo
El nuevo buque, cuyo diseño deberá adaptarse a una eslora aproximada de 70 metros y una manga de 17, combinará robustez con maniobrabilidad. Se exigirá una autonomía de al menos 7.000 millas náuticas y una velocidad no inferior a 13 nudos en estado de mar favorable. El sistema propulsivo incluirá dos líneas independientes de ejes, hélice transversal a proa y, de forma deseable, sistemas adicionales de empuje como hélices retráctiles o transversales a popa, lo que permitirá operar con precisión incluso en espacios restringidos.
La habitabilidad no será un aspecto menor. El buque deberá alojar al menos a 50 personas, con todos los servicios y dependencias asociadas, incluyendo cocinas, salas de formación, generadores de agua y plantas de tratamiento de residuos. Se valorará positivamente la inclusión de locales específicos para el almacenaje de munición, estaciones de radio, armería e incluso una cubierta de vuelo o espacio reservado para operaciones aéreas logísticas (Vertrep).
La certificación de clase, el cumplimiento de normativas internacionales y la entrega con todos los certificados técnicos vigentes también son requisitos indispensables. Además, la Armada exigirá un completo inventario de equipos y sistemas, junto con un plan de formación, un programa de mantenimiento actualizado y toda la documentación técnica relevante, lo que permitirá una integración inmediata del buque en la estructura operativa tras su entrega.