(Infodefensa.com) Por Gustavo Eduardo Andrés Saralegui, Buenos Aires – Luego de la derrota en Malvinas durante 1982, en los siguientes 15 meses se produce un profundo cambio político. Concluye el régimen militar dictatorial y comienza un ciclo de gobiernos democráticos que lleva treinta y un años. En el aérea Defensa, el acatamiento al poder civil de parte de las Fuerzas Armadas fue pleno, pero evidentemente los resultados de la conducción política en el sector, están lejos de ser considerados aceptables. En relación a este comportamiento, surge como una opción de análisis, indagar en la trayectoria de los máximos responsables del Ministerio, para mejorar con esta información, la comprensión de los efectos y consecuencias que se han obtenido de las conductas políticas aplicadas.
Se sucedieron en el cargo de ministro dieciséis ciudadanos, de los cuales uno ocupo la máxima función tres veces en distintas presidencias, dos repitieron en dos presidencias del mismo Jefe de Estado y uno continuó en dos períodos presidenciales sucesivos de distintos presidentes. Resumiendo son veintiún nombramientos en 31 años. De todos los naturales argentinos, que ocuparon el máximo nivel ministerial, ninguno fue oficial de las Fuerzas Armadas antes de asumir, una excepción puede ser la ministra Garré, la cual por haber pertenecido al movimiento montonero tuvo jerarquía militar. Tampoco nadie tuvo experiencia previa en política de Defensa, a excepción de José Pampuro, quien como diputado nacional, formo previamente la comisión de Defensa en la Cámara de Diputados entre 1989 y 1991. Muy pocos desarrollaron una prolífica carrera en empresas privadas. A los fines de considerar extensión de períodos de trabajo, el promedio de duración en la función es de alrededor de 20 meses, siendo la mediana de 15,8 meses.
Si comparamos con los EE UU, entre 1981 y la actualidad ocuparon el máximo cargo diez civiles, con un promedio de 39,72 meses de permanencia y una mediana en alrededor de 40 meses. De la lectura de sus antecedentes, se podría rescatar algunas características diferenciales. Su fuente de conocimiento de la temática de Defensa, en general se inicia por el estudio y análisis de información de inteligencia, la cual incluye geopolítica, historia, estrategia, tácticas militares, etc. Si bien no todos fueron militares, al menos ocho de diez, prestaron servicios en el Ejército, Marina o Aeronáutica. Dos participaron en guerras y uno fue condecorado varias veces. En su paso por el Congreso americano, siempre estuvieron en contacto con la problemática de Defensa. Desarrollaron tareas en la actividad privada, alcanzado puestos de máxima jerarquía.
Cabe preguntarse si los políticos están dispuestos a asumir objetivos en beneficio de la nación, aunque estos objetivos pasen desapercibidos para los votantes, para lo cual evidentemente deben prepararse. La política es el modo que orienta la acción, es la que establece las restricciones a la estrategia y define la misión. Para materializar esta acción, se requiere de esfuerzos, que no es otra cosa que una cadena de objetivos y recursos puestos en práctica mediante la concreción de proyectos u operaciones. Albert Otto Hirschman diría “… los proyectos son un permanente enfrentar problemas y la única distinción válida parece ser entre cuando se vencen las dificultades más o menos exitosamente y cuando no...”
En correspondencia a esta definición es justo destacar que existen proyectos emblemáticos que aún no han podido lograrse como la reparación del rompehielos Almirante Irízar, medio esencial para la proyección argentina en la Antártida. El navío lleva siete años fuera de servicio activo y se han gastado 60 millones más que el presupuesto original de 90 millones de dólares. La Fábrica Militar de aviones se privatizó en 1995, en 2009 se volvió a estatizar y la realidad muestra que el único proyecto interesante que se llevó a cabo en los últimos 30 años, fue el ensamblado de los fuselajes A-4M SkyHawk por parte de Lockheed Martin Aircraft, accionista controlante de la fábrica durante los años 90
Han pasado tres décadas y la necesaria reforma de las FF AA aún no se concretó. Se privilegia continuamente los comandos orgánicos y no los operacionales, sin comprender que las unidades administrativas solo aportan recursos, medios humanos y materiales para realizar las operaciones que es la finalidad de la organización militar. Como consecuencia de esta visión, las tres fuerzas, Ejército, Marina y Fuerza Aérea se encuentran frente a una etapa terminal, donde las misiones impuestas por la Constitución son incumplibles.
Argentina actualmente tiene organizado su Ejército en tres divisiones y una Fuerza de Despliegue Rápido (FDR). El organigrama lo componen ocho brigadas de infantería y dos acorazadas con 250 tanques medianos de la década del 70. Dispone de aproximadamente 750 transportes y vehículos blindados. La dotación de cañones autopropulsados no supera los 50. La Fuerza Aérea no tiene posibilidades de desplegar ningún escuadrón de superioridad aérea. Posee tres baterías de misiles Roland y diez RBS 70. Actualmente solo alista dos Hércules C-130. Sin embargo sostiene una FDR con dos brigadas de infantería, las cuales no tienen capacidad de movilizarse en respuesta a un riesgo para la nación, por carecer de medios adecuados aéreos, navales incluso terrestres. La Armada se compone esencialmente de cuatro fragatas Meko 360, seis corbetas Meko 140 y tres submarinos, uno Tipo 209 y dos TR 1700. En los últimos años prácticamente no navegan. En la actualidad no cuenta con fuerza aeronaval y tampoco de desembarco.
El gasto militar está comprometido en un 80% para sueldos, pensiones y retiros. No parece razonable que se invierta anualmente en una prima que representa el 1% del PIB para mantener una póliza de seguro, que no cubre el mínimo riesgo y representa aproximadamente 4.340 millones de dólares del erario (cifras del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) basadas en la metodología de cálculo y recopilación del International Monetary Found (IMF), World Outlook Database 2012).
Tampoco parece serio que luego de 31 años, las distintas administraciones gubernamentales, no hayan podido convertir los conflictos internos crónicos que presenta el área, en problemas comunes, habida cuenta la finalidad de la política. Las consecuencias de la represión militar durante la última dictadura, aún no se han resuelto, prueba de ello son aproximadamente 1.000 militares detenidos sin sentencia. El statu quo de Malvinas es similar al momento de finalizar la guerra. Las distintas conducciones del ministerio no han podido, posiblemente por la carencia de conocimientos y decisión, resolver problemas como el diseño de fuerza, existiendo actualmente una estructura militar anacrónica, ineficiente para cubrir operaciones y con mínimas capacidades para cumplir sus misiones.
Steven Grover Cleveland, dijo “Public Office is Public Trust”, y evidentemente los ministros que se han sucedido en la cartera de Defensa, han defraudado la confianza que la sociedad argentina ha depositado en ellos.
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