(Infodefensa.com) Por Jordi Marsal Se ha presentado el proyecto de presupuesto para el 2013. Son unos presupuestos restrictivos en línea con los anteriores. Y en la misma dirección apunta el presupuesto del Ministerio de Defensa (sección 14). Veamos los números y su comparación con el presupuesto del año anterior.
El presupuesto inicial consolidado del año 2012 era 7.351.484.320 euros y el proyecto para 2013 es 6.809.391.870 euros. Es decir 542.092.450 euros menos, una reducción en el presupuesto inicial de un -7,37 %.
Pero para analizar a fondo la evolución presupuestaria es necesario dejar los libros rojos del presupuesto y leernos los libros grises; concretamente dos: el que refleja la liquidación del presupuesto del año 2011 y el que avanza la previsión de liquidación del año 2012.
Y así observamos que a lo largo del año 2012 el presupuesto de defensa se ha modificado ampliándose en 2.826.747.000 euros (entre ellos 763 millones por ampliación de créditos y 1.827 por créditos extraordinarios); con lo cual el presupuesto consolidado final se ha situado en 10.180 millones de los cuales se han realizado efectivamente 9.607 millones.
Si lo reflejamos en un cuadro comparativo de los últimos tres años veremos (en miles de euros):
Año Pres. Inicial Pres. Final Pres. Ejecutado
Consolidado. Consolidado. Consolidado.
2010 8.817.147 9.861.404 9.451.964
2011 8.021.689 9.185.936 8.938.937
2012 7.351.484 10.180.241 9.607.829
Si comparamos entre 2010 y 2011 veremos que las tres columnas descienden; si comparamos 2011 con 2012 veremos que el presupuesto inicial desciende un -8,4 % en cambio el final asciende un 10,8 % y si comparamos lo ejecutado (es decir lo que realmente se ha gastado durante el año) observamos que se ha gastado un 7,5 % más que el año anterior.
Esto nos muestra que para tener una foto real de lo que se gasta el presupuesto inicial no siempre es un buen indicador en el caso de los presupuestos de Defensa y también parece indicarnos que para ser realistas tal vez deberíamos debatir más la liquidación de los presupuestos que no los proyectos. Esto también nos demuestra que existen ciertas disfunciones al presupuestar que algún día deberán ser corregidas para lo cual será necesario un gran acuerdo entre la mayor parte posible de grupos parlamentarios para que el papel se acerque lo más posible a la realidad, lo cual requerirá también una alta dosis de pedagogía popular responsable.
Y esto debe ser así no únicamente para no hacernos ciertas trampas al solitario y que el debate sobre los papeles sea realmente un debate sobre la realidad, sino también para que al reformar las cosas que haya que reformar lo hagamos a partir de realidades y no de posibles errores. Veamos un ejemplo.
Se habla mucho de cómo se gastan los presupuestos entre personal, inversión y funcionamiento. Y se hace a partir de la comparación entre presupuestos iniciales y muchas veces sólo del presupuesto subsector estado y no de los presupuestos consolidados. Si volvemos a estos tomos grises que acompañan cada año al proyecto de presupuestos y analizamos lo que realmente se ha gastado cada año podemos tener algunas sorpresas. Comparemos los últimos 5 años el gasto (en miles de euros):
Año Personal Inversiones Gasto total
2008 4.856.650 2.594.810 10.931.942
2009 5.061.884 1.946.367 10.178.191
2010 4.983.219 1.398.992 9.451.964
2011 4.915.578 1.793.885 8.938.937
2012 4.573.761 2.915.402 9.607.229
Si lo traducimos a porcentajes de gasto:
Año Personal Inversiones Otros gastos
2008 44´4 23´7 31´9
2009 49´7 19´1 31´2
2010 52´7 14´8 32´5
2011 55 20´1 24´9
2012 47´7 30´3 22
Debemos constatar que en otros gastos observamos un cambio en la serie en 2011 debido que hasta entonces la ampliación de crédito para las misiones en el exterior se imputaban a una sola partida, la 228, y ahora se imputa a tres: la 128 (las ampliaciones para gasto de personal), la 228 (para gastos de funcionamiento) y la 628 (para inversiones). Teniendo en cuenta esta aclaración, los otros gastos (básicamente son gastos de funcionamiento) son bastante constantes. Un ejemplo más de cómo el papel puede deformar la realidad.
En términos absolutos los gastos de personal han ido descendiendo, en términos relativos tiene variaciones según como se hayan comportado las inversiones (que son las más erráticas en términos absolutos y relativos). En cualquier caso muy lejos de algunas afirmaciones sobre el peso del gasto de personal en los presupuestos que se van reproduciendo y que son ciertas si nos fijamos únicamente en el presupuesto inicial. De nuevo debemos decidir si trabajamos y debatimos sobre realidades o sobre papeles.
¿Quiere esto decir que el gasto en personal es el adecuado o que hay que aumentarlo o disminuirlo? En mi opinión es un elemento más que hay que tener en cuenta a la hora de rediseñar la dimensión y organización del personal en función de las misiones que queramos que se cumplan y el nivel de aspiraciones que tengamos.
Más preocupante creo que es la curva errática que tienen los gastos en inversiones. Su motivación parece ser la evolución de la coyuntura económica, ya que el capítulo 6 parece ser el más fácil de recortar por diversos motivos. Sin embargo la realidad y sus exigencias pueden obligar a buscar otros mecanismos presupuestarios para adecuar a tales realidades el papel. Seguramente no es éste el momento socio-económico para solucionar estos y otros problemas, pero si puede ser el momento adecuado para reflexionar sobre las realidades y buscar soluciones a los problemas reales que puedan llevarse a la práctica a medida que vayamos saliendo de la crisis.
Creo, como muchos otros, que los gastos de defensa son insuficientes en muchos sentidos, que los proyectos iniciales de presupuestos aún lo son más y que no reflejan la realidad, y por ello debemos trabajar para conseguir superar estas situaciones. Trabajar para que se incrementen los presupuestos de defensa a niveles parecidos a los de los países aliados con los que compartimos obligaciones, para que se distribuyan y gestionen adecuadamente a las misiones fijadas (lo cual puede exigir reformas incluso profundas que también deberán tener su reflejo en los presupuestos) y para que los presupuestos reflejen correctamente las realidades, con lo cual el presupuesto como instrumento de gestión ganará muchos enteros. No son cuestiones técnicas sino obligaciones políticas que tenemos para garantizar la operatividad de nuestras Fuerzas Armadas y posibilitar la realización de las misiones asignadas.
Jordi Marsal es licenciado en Filosofía y Letras (sección Filosofía) por la Universidad de Barcelona y diplomado en Altos Estudios Militares por el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN). Actualmente ocupa el cargo de Adjunto Civil al Director de este centro.