El boletín oficial de Bulgaria, conocido como Gaceta del Estado, ha publicado el convenio para la compra de ocho aviones de combate F-16 Block 70 a Estados Unidos. Esta compra fue desbloqueada por el Parlamento del país el pasado 26 de julio, después de que el presidente del Gobierno, Rumen Radev, tratase de vetarla aduciendo falta de acuerdo sobre los contratos de la operación. Menos de una semana después de esa decisión, apoyada por 240 diputados, frente a 128 que votaron en contra, la adquisición se ha cerrado con la citada publicación.
La Gaceta del Estado también ha recogido el acuerdo de cooperación industrial y la oportuna actualización del presupuesto que permitirá la transacción. El medio búlgaro editado en inglés Novinite recoge que las autoridades búlgaras deberán hacer efectivo entre los próximos 3 y 5 de septiembre el pago de los 2.200 millones de leva (1.125 millones de euros al cambio actual) que cuestan los aviones.
El cronograma previsto incluye la recepción de los cuatro primeros aparatos en 2023 y los siguientes cuatro al año siguiente.
La compra de nuevos cazas para la Fuerza Aérea búlgara ha pasado de años de retraso en la toma de una decisión definitiva a acelerarse en las últimas semanas. Tras contemplar siete posibles fabricantes para la flota de 16 cazas con la que el país pretencía dotarse, en sustitución de sus MiG-29 de la época soviética, el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, se decantó el pasado diciembre por la adquisición del modelo estadounidense F-16 como mejor opción.
La elección cuajó hace unas semanas en un acuerdo para la compra de un pedido inicial de ocho aviones de combate fabricados por Lockheed Martin, y que conforma la mayor adquisición militar del país desde la caída del comunismo. Sin embargo, el presidente del Gobierno, Rumen Radev, vetó posteriormente la operación, cuantificada en 1.260 millones de euros, aduciendo una falta de consenso sobre los contratos aparejados que calificó de “extremadamente preocupante”.
Finalmente, como se ha explicado, la cámara de legisladores búlgara decidió anular el veto presidencial y dar vía libre así a la compra de los aviones.
Bulgaria lleva años sufriendo dificultades para mantener la docena de MiG-29 con los que cuenta por dos motivos principales. El primero es el alto coste de esos trabajos, casi equivalentes a adquirir nuevos cazas occidentales. El segundo venía por el peligro que representaba permitir que una empresa rusa –el fabricante de los aviones es MiG– se encargue de actualizaciones de hardware de cazas de un país miembro de la OTAN, dado el clima de tensiones en torno al conflicto de Ucrania. La situación llegó a complicarse tanto que los propios pilotos búlgaros de los MiG-29 se negaron a volar en estos aparatos, como publicó Infodefensa.com en octubre de 2017.
A la vista de las dificultades, las autoridades búlgaras revelaron en septiembre de 2017 su intención de reeditar el programa de adquisición de un nuevo avión de combate, después de que un concurso anterior quedase suspendido tras ser elegido como mejor opción por un grupo de expertos oficiales el caza Gripen, de la sueca Saab.