Los ingenieros del Ejército español prueban exoesqueletos que mejoran la eficiencia un 50
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Los ingenieros del Ejército español prueban exoesqueletos que mejoran la eficiencia un 50

Ingenieros del Ejército realizan actividades con los exoesqueletos de Gogoa. Foto: Ejército de Tierra
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El Ejército de Tierra español está probando una gran cantidad de tecnologías que ya existen y que tienen un encaje dentro de la Fuerza 2035, el proyecto puesto en marcha para adaptar las brigadas a los futuros escenarios de combate. Entre las últimas innovaciones evaluadas se encuentran los exoesqueletos mecánicos. La mayoría de los Ejércitos del mundo han lanzado ya iniciativas para testar e implantar el uso de este tipo de equipos, que permiten, por ejemplo, aliviar el esfuerzo de los soldados en trabajos exigentes.

En el caso de España, el Regimiento de Especialidades de Ingenieros nº11, ubicado en Salamanca, ha probado recientemente tres exoesqueletos mecánicos pasivos, cedidos por la empresa vasca Gogoa, asociada con Everis, como ya publicó Infodefensa.com. Los ingenieros, que estos días, en plena pandemia del coronavirus, participan en el montaje de hospitales de campaña por toda España, pertenecen a un arma también que llevaba a cabo otras tareas como la instalación de un puente sobre un río o la construcción de obstáculos en el terreno. En muchos casos, el trabajo debe realizarse a contrarreloj, lo que implica un elevo desgaste físico.

El Ejército ofrece más detalles de estas pruebas en la edición de abril del Boletín Tierra, en la que subraya que "con estos medios se busca incrementar la seguridad, capacidad de carga y trabajo del combatiente de ingenieros en el desarrollo de tareas en ambiente urbano degradado y con presencia de fuerzas enemigas".

Tres exoesqueletos

Besk B, Besk G y Aldak, son los nombres de los tres modelos evaluados dentro del plan de experimentación de la Fuerza 2035. Besk B es un exoesqueleto pasivo industrial destinado a ofrecer asistencia a las extremidades superiores de operarios que desarrollan su trabajo transportando cargas con los brazos. “Está ideado para ejercer la fuerza sobre los antebrazos, en trabajos en los que tienen que moverse por debajo de la cabeza”, explica el Ejército.

Por su parte, el Besk G ofrece asistencia a las extremidades superiores de operarios que desarrollan su trabajo en posiciones elevadas de los brazos. Este exoesqueleto pasivo industrial es ideal para ejercer la fuerza sobre los brazos, en trabajos en los que tienen que moverse a la altura de la cabeza o por encima.

Mientras, Aldak, como los dos anteriores, subraya Tierra, es un exoesqueleto pasivo industrial. “Está destinado a ofrecer asistencia en el área lumbar a operarios que desarrollan operaciones de levantamiento de pesos situados a baja altura, así como para posturas en las que el operario se encuentra ligeramente inclinado hacia delante mucho tiempo”.

Aumento de la eficiencia

Estas soluciones fueron utilizadas en el montaje de puentes por parte del Batallón de Caminos o en trabajos de fortificación y obras propias del Batallón de Castrametación, con el propósito de analizar la adaptación a los equipos del soldado, la movilidad y las ventajas de su empleo.

Tras dos meses de pruebas, el Ejército asegura que los primeros resultados arrojan un aumento de la eficiencia del soldado de hasta el 50 por ciento y muestran que estos exoesqueletos pueden contribuir a evitar lesiones por el movimiento de cargas pesadas. “Quienes han probado los exoesqueletos para el montaje del puente destacan que, gracias a su capacidad de apoyo lumbar, se reduce notablemente el esfuerzo realizado, así como las molestias derivadas de un ejercicio intenso y prolongado”, destaca.

Exoboot

En España existen algunos proyectos enfocados concretamente a la introducción de los exoesqueletos en el ámbito militar. El centro mixto formado por la Universidad de Granada y el Mando de Adiestramiento (Madoc) trabaja en el desarrollo de un exoesqueleto pasivo adaptado a la bota (Exoboot) que mejora la eficiencia y la salud del tren inferior del combatiente.

La universidad andaluza se hizo con un contrato de la DGAM de 65.000 euros para perfeccionar el sistema y presentar previsiblemente un prototipo final durante este mes de abril. A principios de 2018, el ingenio arrojó resultados positivos durante unas pruebas con militares del Mando de Operaciones Especiales (MOE).



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