ISBN: 9788415374497
Año de publicación: 2013-07-28 00:00:00
Introducción del libro:
Hay libros que son una delicia leerlos y este es uno de ellos. Cuando en 1928 se publicó El blocao, novela de la guerra marroquí, de inmediato se convirtió un acontecimiento literario. Una novela que en realidad es una colección de relatos hilvanados entre sí por un escenario común, el del ejército español en el norte de África, que tan bien conocían los españoles de aquella época, pues había sido el lugar de una matanza sin precedentes, el desastre de Annual (junio de 1921). Dice José Esteban en su prólogo: «Desde el momento de su aparición logra un éxito casi sin precedentes. Se traduce al francés, al alemán y al inglés. Quizá le ayudó el ambiente pacifista de moda entonces en toda Europa, cansada de las guerras. Entre nosotros, alcanza en pocos meses tres ediciones y tanto vanguardistas como novelistas sociales saben ver en ella lo que tiene de síntesis de ambas corrientes, lo que le da un valor y unas características especiales. (?) En la corta vida literaria de su autor, El blocao constituye su gran y casi única obra narrativa. Escrita en un impecable e inimitable estilo, me atrevería a afirmar que es una de las obras mejor escritas de nuestra literatura y, por tanto, una pequeña obra maestra».
Díaz Fernández (1898-1940), un salmantino pero crianza asturiana, fue un periodista destacado en su juventud para pasarse a la política. Durante la Segunda República, fue diputado por agrupaciones republicanas de izquierdas. Fue jefe de prensa en Barcelona durante la Guerra Civil y, a la conclusión de ésta, marchó al exilio en Francia, donde falleció temprana.
El blocao evoca su experiencia su experiencia en el servicio militar durante la Guerra de Marruecos en 1921-1922 y es una de las mejores obras españolas de esa temática junto a Imán (1930) de Ramón J. Sender y La ruta, segunda parte de la trilogía La forja de un rebelde (1941-44), de Arturo Barea.
La novela está compuesta por siete capítulos, o más bien relatos cortos independientes y con distintos personajes, aunque todos unidos por el mismo hilo conductor –la ambientación bélica- y un narrador en primera persona.
El estilo de Díaz Fernández, que reconoce escribirlo “sobre una falsilla de recuerdos”, es rápido, director y fluido –el mismo lo define como “recto y desnudo, donde la economía verbal favorezca la emoción”-, salpicado de imágenes metafóricas e insinuaciones estéticas, sin narrar –intencionadamente- ninguna acción bélica de forma pormenorizada.
Basta recordar algún párrafo para evocar la vida dentro del blocao:
“Llevábamos cinco meses en aquel blocao y no teníamos esperanzas de relevo. Nuestros antecesores habían guarnecido la posición año y medio. Los recuerdos feroces y barbudos, con sus uniformes desgarrados; mirando de reojo, con cierto rencor, nuestros rostros limpios y sonrientes (…). El sargento que me hizo entrega del puesto se despidió de mí con ironías como ésta:
-Buena suerte, compañero. Esto es un poco aburrido, sobre todo para un cuota. Algo así como estar vivo y metido en una caja de muerto” (Pág. 25).