Presupuesto de defensa: muchas cifras, poco criterio
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Presupuesto de defensa: muchas cifras, poco criterio

Llegada obus m109 letonia
Llegada a Letonia de los obuses M109 del Ejército. Foto: OTAN
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El conflicto de Ucrania ha venido a enseñar a la UE y a los países europeos pertenecientes a la OTAN, entre otros, que el soft power no es suficiente. Que las sensaciones de seguridad son engañosas y que el peso político de la Unión Europea no se sostiene sin tener capacidades de hard power suficientes, adecuadas y con credibilidad de que se van a utilizar si las circunstancias lo requieren.

Como respuesta a dicho conflicto y una vez que se ha visto que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, diversos países se han lanzado a manifestar su intención de incrementar el gasto y las inversiones en defensa. Aquello tan olvidado, denostado y rechazado, que era la defensa, se coloca en una parte más elevada del ranking de las prioridades presupuestarias. Por supuesto, España no podía ser una excepción. Sin embargo, las cifras pomposas y lanzadas al alza que se manejan actualmente no tienen nada que ver con aquellas que hasta hace tan sólo unos meses se minimizaban para que no se tachara de militaristas a los diferentes gobiernos. La cuestión es que ni unas ni otras se acercan a la realidad.

Para ser escrupuloso con el tema es necesario tener en cuenta que la capacidad adquisitiva de los dineros hay que tenerla en consideración de forma que, al igual que ocurre con los sueldos, los aumentos de los precios reducen la capacidad adquisitiva. En este sentido, se va a aproximar la capacidad adquisitiva real del presupuesto de defensa evitando así los bailes de cifras que introducen ruido más que aportar criterio.

Así, los países europeos que se encuentran en la OTAN se comprometieron a elevar su gasto en defensa hasta el 2% del PIB aunque son muy pocos los que alcanzan dicha cifra a día de hoy. Obviamente España no se encuentra entre ellos. De hecho se encuentra muy alejada de esa cifra. ¿Cuánto? Pues según la propia OTAN, en 2018 España gastaba en defensa 10.864 mill. € (constantes de 2015) y, en 2021, 11.490 millones, es decir que entre esos años el gasto en defensa español ha crecido a una media anual del 1,88%. Obviamente esto es insuficiente a todas luces para llegar a cumplir con el compromiso adquirido.

Podemos jugar un poco más con las cifras a fin de conocer que visos de realidad hay en lo que estos días se está publicando. Antes de eso, es importante subrayar que todos los datos que se manejan habitualmente se encuentran en términos nominales, es decir están afectados por la inflación por lo cual, al incorporar ésta, se encuentran “inflados”. Por ello aquí se tratarán los valores una vez descontado el incremento de los precios. Este aspecto es muy relevante, ya que implica que las cifras que se den no van a coincidir con las que aportan otros medios, ni el Gobierno.

Si nos atenemos al presupuesto de defensa aprobado por las Cortes durante ese mismo período de tiempo, los datos muestran un presupuesto consolidado de 9.552 millones y de 10.512 millones corrientes, es decir, sin descontar la inflación. Para hacerlos comparables con las cifras de OTAN, deflactando se obtienen 9.337 en 2018 y 9.870 en 2021, lo cual indica que en promedio anual el crecimiento ha sido de un 1,86%. 

El presupuesto consolidado para 2022 es de 11.709 millones, por lo que su crecimiento con respecto al año 2021 se encuentra en el 11,3%. Obviamente esta última cifra no es comparable a las anteriores ya que no incorpora el efecto de la inflación. Si lo incorporase y suponiendo la tasa de inflación prevista por el Banco de España para 2022 – del 4%, que se encuentra claramente subvalorada-, el valor real del presupuesto sería de 11.258 mill. €.

Veamos ahora la segunda parte de la historia. Con los datos del PIB –igualmente en términos reales-, el esfuerzo en defensa que muestran las estadísticas de OTAN para 2018 y 2021 es del 0,93 y 1,02%, respectivamente. En términos de presupuesto consolidado esos porcentajes serían del 0,79% en 2018 y 0,87% en 2021. Finalmente en el año 2022 y tomando las estimaciones sobre el PIB realizadas en los Presupuestos Generales del Estado el esfuerzo en defensa se encontraría en el 0,89%.

En definitiva, analizando los datos reales se derivan varias cuestiones importantes. La primera de ellas es que si se considera la información en términos nominales el efecto precios eleva el volumen de gasto y los porcentajes, lo cual no indica una mejor financiación de la defensa. En segundo lugar, la capacidad de gasto e inversión se ven erosionadas, por lo que para alcanzar unos niveles dados de ambas el esfuerzo ha de ser sustancialmente superior al actual. En tercer lugar, las cifras al uso que se manejan no atienden a la realidad y muestran que el horizonte del 2% se encuentra aún más alejado de lo que se plantea inicialmente, aunque en el caso de la OTAN los cálculos se realizan tanto en términos nominales como reales. Como cuarto aspecto a mencionar, es importante considerar que el esfuerzo en defensa se ve afectado tanto por la evolución del gasto o presupuesto que se considere, como por la evolución del propio PIB, de manera que pueden darse aumentos del gasto que muestren que el esfuerzo es menor que en otros momentos del tiempo debido a que el PIB ha crecido por encima del propio gasto en defensa.

A partir de este análisis habría que preguntarse en cuántos años se alcanzaría el famoso 2%, aspecto este que no queda nada claro en las intervenciones de los políticos. Resulta evidente que toda esta situación ha sido sobrevenida y que ahora es necesario realizar ajustes que ni se tenían pensados ni se pueden abordar en el corto plazo. Algunos de estos ajustes tienen que ver con la capacidad del Ministerio de Defensa para absorber y gestionar fondos, con el uso razonable –estratégicamente, militarmente y económicamente-, de los mismos y con la necesidad de cambiar ciertas estructuras y procedimientos que resultan poco ágiles.

Por si era poco, habría que plantearse qué sistemas adquirir o desarrollar, cuáles de los actualmente en cartera impulsar con mayor velocidad y cuáles pueden ser prioritarios –a la luz de los acontecimientos de la guerra de Ucrania-, pero que no se tenían en cartera. En este último sentido dos ámbitos parecen particularmente relevantes y han contado con un creciente aunque muy insuficiente desarrollo dentro de las Fuerzas Armadas: la ciberdefensa y la inteligencia en sus diversos niveles. En términos comparativos con otros sistemas son relativamente baratos y se han mostrado piezas clave en el desarrollo de los actuales conflictos. Toca aprender de los errores presupuestarios y de los estratégicos.



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