Justrin Trudeau, el primer ministro electo de Canadá, ganador de las elecciones del 19 de octubre al frente del Partido Liberal, anunció el pasado septiembre que si ganaba cancelaría los planes de compra de los 65 aviones de combate F-35 Joint Strike Fighter (JSF) prevista por su país, uno de los nueve socios del programa que lidera la norteamericana Lockheed Martin. Trudeau ha explicado que su intención es centrarse en el fortalecimiento de la Armada.
La victoria de Trudeau tras estas declaraciones vuelve a poner en peligro el número de F-35 que finalmente llegarán a venderse y el precio al que lo harán. Ya es de por sí el programa militar más caro de la historia y si sus ventas se ven reducidas el precio de las unidades que finalmente adquieran el resto de países será consecuentemente más alto, lo que a su vez aumentará la espiral de posibles compradores que no lleguen a cuajar la operación.
Pese a que el programa de desarrollo del F-35 está formado por un consorcio de nueve países que planea adquirir 2.400 aparatos –liderado por EEUU y completado con Australia, Canadá, Dinamarca, Gran Bretaña, Italia, Noruega, Países Bajos y Turquía–, sus integrantes no están férreamente obligados a adquirir las aeronaves. De hecho, todos ellos han mostrado dudas sobre el cumplimiento de sus compromisos de compra de la aeronave en algún momento de la década y media que ha pasado desde que se inició el proyecto.
Los problemas de encarecimiento del F-35, que en 2012 ya había incrementad el precio estimado del programa un 70% hasta acercarse a los 400.000 millones de dólares, no sólo ha puesto en riesgo la continuidad de algunos de sus socios, sino que también ha generado episodios tan bochornosos como los intentos de ocultar que se habían suspendido las entregas de motores tras el incendio de un aparato el año pasado, o el uso ilegal de piezas fabricadas en China en 2012 y 2013 para tratar de contener los costes, lo que llevó a las empresas responsables a enfrentarse a importantes sanciones.
De cumplirse la suspensión de compras canadienses, cada aeronave adquirida por el resto de países incrementaría su precio en alrededor de un millón de dólares, según el jefe del programa F-35, el teniente general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Christopher C. Bogdan, citado por Reuters. Los compromisos de Canadá dentro del programa del F-35 suman actualmente el 2 por ciento del mismo.
No es la primera vez que Canadá se replantea la compra de estos cazas de quinta generación. Hace tres años una auditoría calculó que el coste de vida útil de los aviones sobrepasaría los 40.000 millones de dólares canadienses (más de 30.000 millones de dólares al cambio actual), lo que llevó al Gobierno a afirmar que estaba “pulsando el botón de reinicio” en sus compras de aviones de combate, como informó Infodefensa.com. Unos meses después, el país llegó a pedir información a cinco fabricantes sobre otros modelos con los que sustituir a su actual flota de 78 aparatos CF-18, la versión del F/A-18 con la que actualmente opera el país. Aunque el nombre de esas empresas no trascendió, se estimó que se trataba, además de Lockheed Martin con el F-35, la también norteamericana Boeing, que ofertaría su F/A-18 Super Hornet; la francesa Dassault con su Rafale; la sueca Saab, fabricante del caza Gripen, y el consorcio de capital británico, alemán, italiano y español Eurofighter.
Trudeau ha vuelto a recordar ahora que en el mercado “hay muchos otros cazas probados a precios mucho más bajos que podemos utilizar”, como alternativa a los F-35.
Imagen: Lockheed Martin