El asunto es grave porque se ha señalado como detonante indirecto de la muerte de tres soldados alemanes en la Guerra de Afganistán. Los fusiles de asalto G36 –arma principal de las fuerzas armadas germanas, españolas, lituanas, marroquíes y uruguayas, y en uso en multitud de unidades: desde los SAS británicos y la policía de San Francisco hasta militares de Brasil– se sobrecalienta en ambientes tórridos o por el uso continuo del arma hasta el punto de poder desviar su precisión medio metro en disparos a una distancia de doscientos, e incluso seis metros en alcances de medio kilómetro. Así lo revela la investigación emprendida sobre este arma en uso durante casi dos décadas en la infantería alemana y al que la propia ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, se ha referido en términos muy duros. “El Heckler & Koch G36 no tiene futuro en el Ejército alemán en su actual estado de construcción”, ha afirmado.
El servicio de radio internacional del país Deutsche Welle publicó la semana pasada un reportaje sobre la polémica originada en torno a este fusil en el que recordaba que todo comenzó con la muerte de tres paracaidistas alemanes el Viernes Santo de 2010 en las afueras de la base de Kunduz, en Afganistán. Allí un grupo de 32 militares mantuvieron durante nueve horas un combate a vida o muerte hasta que el sobrecalentamiento de sus fusiles de asalto les obligó a retirarse. En el camino de vuelta un blindado pisó una mina. En ese contexto murieron los tres militares.
Un arma con mucho plástico
Ahí comenzó un debate que ahora, cinco años después ha llevado al Ministerio de Defensa alemán a revelar que los G36 presentan algún “problema de precisión” a altas temperaturas, ya sea por un uso continuo o por la temperatura ambiente del lugar donde se usa. El motivo, según la investigación oficial, es el polímero compuesto del que están hechos los cañones de estas armas, que incluso a solo 23 grados comienza a ablandarse, por lo que el cañón no puede mantenerse recto. El G36 cuenta con muchos componentes de plástico, lo que lo convierten en un fusil más ligero que otros similares, como el francés FAMAS o el americano Colt AR-15.
Según los investigadores, únicamente con el disparo de dos cargadores (sesenta disparos) el cañón del arma alemana se calienta lo suficiente como para producir una “degradación grave de la precisión”: hasta cincuenta centímetros en disparos a doscientos metros e incluso seis metros si el objetivo se encuentra en un radio de quinientos.
La empresa culpa a una protección introducida por el Ministerio
El fabricante, Heckler & Koch, ha respondido a las acusaciones del Ministerio de Defensa culpándole a su vez de haber colocado una cubierta protectora de estaño a los cañones del fusil antes de su uso en el campo que es la que originaría el sobrecalentamiento del arma. La empresa rechaza que su producto origine por sí solo el problema y se queja de no haber sido convocada a participar en las investigaciones emprendidas para esclarecer el problema.
Esas indagaciones, iniciadas el pasado verano, cuentan con la colaboración del instituto independiente Ernst-March-Institut (EMI), el Centro Técnico de Armas y Municiones de la Bundeswehr (WTD 91) y el Instituto de Investigación de Materiales y Suministros también de la Bundeswehr.
El G36, que entró en servicio en sustitución de los G3 –fabricados en su momento por Heckler & Koch, en colaboración con la empresa estatal española CETME–, dispara el calibre 5.56 x 45 milímetros desde unas piezas fabricada en gran medida, excepto el tubo y la recámara, en plástico negro de alta calidad.
Fotos: Ginés Soriano / Infodefensa.com