En el curso de las recientes conferencias sobre OPV en Latinoamérica (en 2014 en Cartagena de Indias y en 2015 en Guayaquil) se ha evidenciado una tendencia importante de las Armadas de la región, pero también del mundo, de destinar importantes recursos o, en cierta forma, los únicos recursos a breve plazo, para la adquisición de este tipo de embarcaciones.
Sin importar el tamaño, pero en casos siempre más comunes, estos patrulleros oceánicos parecen tener poco a que ver con los tradicionales patrulleros, pues el incremento de eslora y de poder disuasivo o de ataque parecen ser una característica –y tendencia- en común. El ejemplo más contundente y explicativo son las OPV de la Armada colombiana: la primera de ellas armada con un cañón de 40 milímetros mono-tubo; la segunda con un cañón 40/70 milímetros Oto Melara bi-tubo y ahora la tercera armada con un cañón Oto Melara de 76/62 milímetros Compacto, pero con doble alimentación de municiones. No obstante, ya se habla de la otra generación de OPV que posiblemente será armada con un cañón 76/62 milímetros Strales, igual a los montajes de las Fragatas Clase Padilla, aptos para disparar las municiones guiadas DART, que completaron su calificación en pruebas en el mar colombiano en diciembre 2014.
Los requerimientos de las Armadas o la pretensiones de los comandos no se limitan a las funciones típicas de los escenarios modernos y asimétricos, sino que se extienden al control de sus correspondientes zonas económicas exclusivas, así como a la lucha en contra del narcotráfico, la inmigración ilegal, la pesca ilegal, la vigilancia y el monitoreo medioambiental, la interdicción marítima, además de la prevención y la disuasión, siendo estas algunas de las tareas asignadas a estas unidades que, además, deberán contar con la capacidad de afrontar situaciones de tipo bélico.
Un ejemplo típico nos llama a unas situaciones regionales que cometen algunas armadas al destinar recursos a la protección de porciones marítimas en discusión, custodiando el tráfico marítimo y la industria pesquera, a veces con funciones de escolta. En estas condiciones de “crisis” las OPV tienen una tarea operacional importantísima.
Como se puede notar, las misiones de estas naves son extremadamente amplias y en lo que se refiere al escenario bélico todo es asignado a la artillería. No han sido diseñadas para desplegar misiles, torpedos o sistemas de guerra electrónica y de comando y control sofisticados. Pero, y en aras de la discusión, un dato importante a tener en cuenta y que hay que evaluar es que las flotas latinoamericanas tienen un rezago tecnológico considerable. Luego de los grandes programas navales que han caracterizado los años 80 y 90, no se ha vuelto a invertir en nuevos buques y no se han sustituidos aquellos que ya han alcanzado sus límites operativos.
Hay pocas excepciones, -como Colombia- que con su Plan Orión (fases I y II) ha modernizado sus fragatas clase Padilla FS-1500 y ha empezado un programa de construcción de OPV importantísimo y oportuno. Sigue Venezuela con los Avante 1400 y 2200 de Navantia. Perú por su parte ha empezado la modernización parcial de algunas de sus fragatas y la construcción de unos patrulleros en cooperación con astilleros coreanos. Ecuador también quiere construir con Astinave OPV nuevas. Brasil tiene el Plan Prosuper, que por problemas de presupuestos aún no ve la luz. Argentina tiene una flota importante, pero su modernización no se ha decidido todavía. Actualmente trazó un plan para construir OPV iguales a las de Chile y Colombia, pero todavía no se han logrado las autorizaciones gubernamentales. Chile ha adquirido fragatas de segundo uso modernizándolas y poniéndose posiblemente al primer lugar en Latinoamérica por la eficiencia de su flota. Ha empezado un programa de OPV con la clase Piloto Pardo y va a seguir. Uruguay está en proceso de adquirir unas OPV, decisión muy oportuna para esta armada que quiere participar en operaciones internacionales.
Sin embargo, es evidente que todas las Armadas de la región están siguiendo la tendencia de moverse hacia la adopción de buques tales como CPV y OPV y de menor tonelaje. Todo esto en conjunto y sumando la propulsión de las naves, que debe ser eficiente y que permita velocidades relevantes, nos lleva a la parte más importante de un buque y que lo convierte en una embarcación militar: Los sistemas de artillería.
En el mundo, la empresa que más se identifica con las artillerías navales y que cuenta con más de 60 clientes a nivel mundial, amén de una actividad en este campo que ya lleva 110 años, es Oto Melara. Con un abanico de productos navales que abarca los calibres 12,7 mm, 20 mm, 25 y 30 mm, 40 mm monotubo y bitubo, 40 mm Fast Forty, 76/62 mm Compacto, Súper Rápido y Strales y por último el único 127/64 que dispara la munición Vulcano, que alcanza distancias de hasta los 100 km, Oto Melara es la empresa líder mundial en el campo de los cañones navales.
En este sentido, en los últimos meses Oto Melara ha presentado nuevos sistemas de artillería, propiamente aptos a armar las OPV. En la feria IDEX en Abu Dhabi se ha estrenado por primera vez el nuevo Forty Light, un cañón de nueva generación que estimulará seguramente a las armadas a modernizar sus piezas de artillería. Muy apta a enfrentar amenazas asimétricas como FIAC o UAV y blancos aéreos, puede disparar la nueva espoleta programable cuyas funciones son de proximidad, altimétrica, impacto/auto destrucción, impacto retardado y tiempo (que ofrece modalidad de saturación de punto). Este sistema no penetra el casco y puede ser recargado tanto en cubierta como bajo cubierta. Cuenta con una cadencia de fuego de 300 tiros por minuto y será disponible en tres versiones: Tipo A, totalmente remotizada mediante CMS del buque. Tipo B, integrada con una cámara TV día/noche coaxial, y la Tipo C, totalmente autónoma que incorpora un micro-FCS basado en un director de tiro EO electro óptico. La casamata tipo stealth en material composito, hace que el peso se mantenga aproximadamente en los 1.900 kg, permitiendo así su instalación en diferente tipos de embarcaciones, incluso aquellas de menor tamaño.
Otro estreno importante es un desarrollo de la Hitrole Naval, la Hitrole 20 mm, que ya ha sido usada con mucho éxito en operaciones reales de combate, habiéndose vendido a Alemania, Holanda, Singapur, Italia, Emiratos Árabes y México entre otras. Dotada de tres tubos Gatling de 20 mm es totalmente automatizada y tiene un poder de fuego impresionante, con 750 municiones en el magazín. Pesa 600 kilogramos y operada eléctricamente, logrando un alcance efectivo de 2.000 metros. Es totalmente estabilizada no penetra el puente e incorpora un ordenador balístico y sensores electro ópticos inclusive de TV día/noche y de laser range finder, siendo especialmente eficaz contra blancos asimétrico, aéreos y de superficie.