El ex senador y empresario ruso Serguéi Popelniujov ha sido acusado por el Ministerio del Interior de Rusia de fraude en gran escala por, presuntamente, apropiarse indebidamente de más de 1,1 billones de rublos (unos 18 millones de dólares) destinados a la construcción de una fábrica de fusiles y una de municiones en Venezuela.
Popelniujov se encuentra detenido, preventivamente, desde mayo pasado por decisión de la Corte, atendiendo a la petición de la Comisión de Investigaciones del Ministerio del Interior ruso según la información publicada por el diario moscovita Kommersant, en su edición del pasado 4 de junio.
El caso penal se inició el 30 de abril a instancias del Ministerio del Interior. Debido a la acumulación de pruebas, el 12 de mayo la Contrainteligencia arrestó a Popelniujov y fue acusado formalmente. El empresario se declaró “no culpable” ante la Corte y aseguró que actuó dentro del marco legal en la ejecución de todos los contratos. Afirma, asimismo, que las plantas han sido construidas en un 70 %.
El contrato
El primer acuerdo firmado para producir armamento ruso, bajo licencia, en Venezuela data de 2001. Cinco años más tarde, en 2006, se firmó el contrato definitivo entre el Gobierno venezolano y la corporación estatal rusa Rosoboronoexport para la construcción de una planta para la fabricación de fusiles de asalto Kalashnikov AK-103 y otra para la producción de municiones. Asimismo, quedó establecido que el contratista principal para la ejecución de la obra era la empresa Stroyinvestinzhiniring SU-848, de la cual Popelniujov es propietario y director general. Con base al contrato, Venezuela transfirió 1,1 billones de rublos a Rosoboronexport.
Las plantas comenzaron a construirse en las instalaciones de la estatal Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), en Maracay, estado Aragua. Inicialmente, se anunció que serían inauguradas en 2009, luego en 2011 y después en 2012. Finalmente, en diciembre de 2014, tal como lo reseñó Infodefensa.com, el viceprimer ministro ruso, Dmitry Rogozin, tras visitar Caracas, admitió, en declaraciones a la agencia Tass, que habían ocurrido “extrañas inconsistencias” en la construcción de las plantas en Venezuela. Señaló, además, que el contratista principal sería cambiado y que el plazo para completar las obras se había aplazado hasta finales de 2015.
De acuerdo a lo informado por el diario ruso, Popelnyuhov transfirió el dinero recibido del gobierno venezolano a las cuentas de otras empresas bajo su control, que están en una situación financiera difícil. Como resultado, estas pagan a los acreedores pero la falta de fondos ha afectado el ritmo de construcción en Venezuela.
Por otra parte, indica Kommersant, los trabajadores involucrados en la construcción, rusos e inmigrantes de las ex repúblicas soviéticas, escribieron una carta al presidente Vladimir Putin reclamando el atraso de sus salarios y que no tenían dinero para salir de Venezuela y regresar a casa. Sin embargo, aparentemente, esta situación ha cambiado luego de la visita de Rogozin a Venezuela en diciembre pasado.
La planta de fusiles de asalto que se construye en Maracay tiene previsto producir 25 mil AK-103 al año. Cabe recordar, además, que que en mayo de 2005, Venezuela concretó la compra de 100 mil fusiles Kalashnikov AK-103/AK-104, para introducirlo como fusil de asalto de uso común en la Fuerza Armada Nacional en reemplazo del F.N. FAL 7,62x51 mm. La orden comprendió, además de los accesorios (cargadores, bayonetas), 74 millones de cartuchos calibre 7,62x39 mm, 2 mil juegos de repuestos, 50 juegos de calibradores, 2 mil manuales de empleo y cinco simuladores unificados para entrenamiento de tiro con el fusil.
Cabe señalar, finalmente, que las autoridades venezolanas no han hecho, a la fecha, pronunciamiento alguno sobre el caso.
Posible repercusión en Perú
Por otra parte, en un reportaje sobre el caso publicado por el informativo digital Russia Beyond the Headlines (RBH), se afirma que Rusia ha está perdiendo reputación como exportador de armamento y añade que Venezuela esperaba de esta fábrica 800 nuevos puestos de trabajo, la posibilidad de exportar fusiles Kalashnikov a terceros países e iniciar su propia producción. Por ejemplo, dice RBH, allí esperaba poder fabricar los rifles de francotirador Catatumbo (diseñado por Cavim), una producción 100 % nacional. Ahora los planes de desarrollar su propio complejo industrial militar se encuentran amenazados.
Se recuerda, además, que el pasado mayo en Lima, durante la feria militar SITDEF, Rostec propuso al Gobierno del Perú abrir una fábrica idéntica para la producción de fusiles Kalashnikov, información también publicada por Infodefensa.com. La respuesta del gobierno peruano por ahora se desconoce, aunque, considerando el escándalo ocurrido en Venezuela, a duras penas cabe esperar que la respuesta de los peruanos sea positiva, dice el articulista.
Foto: Agencia Venezolana de Noticias