(Infodefensa.com) Peter Watson, Lima – Conocidos son los años de dificultades que ha atravesado el sector defensa peruano, desde la colosal crisis de la segunda mitad de los años ochenta, la manipulación de la cúpula militar en los noventa, la posterior dejadez con las Fuerzas Armadas de los dos gobiernos siguientes, llegando a los tímidos comienzos de una reorganización del sector, emprendida por el gobierno actual.
Han sido costumbre en el Perú los cambios bruscos en el manejo de diversos sectores del aparato estatal con cada nuevo régimen. Cada nuevo mandatario, ministro o funcionario, trae consigo el compromiso de responder a las expectativas que lo llevaron al cargo, intentando a menudo reinventar su ámbito de responsabilidad y refundar cual mago su sector. Las más de las veces en lugar de refundar, refunden, en lugar de construir, destruyen, en lugar de enseñar, complican, perpetuando círculos viciosos de manera indefinida, que perjudican a los cuadros técnicos interesados en mejorar ellos, y con ellos, su sector.
La política económica del Perú es una muestra de cómo las Políticas de Estado, asumidas por gobiernos sucesivos, generan resultados muy positivos. Resultado de la evaluación de políticas exitosas en otros lares y adaptadas a la realidad local. Es decir, una política que generada en el exterior, fue aplicada con éxito a nivel local, sin importar quien estuviese en el sillón de Pizarro. Sin embargo, en el sector defensa –olvidado hasta el gobierno actual– ello aún no ha ocurrido, más allá de programas de transferencia de tecnología que están aún por probar su valor, porque entre otros muchos factores, el entorno externo aún no permite la generación de la Política de Estado sectorial que pueda perpetuarse en el tiempo.
No hay política de Estado en el sector defensa
Recientemente, desde una feria de defensa celebrada en Sudáfrica, un funcionario de Rosoboronexport ha dado una pequeña pero clara muestra del concepto que se tiene sobre el sector defensa peruano en el extranjero, al deslizar –más que seguro sin más intención que la comercial– la injerencia de las situaciones internas de la política en la compra de sistemas de armas para los institutos armados. Innecesario para colocar el excelente tanque T-90MS, pero tal vez lo que se quiere colocar no se considere tan bueno, por ello, claro, la política, la política y a refundar se ha dicho. En todo caso, la inferencia que se desliza sin querer es que un gobierno dice no, tal vez el siguiente diga sí. Es verdad, nada nuevo en el Perú, pero no por ello menos preocupante hoy en el año 2014.
No hay Política de Estado para el sector defensa peruano del cual derivar programas de equipamiento de largo aliento que se apoyen en los cuadros técnicos locales y no en los mandos políticos. Así no hay forma de evitar una ensalada logística militar, que sabrosa para algunos, indigesta a la mayoría. A pesar de ello, el gobierno actual está logrando concesiones importantes para el desarrollo de conocimientos técnicos en las fuerzas armadas a través de la transferencia de tecnologías, pero ello no es suficiente, porque lo ganado puede también ser perdido.
La complicación del sector defensa peruano reside en la dificultad para generar (o adaptar) una Política de Estado exitosa de otros lares, por la naturaleza sui generis de su campo local de acción. Una combinación de amenazas factuales e hipotéticas, entre ellas el narcotráfico, terrorismo, crimen organizado, cinco fronteras terrestres y un extenso dominio aéreo y marítimo que resguardar. Por ello, la gran importancia de concretar una cadena de proveedores/asociados que con el apoyo de sus respectivos gobiernos, colaboren para que el Ministerio de Defensa del Perú y su naciente Agencia de Compras genere y gestione, desde ahora la política que albergue los programas de modernización militar, con proyectos de industrialización coherentes y el financiamiento correspondiente, sin importar quien esté sentado en el otrora Palacio de los Virreyes.
La política, tal y como la conocen –y a veces manipulan– algunos sectores tradicionales, no debe ser un factor en la toma de decisiones técnicas y para ello se necesita de la colaboración del entorno, del exterior. Hagamos negocio, pero no refundemos el sector cada cinco años para hacer negocio. Eso es Comercio, Industria, Modernidad, Progreso, Bienestar a corto, mediano y largo plazo: Política de Estado.
Foto: UralVagonZavod
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