Gral. Montenegro Milrep: "España está a la cabeza de las iniciativas de la Defensa Europea"
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Gral. Montenegro Milrep: "España está a la cabeza de las iniciativas de la Defensa Europea"

General de división Juan Montenegro Álvarez de Tejera. Foto: Estado Mayor de la Defensa
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El teniente general Juan Montenegro Álvarez de Tejera representa a España ante los comités militares de la OTAN y de la Unión Europea. Desde Bruselas, el general defiende los intereses españoles en el ámbito de la Defensa en las instituciones comunitarias y aliadas.

En una entrevista a Infodefensa.com, Montenegro reflexiona sobre las oportunidades que ofrecen las nuevas iniciativas de la UE para impulsar una defensa europea y analiza el papel español en este escenario. En la recta final de las negociaciones para la salida del Reino Unido de la UE, destaca también que el Brexit puede generar opciones de negocio para la industria de defensa nacional.

Usted es la voz de España ante los comités militares de la OTAN y la UE, ¿en qué directrices está basada la estrategia española en estos organismos?

Partimos de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, en la que se afirma que pretendemos contribuir activamente a la paz y seguridad internacional, teniendo en cuenta el perfil europeo, mediterráneo y atlántico de España, y que parte integral de esta contribución se materializa también mediante el refuerzo de organizaciones clave para la seguridad global, como son la OTAN y la Unión Europea (UE). Es en los Comités Militares respectivos donde corresponde exponer nuestra perspectiva, contribuyendo a aportar el asesoramiento militar a la parte política de ambas organizaciones. Para ello, recibimos directrices del Jefe de Estado Mayor de la Defensa, bien directamente o a través del Estado Mayor Conjunto, además de mantener una constante interrelación con los distintos organismos del Ministerio de Defensa. Europa y el vínculo trasatlántico son áreas de interés prioritario para nuestra Seguridad y Defensa, junto al Mediterráneo, África, e Iberoamérica. Una de nuestras directrices es trasladar nuestro interés y nuestra visión, en la medida de lo posible, para orientar el foco de ambas organizaciones hacia dichas áreas. Ejemplos de esta orientación los hay tanto en las misiones militares de la UE orientadas al desarrollo de capacidades, en pos de mejorar la estabilidad en África, y particularmente en el Sahel, En estas áreas geográficas está el origen de varios de los desafíos a los que hacemos frente; baste citar la inmigración irregular y los tráficos ilegales de diversa naturaleza, así como otras posibles amenazas para la seguridad y el bienestar de nuestros ciudadanos. De forma análoga, en el ámbito de la OTAN se detecta un renovado interés por proyectar estabilidad, y ahí está la realidad del Centro Regional para el Sur (Regional Hub for the South) en Nápoles, las posibles iniciativas para incrementar lazos con el G5 Sahel, para mejorar las capacidades militares de Túnez o, en su caso, para apoyar en Libia. Dicho todo lo anterior, y si he de resaltar una de las directrices, quiero señalar la consigna de poner en valor lo que entendemos por COMPROMISO con mayúsculas, España es un socio fiable y comprometido con las organizaciones internacionales a las que pertenece, también somos propietarios de las mismas en la parte que nos corresponde, y nuestros esfuerzos aúnan la defensa de nuestros intereses con la requerida solidaridad con nuestros socios.

Europa apuesta por la Defensa, ¿Cómo ve todas las iniciativas europeas surgidas en el sector europeo de la Defensa? (EDAP, PESCO…)

España apuesta firmemente por avanzar en la línea marcada en junio de 2016 por la Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea. Estos dos años han supuesto un gran salto hacia adelante para la UE en lo que respecta a su aportación a la Seguridad y Defensa Global a través de las misiones y operaciones de la política común de seguridad y defensa (PCSD) y a la búsqueda de sinergias con la OTAN, tras la Declaración Conjunta de ese mismo año. Es especialmente reseñable el impulso que esta nueva Estrategia y, de forma paralela, la adopción del Plan de Acción Europeo de Defensa (EDAP) en noviembre de 2016, han dado a la cooperación militar e industrial para investigación y desarrollo, propiciando la adquisición y modernización de las capacidades necesarias para que los Estados Miembros puedan afrontar, a corto, medio y largo plazo, los retos que supone el nivel de ambición de la UE, en el marco del panorama internacional, asegurando, al mismo tiempo, una base industrial y tecnológica europea. Con respecto a la Cooperación Permanente Estructurada (PESCO), que implica compromisos económicos e industriales y alinea los procesos de planeamiento de los Estados Miembros, su implementación avanza a buen ritmo, con un sustancial impulso a todos los proyectos aprobados, 17 en la primera tanda y un número sustancialmente superior, aunque aún no definitivo, que podrían ser aprobados en noviembre de 2018 en la segunda tanda. Es importante recalcar que todas estas iniciativas están en sus inicios, por lo que es necesario que los Estados Miembros cumplan con los compromisos adquiridos. Para ello, son cruciales los incentivos incluidos en las iniciativas de financiación común, como el Fondo Europeo de Defensa (EDF), que incluye financiación en proyectos de investigación y desarrollo colaborativos y el Programa de Desarrollo de la Industria Europea de Defensa (EDIDP), que puede llegar a movilizar un presupuesto de hasta 5.000 millones de euros anuales para desarrollo y adquisición de tecnologías, prototipos y productos, incluyendo proyectos desarrollados en el ámbito de la PESCO. Por último, el gran esfuerzo realizado entre 2016 y 2018, tanto por el Comité Militar (EUMC) como por el fundamental trabajo desarrollado por la Agencia Europea de Defensa (EDA), en el ámbito del planeamiento de capacidades ha supuesto la revisión completa de todos los catálogos de requerimientos y necesidades, así como el subsiguiente Plan de Desarrollo de Capacidades de la UE (CDP). Este planeamiento, junto con la elaboración por primera vez del Informe Anual Coordinado de Defensa (CARD), cuya versión de prueba deberá ser aprobada en noviembre de 2018, asegurará el alineamiento futuro de los planes y prioridades nacionales de los Estados Miembros, proporcionando una valiosa herramienta para homogeneizar el desarrollo de sus capacidades de defensa de manera eficiente y buscar oportunidades de cooperación

¿Qué papel específico jugará España en este escenario? ¿En qué sectores o iniciativas podría ser un actor protagonista?

España, además de su participación en todas y cada una de las misiones y operaciones de la UE, se ha situado también a la cabeza de las nuevas iniciativas que buscan diseñar una futura Defensa Europea en la que todos los actores, tanto del ámbito industrial como del militar, trabajen de forma integrada y cooperativa en la misma dirección, aprovechando al máximo las oportunidades que estas iniciativas ofrecen para evitar duplicidades y maximizar la eficiencia en todos los aspectos del ámbito de la Defensa y Seguridad. Como ejemplo de este compromiso, es de destacar nuestra participación en la Cooperación Permanente Estructurada (PESCO), en las que España está representada en prácticamente todos los proyectos aprobados por el Consejo en la primera tanda (16 de 17), como participante u observador, y que lidera uno de los proyectos más relevantes, el Strategic C2 System for CSDP Missions and Operations, es decir, el sistema de mando y control para operaciones de la Unión Europea. En lo que respecta a la segunda tanda, España también está interesada en participar en los proyectos más relevantes, entre ellos el Euromale, liderado por Alemania, y la modernización del Helicóptero Tigre (Tiger Mark III), liderado por Francia.

¿Cree que la salida del Reino Unido de la UE tendrá repercusión en las relaciones de seguridad y defensa?

Lo primero a reseñar es que las relaciones militares bilaterales entre España y el Reino Unido son excelentes. Sin entrar a valorar las decisiones del Reino Unido, y considerando que aún es pronto para analizar el impacto del Brexit en las relaciones de seguridad y defensa, no parece probable que se produzca un impacto catastrófico. La permanencia en la OTAN, fuera de toda duda, permite asegurar que los compromisos en cuestiones de seguridad y defensa se mantengan intactos aun con los necesarios ajustes. De hecho, recientes iniciativas tanto en el entorno OTAN como de la UE buscan mejorar la complementariedad entre ambas organizaciones de manera que se consigan sinergias y, por lo tanto, sumar esfuerzos. El Brexit supondrá algunos ajustes en las estructuras que pueden llevar a que se asuman nuevos compromisos por parte de otros estados miembros de la UE. Es el caso de España, que va a asumir el mando de la Operación Atalanta con el próximo relevo del OHQ británico de Northwood por el nuevo OHQ español en Rota en marzo de 2019. Asimismo, la salida del Reino Unido de la Unión Europea puede ofrecer oportunidades para España en el campo de nuestra proyección atlántica y también en el campo industrial, asumiendo determinados proyectos e iniciativas en el seno de esta organización.

En el marco de la OTAN, ¿Qué le parece la petición a los países miembros para alcanzar el 2% PIB en Defensa?

En la Cumbre de Gales de septiembre de 2014, los aliados adoptaron el compromiso sobre inversiones de defensa (Defence Investment Pledge - DIP) con el objetivo de revertir la tendencia a la reducción de los aliados europeos. Entre las medidas que este compromiso contempla se encuentra la de avanzar, en el plazo de una década y a medida que las economías de los aliados recuperen su crecimiento, hacia el objetivo de dedicar anualmente el 2% del PIB a inversión en defensa y al menos un 20% de dicha inversión, que lo fuera en equipo principal e I+D. En la reunión especial de Jefes de Estado y de Gobierno de mayo de 2017 se aprobó que los aliados informarán anualmente, antes de la finalización de cada año, sobre los planes nacionales para cumplir con los requerimientos del DIP en sus tres pilares. Se trata de los correspondientes al aspecto presupuestario y financiero (cash), al cumplimiento de los objetivos de capacidades (capabilities), y a la contribución a operaciones (contributions), lo que se conoce como reparto de la carga (Burden Sharing), o en forma abreviada las '3 ces'. La cuestión también ha sido relevante en la última Cumbre de Bruselas de este mismo mes de julio de 2018 y en la reunión de ministros de defensa de la OTAN de hace unos días en octubre. Por tanto, la inversión en defensa es uno de los requerimientos en torno al cual se entiende el reparto de la carga; dicho esto, es necesario recordar que el desarrollo de capacidades que la OTAN acuerda es otra demanda igualmente importante. Como en OTAN todo se mide en parámetros objetivos, podemos afirmar con solvencia que España hasta ahora ha conseguido incluir con éxito en su proceso de planeamiento de capacidades un gran porcentaje de los requerimientos que nos corresponde afrontar, como parte alícuota de los identificados por la Alianza. Para el reparto de esa parte alícuota, el factor del PIB de cada país tiene obviamente su importancia. Si nuestro PIB sigue creciendo en el futuro más que el de otros países aliados, cabría esperar que a España se le demande en sintonía con dicha evolución. Explicada la 'c' de capacidades, es preciso resaltar que una cosa es disponer de medios, y otra más demandante es desplegarlos en operaciones y misiones en el exterior (boots on the ground).

¿Cuál es la posición que defiende España ante la Alianza en este tema?

Todos los aliados son conscientes de los riesgos que nuestros hombres y mujeres afrontan cuando despliegan en el exterior, y de que España es, una vez más, un ejemplo con sus contribuciones, la tercera 'c'. Es más, es curioso comprobar que en el 'top ten' de los aliados de la primera 'c' (cash/presupuesto), no figuran los que aparecen en el 'top ten' de la tercera, 'contribuciones' y viceversa. Somos un ejemplo de solidaridad con otros países de la Alianza, somos un contribuidor modélico a la cohesión de la Alianza y su credibilidad, mediante nuestra aportación a misiones defensivas de todo tipo. Basta citar la policía aérea en el Báltico, la presencia avanzada en la misma región de Europa como parte de la Enhanced Forward Presence, nuestras baterías de misiles Patriot apoyando la defensa aérea de Turquía contra los misiles balísticos procedentes del conflicto en Siria, al tiempo que nuestro centro de operaciones aéreas combinadas (CAOC) en Torrejón dirige y supervisa la defensa aérea en tiempo de paz en el flanco sur de la Alianza. Nuestra presencia en las fuerzas navales bajo mando permanente de la OTAN es muy notable, nuestro esfuerzo en Iraq y Afganistán está mejorando sus capacidades para luchar contra el Daesh y la insurgencia. Como antes decía, contribuimos en las '3 ces' en la medida de nuestras posibilidades, y quisiera añadir, en palabras de nuestro Embajador ante la OTAN, Miguel Fernández-Palacios, que estos parámetros son 'ces minúsculas' a las que hay que añadir una 'C mayúscula', la C de Compromiso con la Alianza, en la que todos debemos estar convencidos que somos un ejemplo para el resto de aliados. Y es precisamente nuestro Compromiso con mayúsculas en todas las direcciones estratégicas, lo que nos permite influir para que el foco se oriente también hacia nuestro cercano Sur, y hoy tenemos realidades en OTAN orientadas en esa dirección como el Hub for the South de Nápoles. Esta entidad OTAN tendrá cada vez un papel más relevante a la hora de entender las amenazas a la estabilidad, cooperando con algunos países sureños de la ribera mediterránea, o con los países del Sahel, en definitiva con aquellos con los que podamos compartir intereses comunes.

¿La apuesta de la UE por la Defensa choca con la estrategia de la Alianza? ¿Son compatibles ambos enfoques?

Los dos enfoques de ambas organizaciones no solo no chocan sino que están alineándose progresivamente para buscar hacerse perfectamente compatibles. En los últimos dos años se ha alcanzado un nivel de cooperación entre ambas organizaciones inédito hasta ahora. Cabe resaltar cómo la OTAN se puede beneficiar de la mano de la UE de la integración de la industria europea en aspectos de I+D asociados al desarrollo de capacidades militares, y además cómo los trabajos de la UE y sus estados miembros pueden favorecer la movilidad militar lo que puede ser relevante a la hora de posibilitar los refuerzos OTAN rápidamente desde un lugar a otro del continente ante ciertas eventualidades de defensa colectiva, y todo ello sin perder la propia idiosincrasia de las dos organizaciones. Puede afirmarse que hasta ahora, nunca se había alcanzado un grado de cooperación tan estrecho. Esta coordinación se pretende hacer de manera permanente en el futuro, a través de una revisión del proceso de planeamiento de la Unión Europea (Headline Goal Process) que lo alinee con el planeamiento de la OTAN y estandarice tanto la terminología como los procesos y cuestionarios de planeamiento de Defensa. En definitiva, complementariedad y mantenimiento del vínculo trasatlántico evitando solapamientos entre ambas organizaciones; en esta línea, fortalecer las capacidades de la UE y reforzar el pilar europeo de seguridad y defensa no supone duplicar esfuerzos, ya que OTAN y UE no son organizaciones gemelas. Simplificando extraordinariamente, la Unión Europea dispone de un enorme potencial para la gestión de crisis, ofreciendo soluciones globales, ya que cuenta con una amplia variedad de mecanismos de actuación con respuestas diplomáticas, económicas, asistencia humanitaria, o desarrollo de los sectores de justicia, legalidad, seguridad y defensa; la OTAN, por su parte, puede ser más adecuada para las actuaciones relacionadas con la defensa colectiva y el empleo del instrumento esencialmente militar, aun debiendo recuperar su prioridad las otras dos tareas esenciales de la Alianza: seguridad cooperativa y gestión de crisis. En suma, en la actualidad nos orientamos a una Defensa Europea más definida, lo que unido a una industria europea de defensa fuerte, supone efectivamente reducir la dependencia de la capacidad tecnológica de otros países, pero por otro lado, redunda en beneficio tanto de la Unión Europea como de la OTAN.



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