Recientemente hemos conocido que Navantia ha sido designado como "licitante preferente" por el Ministerio de Defensa australiano para construir dos buques de aprovisionamiento de combate basados, probablemente, en el español Cantabria.
La oferta española venció finalmente al rival surcoreano Daewoo que, de todos conocidos, suele competir en precios a la baja en los mercados internacionales de construcción naval (militar y civil).
Obviamente, el buen hacer previo de Navantia con la Marina australiana -la construcción de los dos LHD Camberra y Adelaide, el diseño de los tres nuevos destructores de defensa anti-aérea (AWD) y la construcción de doce lanchas de desembarco- ha sido una razón de peso para que el Gobierno "aussie" se decantara por la oferta que venía de las antípodas.
Pero no olvidemos un detalle, ese con el que se suelen impulsar algunos contratos en la industria militar: la cooperación de defensa, que en este caso se cristalizó en la misión del BAC Cantabria de la Armada española en 2013, cuando estuvo desplegado en Australia.
El anterior JEMA, en el Museo Naval
Asistí a aquella rueda de prensa donde el entonces Jefe de Estado Mayor de la Armada, Manuel Rebollo, y su homólogo, el vicealmirante Ray Griggs, rubricaron el acuerdo en el Museo Naval de Madrid (julio de 2012). Con un cierto aire de incredulidad, ante una misión tan diferente a las habituales y, digámoslo, algo estrambótica.
En los titulares de aquel día se podía leer que la Armada "alquilaba" el buque Cantabria a la Royal Australian Navy (aquello no gustaba a nuestros marinos) o que el Ministerio de Defensa concedía esa "misión" con el objetivo de tener operativo un buque y ahorrarse ese pico del presupuesto.
No sin dejar de ser cierto, la "otra" misión de la Armada española en Australia fue además impulsar la venta de Navantia (tampoco gusta a nuestros marinos que se infiera que son agentes de la industria) simplemente cooperando con la Marina australiana en labores de apoyo y abastecimiento, misiones propias de un buque como el Cantabria.
De aquella experiencia de cooperación de Defensa puede cerrarse el próximo junio un nuevo contrato vital para Navantia y sus astilleros en Ferrol. No hay que tener complejos en reconocerlo si finalmente se rubrica, y a la Armada deberían reconocerle también su porción de mérito.
El ejemplo francés
En este campo de la cooperación o diplomacia de defensa siempre apunto con cierta envidia a los franceses donde, sin miramientos ni remilgos, defienden el papel de sus acciones de política de defensa o militares al unísono con los intereses de su propia industria cuando estos coinciden.
Hace un año y medio, por ejemplo, estuve presente en el primer «Foro Internacional sobre la Paz y la Seguridad en África» que se celebró en Dakar (Senegal). Junto a los representantes de los Gobiernos y delegaciones militares africanas se dieron cita ejecutivos de empresas estratégicas francesas, algunas patrocinadoras del evento, como son la petrolera Total, la energética EDF, la aseguradora AXA, el astillero militar DCNS, la tecnológica Thales, la empresa de transporte de contenedores CMA CGM... Compartieron mesa y conferencias durante tres días.
¿Nos podemos imaginar este tipo de acción de cooperación de Defensa española en zonas de nuestro "ámbito" diplomático como Suramérica? Me temo que serían contestadas por un sector de la sociedad. La acusación de la puerta giratoria siempre está ahí.
Canadá: el Patiño… y también el Cantabria
Como el Cantabria en Australia, en estos momentos se encuentra el Patiño en una misión de cooperación de defensa con la Marina de Canadá; el propio Cantabria lo hará por otro periodo de cuatro meses durante el segundo semestre.
En este caso el interés comercial parece no existir, pues Canadá, que también reemplazará dos de sus buques de la clase Protecteur destinados a tales misiones, ya se decantó por el astillero alemán Seaspan para su construcción. Lástima.
Sin embargo, algo quedará también del buen hacer de nuestros buques y marinos trabajando, codo con codo, con los canadienses. Este tipo de misiones siempre resultarán beneficiosas. Un 'win-win' siempre y cuando la participación no entrañe riesgos para nuestra defensa nacional. En los próximos años seguro que veremos más fórmulas de cooperación defensiva. Y en esto, como en otros asuntos, todos los partidos debieran estar de acuerdo.