(Infodefensa.com) G. S. Forte, Madrid – La Armada española lleva varios años buscando una aeronave sin tripulación (UAV, por sus siglas en inglés) que pueda operar desde sus buques con las suficientes garantías. De momento no ha tenido suerte.
“Por su alta complejidad, el mercado aún no ha sido capaz de desarrollar sistemas de este tipo que nos resulten apropiados”, explicó el pasado jueves el Jefe de Estado Mayor de la Armada, (AJEMA) el almirante general Jaime Muñoz-Delgado, durante un encuentro con la prensa especializada.
Hasta el momento, la Armada española ha tratado de emplear el modelo Scan Eagle norteamericano, un avión de ala fija que puede operar desde los barcos gracias a su particular sistema de lanzamiento y recuperación. Sin embargo, “finalmente no ha resultado”, explicó el AJEMA.
La alternativa más lógica es la utilización de un sistema de alas giratorias, ya que sus capacidades de despegue y aterrizaje vertical facilitan estas maniobras en los buques dotados de plataforma para estas operaciones, como ocurre con los helicópteros navales tripulados.
En este punto, dado “que siempre hay que probar antes de gastar”, añadió el almirante general, se ha empleado la fórmula del arrendamiento para comprobar el funcionamiento del Skeldar desarrollado por la firma sueca SAAB. Y con él se ha estado operando en la Operación Atalanta de lucha contra la piratería que España realiza en coalición frente a las costas de Somalia
Desde un principio se establecieron dos fases en el proceso de obtención de un UAV adecuado para la Armada: una inicial de alquiler y una posterior de adquisición del sistema. Como se explica en la publicación Misión: Atalanta. La lucha contra la piratería en el Índico, editado el mes pasado por el Ministerio de Defensa, la Armada consideró que carecía de experiencia en vehículos aéreos no tripulados y no podía apostar por un modelo que no resultase idóneo.
De este modo, para probarlo en un entorno real, el pasado verano se desplegó el primer UAV a bordo del Buque de Acción Marítima Meteoro con tres objetivos: minimizar los riesgos para el personal, reducir el esfuerzo de las dotaciones del helicóptero y complementar otros medios de vigilancia existentes, tal y como explica la citada publicación.
El alquiler del Skeldar V-200, un aparato de 600 kilos de peso, ha durado hasta finales de 2013, y ha supuesto un coste de 2,5 millones de euros, en los que se ha incluido la instrucción de los operadores de la Armada y el mantenimiento de los aparatos. Y su despliegue a lo largo de todo el pasado otoño sobre el Índico y la costa de Somalia le ha valido a la Armada alcanzar el hito de convertirse en la primera Marina europea en utilizar sistemas de ala rotatoria en operaciones reales.
Sin embargo, el Skeldar tampoco ha resultado ser la solución más adecuada. “No hemos quedado muy satisfechos con él”, reconoció el jueves el Jefe de Estado Mayor de la Armada.
La esperanza del Pelícano
En todo caso, estos sistemas le han servido a la Armada para ganar experiencia en operaciones con UAV, añadió Muñoz-Delgado, y el conocimiento adquirido le permite ahora colaborar con la industria española en un desarrollo nacional: el Pelícano, en el que trabaja Indra.
La colaboración podría concluir en un programa de adquisiciones, con lo que se favorecería a la industria nacional, pero ese es un futuro deseable por ambas partes que aún está por ver.
En cualquier caso, con la fórmula de colaboración que se ha adoptado, la Armada habrá adquirido un mayor conocimiento de este tipo de sistemas, mientras que los desarrolladores del Pelicano dispondrán de más elementos de mejora que le situarán en una mejor posición en el mercado internacional.
De momento, la fuerza naval sigue “a la espera de que aparezca un UAV” que les resulte apropiado, sea éste de fabricación nacional o no.
Foto: Saab