(Infodefensa.com) G. Soriano, Madrid Turquía está estudiando demorar la recepción de sus primeros cazas F-35 dos años más. La subsecretaría turca de industrias de Defensa justifica esta decisión aduciendo la reducción de las expectativas operativas y el aumento de los costes que están experimentando los aviones. El anuncio coincide con la publicación de un informe del Pentágono que revela los principales nuevos problemas que afectan a las tres versiones del avión de combate, e importantes incumplimientos en el calendario de sus pruebas de vuelo. Tras el anuncio turco, Noruega, uno de los socios del consorcio de desarrollo del Joint Strike Fighter F-35, que encabeza EE UU, se ha apresurado a aclarar que no espera que la nueva circunstancia tenga ningún efecto significativo en el coste o el calendario de entregas noruegos. Noruega es el único país del consorcio que aún no ha sembrado dudas sobre el cumplimiento de sus compromisos de compra del avión. Los otros miembros, además de EEUU, Turquía y Noruega, son Gran Bretaña, Italia, Holanda, Australia, Dinamarca y Canadá.
El informe del Pentágono, que Defense Aerospace adelantaba hace unos días y que previsiblemente se hará público hoy, refleja que el retraso en el calendario de pruebas de vuelo durante 2012 incidirá en una menor capacidad de producción de estos aviones a corto plazo. Este trabajo de la subsecretaría de Evaluaciones y Ensayos Operacionales enumera también una serie de nuevos problemas de diseño y de producción que surgieron durante los ensayos realizados en los últimos doce meses. Entre otros fallos, se citan grietas en el fuselaje, vulnerabilidad a los incendios de combustible y menguas en el rendimiento de los aparatos, como el incremento del tiempo de aceleración (de 0,8 Mach a 1,2 Mach necesita 43 segundos más de lo esperado).
El estudio refleja problemas en las tres versiones del caza: la A, de aterrizaje y despegue convencional (CTOL); la B, de aterrizaje vertical y despegue corto (STOVL), y la C, diseñada para ser embarcada en aviones con catapulta de despegue y detención mediante cables durante el aterrizaje (CATOBAR).
La publicación de este informe coincide con el momento en el que la Subsecretaría de Industrias de Defensa de Turquía anuncia que va a estudiar una demora en sus entregas. Dada la situación actual del proyecto JSF, donde las capacidades operativas de la aeronave F-35 han quedado más atrás de los niveles deseados, y dada la deriva cada vez más creciente de los costos de entrega de los aviones en los próximos años, Turquía está reevaluando sus planes con el Gobierno de los EE UU y el primer contratista, Lockheed Martin, explica el organismo de adquisiciones turco en una nota reflejada también por Defense Aerospace, y medios locales, como Hürriyet Daily News.
Como resultado de lo anterior, el Comité Ejecutivo de la Industria de Defensa turco ha decidido aplazar hasta el año que viene la decisión sobre la entrega de los dos primeros aviones F-35, previstos inicialmente para 2015. En todo caso, el país sigue previendo la compra de un centenar de estos aviones, como inicialmente tenía planeado.
Coincidiendo con todas estas informaciones, el contratista principal del programa, Lockheed Martin, ha emitido una nota en la que explica que durante 2012 se ha cumplido con la entrega de treinta de estos aparatos y se han logrado avances significativos en las pruebas de vuelo. Para el fabricante, 2012 ha sido un año de progresos continuados en el proyecto.
Entre las treinta entregas se incluyen 11 F-35A (CTOL), 18 F-35B (STOVL) y un F-35C (CATOBAR).
A mitad de 2012 el coste para EE UU de este programa de armas, que es el más caro de la historia del Pentágono y que no ha dejado de aumentar durante los últimos años, se estimaba en más de 312.000 millones de euros, lo que supone un incremento de casi el 70% respecto a los 184.000 millones de euros en los que se valoró hace once años.
Un círculo vicioso de encarecimiento y abandonos
El desarrollo de este avanzado avión de combate de quinta generación peligra si se confirma el abandono de alguno de sus nueve socios o se reduce significativamente el número de aeronaves finalmente adquiridas. Algo que se ha atisbado en varias ocasiones durante el año que acaba de concluir.
En diciembre, una auditoría sobre el programa canadiense de este caza revelaba que el coste total de los aviones va a resultar demasiado caro para el país: 40.000 millones de dólares canadienses (más de 30.400 millones de euros) durante la vida útil completa de los 65 aviones previstos. La cifra es muy superior a los menos de 25.000 millones de dólares (19.000 millones de euros) inicialmente calculados y podría obligar a reducir el número de unidades adquiridas o sustituirlas por otro modelo menos gravoso.
Tanto en un caso como en otro el programa internacional ahondaría aún más en su espiral de escalada de precios para tratar de compensar los ingresos que dejarían de obtenerse.
Dinamarca, otro de los miembros del consorcio del Joint Strike Fighter (JSF), también se está planteando la reapertura de su programa de renovación de aviones de combate. Algunas voces del sector danés se quejan de los escasos retornos que el proyecto les está reportando, por lo que no es del todo seguro que el JSF acabe llevando los colores del país nórdico.
En Italia, también socio, el candidato del centro-izquierda a las próximas elecciones gubernamentales, Pier Luigi Bersani, ha explicado que, de resultar elegido, reducirá el gasto previsto para el F-35. De momento, este país ya ha recortado el número de aviones que prevé adquirir de 131 a 90 unidades.
En abril Holanda se sumó a los contratiempos del programa de comercialización del F-35 JSF, que ya sembraba por entonces dudas en el plan de adquisiciones británico a la vez que Japón advertía de la posibilidad de echarse atrás en su compromiso de adquirir 42 F-35 por el aumento de costes. Incluso la propia fuerza aérea norteamericana advirtió entonces de que podría reducir el número de sus unidades previstas por el mismo motivo.
En mayo fue Australia quien anunció un nuevo contratiempo para el programa, al anunciar que retrasaría dos años la compra de los doce primeros F-35 previstos por razones presupuestarias.
Fotos: Lockheed Martin